martes, 11 de diciembre de 2012

Una desgracia tan real como la vida misma


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Europa, un agujero negro



Dice el refrán que "al perro flaco todo se le vuelven pulgas"; parece el slogan ad hoc de este castigado territorio "euro-gipsi". Al acojone general provocado por el paso asolador de la oca germánica, a los recortes draconianos y eal pisoteo absoluto de los derechos más básicos, ahora se añade el juego sucio del desconcierto. Del desconcierto gravísimo de los gobiernos acatadores sumisos del "plan de salvación". Del desconcierto de los no sumisos, como Hollande o Cameron, y de los bocazas impertinentes y demagogos al borde no sólo de un ataque de nervios, sino también al borde de la cárcel y del alejamiento definitivo de las tribunas políticas que han usado hasta ahora como plataformas desesperadas de reenganche imposible, cuando ven caer sus ilusiones de glamour apócrifo. Es el caso de Berlusconi, por (mal) ejemplo. El anciano, decorado, rebarnizado y recompuesto intrigante, el Casanova de los medios, el sacamuelas de feria y mercadillo ambulante, no tiene quien le vote. Y está que muerde. Ha perdido todo su charme de caimano. Se ha visto reducido a lagartija insignificante y eso sí que no puede tolerarlo. Su zarpazo mediático no lo mueve el celo ni la preocupación por el bien común, no lo mueve el amor a Italia ni a Europa, ni a nadie que no sea su enconado e inconmensurable ego. 
Sin embargo, en medio de sus alucinaciones, mentiras y escupitajos fanguinolentos, ha dicho -igual que  los locos y los borrachos- una verdad como un templo: La prima de riesgo es una tomadura de pelo. Y en eso, sí deberían creerle los gobernantes euro-gipsi fashion. Que Monti lo sepa, no sería de extrañar, porque es un técnico que ha trabajado para Lehman Brothers, lo mismo que Draghi y De Guindos. La prima de riesgo es uno de los negocios especulativos de nueva hornada. Como los juegos de videoconsola. Un invento muy rentable para el imperio del dólar. Es el método más eficaz para poner contra la pared a todas las economías europeas que transgredan a la baja y a la solidaria el listón de Merkel. Un instrumento implacable de presión, que funciona a dúo con el FMI y el Banco Mundial. Un tentáculo infalible a la hora de rodear por el cuello y estrangular los recursos económicos y financieros del Occidente monetario, que se enriquece creando deudas infinitas e imposibles de pagar, por más que quieran pagarse. 
Desde luego y es cierto, que no hay nadie mejor que Berlusconi para destapar la gran estafa del spread. Si lo sabrá él, que lleva toda una vida interpretando la misma milonga gangsteril. Berlusconi, al borde del patíbulo político y del peso de la justicia, se sincera y se abre como un libro de cuentas trucadas y de chanchullos al por mayor. Como una alcantarilla atascada por residuos en putrefacción que rebosa cieno hediondo los días de lluvia torrencial. 
Recuerda a los capos mafiosos, cuando en la cárcel y cumpliendo cadena perpetua, fastidiados por el vacío de sus clanes y con la amargura del rencor, se lanzan a contar secretos de la Cosa Suya, de la Ndragheta o la Camorra. Como le hicieron a él, por cierto, cuando los propios delincuentes le acusaron desde la prisión, de haberles encargado llevar a cabo los actos terroristas que asolaron Italia en los 80 y de causar el miedo que propició su toma dictatorial  del poder ejecutivo, camuflada de democracia bufa estilo Villa Certosa a ritmo de bunga-bunga. 

Y vuelvo, como siempre al mismo origen del problema. Lo triste de Europa es que aún haya elementos como Berlusconi, Bossi o como Putin, Sarkozy, Le Pen, los Amaneceres Dorados de Grecia, como Merkel o como Rajoy, Montoro, Guindos, Wert, Ana Matos, Ana Botella, Gallardón, Aguirre, Camps, Barberá, Blasco, Aznar, Felipe González, Zaplana, Fabra (senior y junior), Matas, Mas , Cospedal, Dívar o Díaz-Ferrán o Ruiz-Mateos o Mario Conde, Calatrava, Urdangarín, Jesús Gil, Rato y Olivas, El Bigotes y Correa, los dueños de Mercadona en su giro hacia la esclavitud del mercado y el abuso; productos políticos, económicos y sociales de bajísima vibración y estofa, que no han podido pasar el control de calidad, porque no hay base social suficientemente adecuada ni filtro moral ni test de inteligencia y humanidad, que pueda detectar la realidad de estos elementos peligrosos, los unos por torpes, zafios y garrulos, los otros por impresentables, injustos, irresponsables, cínicos, cantamañanas, pijos, inútiles, miopes sociales y/o decididamente corruptos y delincuentes. 
Si todo ese ganado inenarrable, aún gobierna instituciones, empresas, negocios y el destino de los pueblos, tenemos motivos más que preocupantes para replantearnos un cambio básico y radical en nuestra forma de funcionar, de interpretar la realidad, de pensar, de sentir, de creer y de actuar.

¿Dónde tenemos puesto el interés de nuestra vida? ¿Qué nos importa y qué nos acerca y nos atrae de individuos de tal calibre como para apoyarles en la política, admirarles y permitirles con nuestros votos y nuestra complicidad ocupar puestos decisivos en la vida de tantas personas indefensas, desinformadas y oprimidas por ambiciones y basuras insoportables?

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