martes, 4 de diciembre de 2012

Cuando los aspirantes al cottolengo "organizan", pasa lo que pasa...

foto'Wert, montera en mano', por IÑAKI GABILONDO



Ayer mismo colgué ahí abajo una canción de Maria Elena Walsh cantada por Rosa León : El reino del revés. Muy pedagógica e ilustrativa y con lecturas a muchos niveles, en estos vericuetos socio-megalíticos que atravesamos, con una política que va desde la gama del hacha de sílex al fair play del santo oficio. Del magisterio del concilio de Trento al circo de Manolita Chen. 

Y una que en su inocencia tontorrona y siempre optimista, creía que el surrealismo era sólo cosa de André Breton, Gómez de la Serna, Arrabal y Jodorowsky en sus hechos poéticos, o de Jardiel Poncela y sus comedias. De Emilio el Moro, Pepe Da Rosa o de Gaby, Fofó y Miliki. Cosa del pasado entreguerras del siglo XX y su prolongación en la dictadura franquista, que se ajustaba mucho al surrealismo, aunque con un look añadido de humor negro, gótico y gore, que además ponía los pelos como escarpias y la carne de gallina, cuando una madre desesperada después de invocar  a Camuñas, al tío del saco y al sacamantecas porque el niño o la niña postguerra fashion, no querían dormir después de oír el diario de las 10, p.m. (tirorí-tirorirorí-rorirorí-tiroriro-tirorí-tarí-tarí-tarí-tarí...pip,pip.pip "son las diez de la noche, diario hablado de Radio Nacional de España, ¡prensenten armas, har!) en el colmo de la impotencia decía con voz cavernosa: "¡Maripili, o te duermes ahora mismo o llamamos al Caudillo, a la Falange y a los Requetés para que te inauguren un pantano en el cuarto de los juguetes y te ahoguen a la Mariquita Pérez, a la Gisela y al Miguelín y a ti Joselín, te destrocen el trenecito eléctrico y te chafen el meccano con un batallón de presos castigados a picar piedra, por rojos y malísimos!" Ante tal amenaza terrorífica, Maripili y Joselín, se dormían como angelitos encogidos y resignados a la espera de soñar algo mejor que la vigilia inevitable, el frío, el gris casposo y el negro sotana, los sabañones, los uniformes, las moscas en la mugre de la miseria de los despojados, las miradas terribles de los niños del Auxilio Social, pelados al cero con sus babis a rayas, como los pijamas de Auschwitz, el olor a coliflor y a pescado rebozado, el pan racionado con cupones y el pobre de cada día de la semana en la puerta con la lata grasienta, el asa de al-hambre y aquel "Dios se lo pague, señorito" que sonaba como un mantra apagado y sin esperanza ni salida.
Más como una maldición que como un agradecimiento a la injusticia manifiesta y "compasiva" a la fuerza. Como todo lo era en aquellos tiempos. "A la fuerza ahorcan", decía la gente con amargura asumida, mirándose con una mezcla entre costumbre y cabreo reciclado como aguante en presente indefinido y pluscuamperfecto, tratando de olvidar el pretérito anterior ,  tan imperfecto que se había esfumado sin atreverse a conjugar el futuro. Por eso se vivía todo en un condicional "hasta mañana si Dios quiere"que nunca llegaba, porque porque aunque digan que Dios dispone, para que disponga, hace falta que el hombre proponga. Y entonces el hombre y la mujer en España no tenían fuerzas para proponer nada. Estaban arrasados como los campos y los bosques. Como los pueblos bombardeados por la Legión "Condor". Les bastaba con que no volviesen los tiros por la calle ni los paredones ni los cráneos rapados y el aceite de ricino, ni los chulos armados ajustando cuentas de rencor y de envidia violenta, camufladas tras la máscara de la ideología y la devoción.

Los españoles eligieron por fuerza del miedo aguantar la historia desde el inmovilismo, como se aguanta una epidemia. Esperando a que pase. Sin comprender que no sólo hay que evitar la muerte del cuerpo, sino también la narcosis de la conciencia. Y que cuando el cuerpo se salva a costa de sacrificar la conciencia la vida es una chapuza, que ya fue denunciada por el mismo fundador de la Falange, José Antonio Primo de Rivera: "Más vale morir con honra que vivir con vilipendio" como por el Che Guevara, "más vale morir de pie que vivir arrodillados." La vida es un valor fundamental, pero sólo cuando vale la pena ser vivida. Su valor va asociado al grado de despertar consciente de los individuos y de la sociedad. Algo que es interdependiente: una sociedad despierta, está compuesta por una mayoría de despiertos. Y muchos despiertos constituyen sociedades despiertas. También sucede lo contrario, por eso estamos pasando ahora las de Caín en este Reino del revés, "donde un ladrón es vigilante y otro es juez, donde quien camina para arriba no puede bajar después, donde una araña y un ciempiés van al palacio del marqués montados en caballos de ajedrez". De locos y tontos.

Con el ministro Wert y el gobierno Rajoy, ese surrealismo ha resucitado plenamente. Sustituyendo el Latín y el Griego, por el pangelingua y el adeste fideles cantados por Torrente, en versión papagallo y Mp3. dirigida por Santiago Segura y José Mota al alimón. Reducida y presobada por el ideario de Rouco Varela y bendecida urbi et orbe desde twitter por el mismísimo vicediós del Vaticano. 

¿Ciudadanía para qué? ¿A quién le interesa ser ciudadano y educarse, cuando se puede ser animal de bellota directamente, titulado en la privada a base de un pastón? ¿Por qué mantener el despilfarro de la mula y el buey en el pesebre, cuando ya el personal está capacitado para hacer esos roles por contrato basura en ETT, o con un buen voluntariado asocial, tipo Ana Botella? 

Curiosamente se eliminan el buey y la mula, pero se promocionan los toros y el rejoneo a caballo. Nada de mansedumbre, aquí a las bravas y a puyazos, como en los mejores tiempos. Polis-verdugo. Infiltrados-lapa. Corruptos indultados; y jueces respondones mandados al exilio jurídico. Evasores y bankeros en el juego de tronos. Y el rey  de copas y oros. El As diario, de cualquier palo, como libro de cabecera. La reina del mambo, entre espadas, bastos y escopetas nacionales. La sota, perdida por esos mundos, sin saber a qué carta quedarse. Y el caballo agobiado por el surmenage, tratando de suplir con pluriempleo a la mula y al buey, mientras hace horas extras entre la Monumental, la Maestranza y el ministerio de Cultura y des-Educación. 

Hasta el Reino del revés de Mª Elena Walsh resulta de lo más real en este complejo hospitalario deficiente que ha dejado en mantillas al del Padre Jofré.
Por Dios, qué aberración. Y qué cutrez.

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