lunes, 3 de febrero de 2025

Esto es lo que Europa y el mundo necesitan: la reflexión certera y compartida. Que no sea sólo la lamentación y la crítica, sino ante todo discernimiento, luces, energía rengeneradora y una base de esperanza que anime a los pueblos de Europa y del mundo a emprender otros caminos que nos saquen del callejón sin salida en el que la humanidad se ha quedado prisionera, y especialmente en Europa, engatusada por una comodidad devastadora que sólo produce el hundimiento y la desaparición de las mejores opciones, mediante el apogeo y crecimiento de las peores. Las dos pasadas guerras mundiales surgieron en Europa, esa circunstancia debería hacernos cambiar y corregir el sentido de nuestro camino euro-compartido. ¿Cómo es posible que Europa esté sosteniendo la guerra de Ucrania en vez de negarse a proporcionar el armamento que la está haciendo posible? ¿Por qué la UE no se niega a facilitar y agravar ese genocidio y no coopera para que una pelea entre dos elementos carentes de ética, de conciencia y de humanidad como Putin y Zelenski estén matando seres humanos, por intereses espurios que están en las antípodas de la sorofraternidad universal, de la compasión, de la convivencia pacífica que tod@s merecen/merecemos y hasta de la propia salud mental y emocional imprescindible para vivir dignamente? ¿Y por qué se hace lo mismo en la guerra de Gaza, proporcionando "ayuda" al aberrante nazismo judío del siglo XXI? Estar encadenados a ese infierno asumido como "normalidad" no es precisamente lo que Europa, el mundo, la humanidad y el planeta, necesitan para seguir adelante en positivo, sino todo lo contrario. Muchísimas gracias, Sami Naïr, Torres López y Nueva Tribuna, por invitarnos a quitar las vendas de los ojos, aplicando el colirio de la ética social y del despertar de conciencias, sin cuyas funciones cooperadoras y sanadoras nunca podríamos cambiar nada que no sea a peor. Esperemos que todo cambie para mucho mejor, sin olvidar que los pueblos europeos tienen en sus manos ese deber moral de exigir a los estados el cambio cada vez más urgente de responsabilidades mediante la toma de conciencia que facilite el crecimiento práctico, personalizado, social, y no sólo teórico, de los valores humanos, la única manera opción para sobrevivir en un ambiente global tan devastador, confundido, loco y enlodado como el que soportamos hasta el momento presente. En realidad es el mundo entero el que se está convirtiendo en el encadenador terminator de sí mismo. Menos pantallas y botones autómatas y más almas, inteligencias y conciencias despertando Ya!!! No estaría nada mal que la UE se puesiera las pilas, consultase escuchando las propuestas de la ciudadanía en el Parlamento de Bruselas, estimulando y liderando ese nuevo camino de vida y evolución reganeradoras, con escucha, entendimiento y propuestas ética y estratégicamente regeneradoras, justas, limpias y sanas...¿Qué tal un euroreferendum en el que la euro-ciudadanía exprese si está mayoritariamente de acuerdo o no con el sostenimiento de las guerras y la fabricación y negocio del armamento, en vez de emplear ese dinero en ayudas sociales y apoyo a los países más pobres, si es que de verdad quieren suprimir tanta emigración forzosa? Con un mundo decente y sin países riquísimos, explotadores-parásitos económicos y causantes de la pobreza global, no habría necesidad alguna de emigrar para poder conseguir lo que en sus países arruinados por el vampirismo capitalista es imposible poner en marcha . Europa se ha pasado siglos invadiendo territorios de otros continentes y explotando a sus habitantes como esclavos o matándolos como enemigos si se restían a someterse, y ahora que a los más oprimidos ya no les queda nada y vienen a pedir ayuda para seguir vivos, como "solución" voxcífera se monta un Frontex inhumano y una condena total para los migrantes en masa, que son la consecuencia de los históricos y parásitos imperios europeos, de los que nuestra historia ppatria está orgullosísima, en vez avergonzada y arrepentida...Europa olvida que también ha sido migrante durante siglos en sus clases trabajadoras y que tembién, en paralelo, ha sido invasora mediante las conquistas violentas e 'imperiales' de sus clases pudientes. Debería curarse recuperando la memoria para revisar, honesta ,justa y sanamente, ese curriculum histórico, para no perder la cabeza ni el equilibrio ni el sentido común, con las secuelas que eso acarrea, asumiendo la relación evidente entre causas y efectos por no co-responsabilizarse a tiempo, como ya estamos comprobando cada día con más intensidad y virulencia.El libro de Sami Naïr debería comentarse y explicarse en las universidades e institutos como en las tertulias de la tele y en la prensa, en vez de tanto cotilleo, tanta superficialidad, tanta basura desinformativa, mediocridad e inútil estupidez. Despierta ya mismo, Europa, porfis, si no quieres que tu propio "curriculum anti-vitae" te borre para siempre del mapa terrestre, como a los dinosaurios o a los diplodocus...

