No sabemos si estos Reyes Magos están en su sano juicio, si de verdad pisan el suelo de los comunes mortales, si son inocentes como palomas e incautos como viejos creyentes en los milagros de Santa Rita, la patrona -dicen- de los imposibles. Tal vez un poco buenistas y simplicios, en el mejor de los casos, sí puedan parecer estos ministros del país de los madelmanes y las barbies politicantes y politicantas. O por el contrario tal vez sean unos vivales que están aprovechando la ocasión de su glamour político para darse la vida padre antes del fin del mundo, que gracias a ellos y a gentezuela de su mismo corte, cada día parece estar, un poco más, a la vuelta de la esquina.
Por lo pronto, lo que sí nos están confirmando, pasito a paso, o más bien zancada a zancada, es el fin de un tiempo en el que soñábamos ser demócratas, estar empleados, cobrar pensiones, tener derechos ganados a pulso por nuestras vidas laborales, por el tiempo y el esfuerzo dedicados a ser útiles a los demás, aportar ideas, servicios y cooperación en el trueque justo de un salario digno y la tranquilidad de ser asistidos en las necesidades básicas, como la enfermedad, el paro, la vejez , la minusvalía, la justicia, poder estudiar, sin peligro de convertirnos en marginales y terroristas, nuestras lenguas vernáculas, que son una riqueza antropológica para todos; una enseñanza pública libre, gratuita, aconfesional y civilizada y el derecho a cerrar por las buenas y verdaderas, las heridas históricas ancestrales que nos habían impedido hasta hoy, conocer limpiamente la verdad y asumirla entre todos con amor y compasión verdadera por todos los muertos con la violencia del pasado, sin hacer un filtro entre crueldades buenas y malas, sino liberándonos para siempre de la crueldad, en cualquier formato que se presente, ya sea militar, guerrero, religioso, real y mayestático, político, analfabeto-populista, prevaricador, mercantil o bancario y financiero. Que la crueldad es el peor de los regalos indeseables para todos los Reyes Magos que en el mundo de la ilusión y la realidad han sido. Ese carbón que los niños malos fabrican y escupen a cambio de recibir los regalos que no merecen.
Parece que estos Reyes Magos de pacotilla se han inventado una Europa de diseño made in them self- a su bola, más o menos- Ya nos gustaría que nos explicasen, a ser posible con un libro de instrucciones incluido en su carta a ellos mismos, qué tendríamos que dejarles junto al pienso para los camellos, en la bandeja de los mazapanes y alfajores de almendra y las copitas de moscatel, para poder superar el turrón duro de los recortes, el pan amargo de los repagos, el cava avinagrado de los despidos y los ERES a gusto del evasor y del delincuente inversor, que se pira a China o al Magreb para no tener que pagar sueldos justos e impuestos, como todo el mundo. Y para librarnos del marisco pocho en salsa de amianto e incendio provocado y el cordero petrificado a las malas hierbas del abuso que los contribuyentes éticos y forzosos, deben comer por narices, mientras los sinvergüenzas son amnistiados y premiados por sus coleguitas gobernantes y añadiendo, para más inri, en esta Navidad apocalíptico-virtual, el recochineo de esa carta, ya no surrealista, sino descaradamente cínica. O ¿acaso no es cinismo cruel, ponerse a dar consejos desde el brocal del pozo, a los que se están ahogando en el fondo, sin ser capaces de lanzarles una escalera para que puedan salir, mientras se cantan a coro villancicos?
Majestades, perdonen que esa carta suya escrita con tanto amor como caradura, la dejemos desde ya, en el contenedor del reciclaje de papel y cartón, si es que hemos superado el impulso primario de darle otros usos menos dignos y más groseros. O simplemente, echarla a la estufa de leña y muebles viejos, que se está reciclando como calefacción central de la ex-clase media y de la escuela lobotomizada por decreto, debido al precio del kilowatio/hora y del métro cúbico de gas butano o natural.
Majestades, perdonen que esa carta suya escrita con tanto amor como caradura, la dejemos desde ya, en el contenedor del reciclaje de papel y cartón, si es que hemos superado el impulso primario de darle otros usos menos dignos y más groseros. O simplemente, echarla a la estufa de leña y muebles viejos, que se está reciclando como calefacción central de la ex-clase media y de la escuela lobotomizada por decreto, debido al precio del kilowatio/hora y del métro cúbico de gas butano o natural.
Con todos los respetos, Majestades o más-jetades, deseamos para ustedes una navidad tan buena y feliz y un año nuevo tan próspero, como lo son sus deseos hacia nosotros. Tan rica y generosamente. No crean que es revancha ni espíritu vengativo. Ni mala leche condensada. Sólo es una medida pedagógica. Tal vez, con esa experiencia vivida en sus propias carnes, cambiase de verdad el destino de Europa. No vemos otra salida para esto se arregle.
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