viernes, 28 de diciembre de 2012

El chivo expiatorio

Parece que la insensibilidad inhumana del Paleolítico se ha aposentado en el poder, en la mente de los personajes robóticos que llaman gobernar a poner la bota en el cuello de los ciudadanos. Es lo que tenemos. El aldabonazo de la realidad en la puerta de la ciudadanía.
He leído, y me ha conmovido profundamente, el artículo de Gª Montero que he colgado antes que este post. Un chico joven atrapado por la policía en una manifestación. Se llama Alfon. Pero podría llamarse de otro modo. Eso da igual. Un chico cualquiera. Elegido al azar como escarmiento para todos. Con un mensaje subliminal: esto le puede pasar a cualquiera que se manifieste. No hace falta que seas nadie especial. Cualquier ciudadano que exprese su disgusto ante una ley injusta o una medida demencial, puede entrar en la misma categoría de un terrorista, de un kaleborroko destripa cabinas, quema coches, robabolsos y asalta viejas. Sólo es necesario que se manifieste. Si se pilla a un destarifado, aun destroyer, a un monstruito antisocial, la cosa no sería tan ejemplarizante, como atrapar a cualquier manifestante, porque así el terror mola más. La arbitrariedad del castigo aterrorizará a los ciudadanos que ya se pensarán despacito si vale la pena salir a cantar las cuarenta al poder establecido y agarrado al mando a distancia. Quien se arriesgue pude acabar en prisión preventiva durante meses, aislado de su familia y de la sociedad, sin cartas ni vínculos con el exterior. Así lo han hecho con Alfon. Como hacía Stalin. Como hacía Franco. O Hitler. En esas estamos con el pp. Torturadores de guante blanco y manos negras. Muy negras. Y muy largas. Transoceánicas e intercontinentales. Infernales, más bien. 

El poder oscuro, o sea, el poder en sí, necesita la figura del chivo expiatorio. Es su "filosofía"sin alma.Y cuanto más inocente sea ese chivo, mejor. Más miedo se genera en la "masa". Se le convierte en muñeco de vudú social. En ejemplo. Es una atrocidad segregada por el cerebro de los dinosaurios, límbico, a años luz del cerebro evolucionado. Del córtex. Humano. 
Es la misma "política" del imperio romano (Merkel-EEUU) aplicada a Jesús de Nazareth, por ejemplo, con la complicidad y solicitud del Sanedrín judío (el pp) . 
Poco cambia la historia cuando los hombres siguen comportándose como bestias pensantes a través de los siglos. Como saurios que han adquirido la habilidad de "pensar" con las vísceras, no con una inteligencia que no han desarrollado, porque carecen de alma y el alma es el vínculo entre materia y energía. Entre materia y espíritu. El alma, que es la otra cara de la conciencia,"aterriza" el espíritu y refina y eleva la materia. "Desalmado" se define en el diccionario como "inhumano y sin conciencia". Y para llegar a los máximos poderes de este mundo hay que "vender al alma al diablo". O sea al monstruo interior que cada inconsciente alberga dentro de sí mismo. No hay un diablo peor que lo peor del medio-hombre. Del animal que tiene forma humana e instintos de bestia. Porque se inventa leyes a su medida densa y precaria y las impone con su fuerza animal. A lo bestia. En su baremo medidor la mente es sierva del instinto. Y la inteligencia, un peligro que hay que erradicar como sea, porque deja constantemente en evidencia lo que hay y lo que no hay en el estrato del poder. Quien posee el poder no quiere que nada cambie. Tiene miedo. Pánico a verse despojado de lo único que le hace destacar de la masa. Que le da privilegios por encima de los demás. Y como no tiene otra cosa mejor, si lo pierde, se queda en nada. De ahí esa rabia. Esa imposiblidad de dialogar. Esa cerrazón repetitiva de los mismos mantras irracionales y esperpénticos.
Mejor no escuchar nada que pueda poner en solfa y en peligro su idea obsesiva, sobre la que ha fundamentado su sistema particular de enriquecimiento y de dominio sobre los demás. Y de ahí el impulso ciego de buscar siempre la víctima propiciatoria. El inocente. El que molesta. El que no es un criminal, el que es como todos y aún mejor que muchos, porque tal vez tiene la conciencia despierta y eso es un mal que hay que erradicar cuanto antes. El despertar se contagia. Por eso, castigar al despierto es el lema de la escuadra letal. Nerón se lo aplicó  a Séneca. Enrique VIII de Inglaterra a Tomás Moro, la Grecia antigua a Sócrates, la España cerril a Francisco Ferrer i Guardia y la España dictatorial a José Antonio Primo de Rivera y a Federico García Lorca. El terror no conoce lealtades ni matices. "Muera la inteligencia" fue el grito del general Millán Astrain en la Plaza Mayor de Salamanca, cuando firmó la condena política de Unamuno. Y la dignidad humana es la misma, también para Alfon. Un joven. El futuro. Y un futuro muy distinto de esta agonía social sin salida y sin porvenir. Un futuro que es imparable e inexorable. ¿Quién puede impedir el alba? ¿Quién puede impedir el equinoccio o el solsticio o la llegada de las estaciones, las fases de la luna  o el fin de lo que debe morir porque le toca por ley de vida?

Por mucho que hagan, lo que ya no tiene futuro es esa barbarie como humillante sistema de vegetar. Es lógico que presintiendo su final, los dinosaurios intenten silenciar al mensajero que les anuncia lo que les está matando. Así se acabarán antes.

En "Las Nueve Revelaciones" hay un diálogo entre un arqueólogo exterminador y un cardenal católico, que pretenden impedir el descubrimiento y la difusión  de las revelaciones; la conversación termina con las palabras del arqueólogo: "Me pregunta usted, eminencia, por qué quiero exterminarles; muy sencillo, porque en el mundo futuro que esas revelaciones describen no hay sitio ni para usted ni para mí"

El dinosaurio está tan fundido con su bestialidad connatural que no puede concebir cambios que le mejoren o que racionalicen el desastre de su bulimia, que le armonicen con su entorno, que le desintoxiquen y le concedan el premio de la evolución y de la supervivencia, el talento ecológico que permite a las especies adaptarse, cambiar, crear nuevas funciones que harán nacer nuevas herramientas, otra cultura mucho mejor y más feliz. Su cerebro límbico es limitadísimo y lo mismo que aplica en medicina para curar (¡?) : la intoxicación, la agresión quirúrgica y arrasar  el cuerpo quemando el mal que pretende erradicar, o creando "bancos malos" para paliar la maldad especuladora de la banca inmoral en sí misma o la guerra como instrumento de comercio y rapiña mercantil, así pretende también "curar" a la sociedad, reprimiendo los síntomas de su enfermedad, en vez de analizar las causas reales y procurar cambios imprescindibles a mejor en su funcionamiento. O sea, más escucha, diálogo, respeto, ética, decencia, honestidad, compasión, piedad y justicia, educación verdadera y cultura real, no como almacenamiento de datos teóricos. Otro mundo. Donde los dinosaurios no tiene futuro alguno.

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