 

LIBROS | ENSAYOS

'Europa encadenada', un libro fundamental de Sami Naïr

Un libro que explica el cómo y el por qué Europa ha sido encadenada y de qué manera las cadenas se podrían convertir en lazos que proporcionen bienestar, estabilidad y paz.
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He leído prácticamente de un tirón el último libro de Sami Naïr (Europa encadenada. El neoliberalismo contra la Unión. Galaxia Gutenberg 2025) que está en librerías desde el pasado 22 de enero. Como digo en el título de esta reseña, me parece que es una obra fundamental para entender lo que viene ocurriendo en Europa, para aventurar con algunas certezas lo que puede ocurrir si no se cambia de rumbo y, sobre todo, para tener ideas sobre cómo afrontar los desafíos que tenemos por delante.

El libro tiene un valor extraordinario, pues extraordinaria es la condición de quien lo escribe. En primer lugar, porque su autor es, antes que nada, un pensador en el sentido más rico del término. Alguien con valentía para enfrentarse a la «culpable incapacidad» que Kant asociaba con el no atreverse a razonar sin tutela, con autonomía y libertad. Sami Naïr analiza a Europa en este libro respondiendo con determinación al reto de Horacio (sapere aude!), es decir, atreviéndose a pensar sin ataduras y, como él mismo dice, «a riesgo de incomodar la conciencia de los biempensantes» (p. 253). En segundo lugar, porque conoce a Europa no sólo como objeto abstracto de reflexión, sino como algo propio y vivido gracias a su experiencia como eurodiputado y hombre de acción de larga trayectoria. Y, finalmente, porque Sami Naïr es un habitual interlocutor de líderes políticos y de opinión de varios países, lo que le proporciona información puntual y muy valiosa que se deja ver en libro, unas veces entre líneas y otras explícitamente, y lo enriquece.

Si tuviera que resumir en una sola frase lo que esta obra aporta y por qué es fundamental leerla, diría que explica el cómo y el por qué Europa ha sido encadenada y de qué manera las cadenas se podrían convertir en lazos que proporcionen bienestar, estabilidad y paz.

El libro comienza con un asunto crucial, el de la carencia de una identidad europea que pudiera servir de motor para alcanzar «la unidad política de pertenencia común» que no puede lograrse, como bien dice Naïr, «sólo a través de la unión económica» (p. 28). La Europa social es, en su opinión, la premisa de una identidad común capaz de generar la «solidaridad de destino», pero ese es, justamente «el elemento que falta en la construcción europea» (p. 43), y de ahí es de donde nacen los problemas.

El segundo asunto del libro es, como he dicho, el análisis del cómo y el por qué Europa ha sido encadenada, no sólo por las políticas neoliberales de las últimas décadas, sino incluso por el diseño de su arquitectura fundacional.

Es cierto que todo ello ha sido ya ampliamente analizado por muchos autores, pero creo que el libro de Sami Naïr tiene, además del valor de hacerlo sintéticamente, algunas aportaciones novedosas e interesantes.

