miércoles, 12 de diciembre de 2012

Por fin, hemos rescatado la voz de Iñaki perdida en el templo del caos de El País digital


Vivir en la inopia






Vivir en la inopia parece el estado que más le interesa fomentar al poder. Tenernos idiotizados, desinformados o intoxicados con informaciones falsas, o medias verdades o hipérboles infumables. Es la marca de la casa. El toque de estilo. Esconder los comentarios lúcidos e impedir que se publiquen en páginas visibles.
A veces da la sensación de que ni siquiera es por evitar que la gente piense o se informe adecuadamente, que sólo es por hacer la puñeta al periodista y a los lectores o escuchantes habituales. Por mera estupidez. El estigma del imbécil suele ser ése; el mal que hace no arregla nada, no favorece a nadie y ni siquiera a él le reporta algún beneficio. Simplemente, enreda, dificulta y al final hasta él mismo recibe los resultados nefastos de sus bobadas.
Hay un libro de C.M Cipolla, Allegro ma non troppo, en el que el autor propone un teorema acerca de esa inutilidad dishábil de los cretinos. Su capacidad para interferir y fastidiarlo todo, siempre con la intención de hacer lo mejor que saben, pero fuera de tiesto, de contexto, de lugar y de quicio. Un fenómeno digno de estudio que seguramente no es ajeno a la crisis financiera que nos está partiendo por el eje. Es, prácticamente seguro, que entre cretinos se ha generado y se sostiene este absurdo inconcebible en un mundo de seres inteligentes. 

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