Una de ellas es demostrar que la Unión Europea tiene lo que yo creo que es una auténtica anosognosia, es decir, incapacidad para percibir y reconocer la enfermedad que padece. Ni los fracasos evidentes que produjeron las políticas austericidas, generando los efectos justamente contrarios a los que se aseguraba que iban a tener, fueron capaces de producir autocrítica, no ya rectificación. Con razón señala el autor que «una reflexión crítica del pasado para poder hacer balance de la integración europea» es un paso imprescindible para abordar con éxito el cambio de ciclo que pueda producirse.

Otra aportación a mi juicio muy interesante del libro es analizar el papel que en ese encadenamiento ha desempeñado otro doble fracaso de la Unión. Uno referido a la integración y la igualdad, y otro derivado de su incapacidad para gestionar «el desafío del Sur». A diferencia de lo ocurrido con las demás vecindades, la estrategia ha consistido en «contenerlo» (p. 170), manteniendo una situación «estructuralmente conflictiva» (p. 165) porque, dice Sami Naïr, se quiere «una zona dividida, no competitiva, para dominarla mejor» (p. 181).

Este libro desvela el papel de los operadores políticos (institucionales, colectivos y también personales) que han puesto las cadenas a Europa

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Sin embargo, y sin perjuicio de lo que acabo de señalar, lo que me parece más interesante de este libro es que Sami Naïr analiza el proceso de construcción de la Unión Europea reconociendo a los sujetos responsables de lo ocurrido, pero no de manera abstracta, como se hace cuando se habla, por ejemplo, de los mercados, de la Europa del capital o de los monopolios. En su obra desvela el papel de los operadores políticos (institucionales, colectivos y también personales) que han puesto las cadenas a Europa.

Si esta «ya no tiene brújula, no sabe a dónde va» y «ni siquiera es consciente de que necesita reencontrar un sentido, una identidad centrada en el porvenir» (p. 253), si la Unión Europa está atada por «cadenas neoliberales» (p. 260) ha sido por la acción deliberada de individuos y partidos que abrieron las puertas y se dejaron caer en los brazos de un credo magistral y exclusivamente concebido para concentrar al máximo la riqueza y el poder en una minoría social. En particular, Sami Naïr señala con su análisis a las élites que la gobiernan, a la vista o en la tramoya, y a la cantidad de lobbies «que no deja de crecer» favoreciendo «un sistema de corrupción organizada» (p. 123). Y, sobre todo, responsabiliza a la socialdemocracia europea y, en especial, a los socialistas franceses que conoce perfectamente, ilustrando así las razones profundas que explican la crisis de las izquierdas europeas y el paralelo ascenso del neofascismo.

Ahora bien, este libro no se limita a ser un balance de daños, aunque hayan sido tantos los producidos por las políticas neoliberales que en la Unión se han asumido como un credo (desigualdad, desindustrialización, pérdida de peso de Europa en el mundo, crisis de los servicios públicos, precariedad, endeudamiento, inestabilidad, desafecto…). Sami Naïr proporciona claves para diseñar respuestas y abrir caminos alternativos. Y lo hace para terminar, poniendo el dedo en la llaga: «Mientras las actuales corrientes progresistas europeas no asuman la responsabilidad de proponer un proyecto posneoliberal que garantice la integración efectiva de los ciudadanos en el mismo, el futuro de la Unión Europea seguirá siendo un asunto farisaico que subyace en la resignación, en la parálisis, y no la voz de una Europa democrática y social» (p. 254).

Un libro fundamental, como he dicho, si se quiere saber dónde estamos y por qué, y qué necesita Europa para que sus gentes y sus pueblos se unan, porque asuman que les conviene, en torno al requisito esencial de «querer ser europeos».

 P.S. Sami Naïr Sami Nair es catedrático de Ciencias Políticas, consejero de Estado honorario, exdiputado europeo (1997-2004), profesor en varias universidades en Francia y España, especialista de las migraciones, autor de ensayos sobre la geopolítica y las identidades y también articulista de la prensa internacional.

 

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