Muchas gracias, Iñaki, por estas reflexiones ya imprescindibles. La prensa decente es fundamental siempre, no debería ser de otro modo, pero en un tiempo como éste, es puro oxígeno sin el que la sociedad se ahoga en el oleaje tremendo del cambio de era, no solo temporal, sino sobre todo, sustancial. Un mundo sin sustancia es algo fantasmal e ingestionable, donde lo perentorio y la inminencia de lo urgente destrozan el sentido y la orientación de cada acontecimiento, que se vive y experimenta sin conexión entre causas y efectos, solo como explosión imprevista y aislada de una realidad-tejido que no se ha conocido a tiempo, aunque llevaba mucho tiempo formándose delante de nosotros y señalando la dirección hacia un futuro demoledor, que la mayoría confiaba cegatamente a la tecnología y a la ciencia, natural e incondicionalmente, al servicio del dinero y del poder como salvadora de cualquier emergencia. Y está resultando que no, que las cosas no iban por ahí y que manipular los niveles de vida planetaria que en realidad se desconocen y solo se exploran sin precaución y movidos solo por intereses financieros que permitan un buen status económico a los de siempre, es una vía que se mire por donde se mire, solo puede terminar el caos y el autoexterminio. Vivir sin conciencia es estar mutilados al ochenta por ciento del existir sin haber llegado a ser, aunque la envoltura sea espléndida y rimbombante.
No se trata de ser místicos, ni creyentes religiosos, ni de determinada ideología, no. Se trata de ser plena y simplemente humanos. Que no es lo mismo que funcionar como animales bípedos atados al instinto emocional que acaba manipulando las mejores ideas, mediante la pésima gestión de un ego simbiótico entre animalidad "refinada" y prehumanidad manipuladora, animales muy 'listos' y vivales pero nada inteligentes aún, que ya hablan y gesticulan, se maquillan y se aderezan estupendamente, en vez de aullar y hacerse de todo encima como los colegas de otras especies, pero igualmente capaces de pelearse, de hacerse daño premeditado, de medrar a costa de los demás aunque eso signifique montar guerras,saqueos, crímenes y conflictos de todo tipo, mentir como bellacos, fingir lo que no es es y vivir completamente de la rapiña generalizada, del timo y el figureo, para ganar cualquier cosa compitiendo como cualquier animal por el territorio de su ego.
Nuestra especie está evolucionando, creciendo por dentro, y - paradójicamente- autoliquidándose por fuera porque ya no cabe en las viejas vestiduras, es decir, en la vieja piel antropológica. Es decir el modus vivendi et operandi que le ha permitido durante miles de años desarrollarse a su aire empleando su libre albedrío, la mayoría de las veces a contrapelo de sí misma y haciéndose picadillo por el camino unas veces en solitario y otras en compañía o en masa, como lo hacen las guerras.
En ese plan ha destrozado su propio patrimonio prestado por la vida: la vida misma, materializada en el Planeta Tierra. Vida y Planeta son inseparables compañeros para una especie que no se ha enterado aún de qué va lo suyo y cada vez que alguien más despierto que la media la ha avisado de lo que hay la eficaz y destroyer inhumanidad se ha ocupado de silenciarlo, ridiculizarlo, perseguirlo y hasta de matarlo si le molesta demasiado, de modo que cada descubrimiento tecnológico del avispero prehumano, acaba por convertirse en arma letal también para sí mismo. Ahora lo podemos comprobar en vivo y en directo, ahora empieza a tener sentido Don Quijote, La Divina Commedia, la pinturas negras de Goya o el Jardín de las Delicias de El Bosco, 1984 de Orwell, Un mundo feliz de Huxley o el Apocalipsis (solo revelación, no catástrofe sin remedio...), el último libro de La Biblia. Cerrar los ojos a la realidad y negar las evidencias, mirar para otro lado, es inútil y suicida. No se trata de "ser salvados" por dioses que no existen en ese plan, se trata de descubrir que la verdadera riqueza que todo lo puede cambiar y regenerar está dentro de nosotros y nosotras cuando aprendemos a distinguir en la práctica las mascotas de los seres humanos, lo que para nada significa no quererlas ni cuidarlas, todo lo contrario...
Lo que hay que empezar a tener en cuenta es que el ser humano ya no es ni debe ser a estas alturas de la evolución un animal cuadrúpedo en todos los sentidos, que piensa pero animaliza y destruye su propia energía cognitiva, manteniendo los hábitos y tendencias primarias como gestoras de su inteligencia y no al revés: educándolas y orientándolas, haciendo con ellas una transmutación energética consciente y libre, no por fanatismo dogmático ni miedo al infierno (¿puede haber peor infierno que un Planeta a la deriva poblado por locos y sus inercias instintivas sin más?).
Ya llevábamos varias décadas centrados en ese empeño, mediante la cada vez más extensa práctica de ejercicios autoconscientes y curativos de la personalidad para convertirla en individualidad compartible y fraterna, mediante el yoga, la meditación, la psicología transpersonal, el renacimiento, la conciliación de opuestos, la ecología, el descubrimiento de la energía y conciencia colectivas, el trabajo por la pacificación y la solidaridad, la cooperación entre la diversidad, etc, etc, pero el sistema de siempre que se veía ya derrotado en su forma de ver la evolución como jugoso y eterno conflicto de intereses, sabe que ya está en las últimas y no se resigna a salir de sus automatismos, todos, sin duda derivados del miedo a perder su dominio sobre los esclavos que cada vez ven más y comprenden mejor su estado de dominación y opresión, que ahora es el consumo impuesto por necesidad, no se puede "vivir" si móvil, sin internet, sin G5, sin televisión, sin petróleo, sin viajar por el mundo constantemente y sin depender del dinero, la banca y las bolsas financieras en su constante casino global... Se ha llegado incluso al extremo de considerar la austeridad como un problema económico, cuando es una virtud irremplazable, compañera total de la libertad auténtica y por ello de la verdadera felicidad: cuanto menos se necesita comprar y poseer, más libre y feliz se es, más autónomo y completo es nuestro ser. Porque se ha encontrado dentro de uno mismo/a la fuente de la creatividad, de la transformación, de la energía, de las "milagrosas coincidencias" felices que nos abren puertas sin pelear ni aplastar "al enemigo" que en realidad es el miedo, que hace ceder el poder sobre nuestra vida a esa sensación oscura e irracional, que acaba por encadenar al animal bípedo para que no llegue a ser humano jamás. Todo este archivo natural que llevamos incorporado, que nos hace independientes y solidarios, generosos y buenos gestores, para el sistema significa la ruina.
Por esa razón desde hace unos años, todas las disciplinas que nos ayudan a cambiar de mirada, de registro, y por ello nos despiertan y nos hacen crecer en otra dirección con más apertura, futuro y salud, se han empezado a considerar de repente pseudociencias, para ello han ido colocando a sus agentes bien pagados en las universidades, en los laboratorios, en los medios de comunicación, en la política, en la banca, en las empresas tecnológicas...y cualquier pero que se les ponga desde la conciencia y la praxis , se calificará automáticamente de "antivacunas", de fanatismo y de incultura salvaje.
Está claro que la libertad de los años sesenta, setenta y ochenta, en este Planeta preocupó muchísimo al sistema que a principios del siglo XXI ya consideró que demasiada paz social y demasiada solidaridad le estaban minando el terreno, entonces llegó primero el SIDA y la droga a lo bestia, luego el terrorismo de los pobres y la guerra de los ricos como respuesta y a partir de ahí, otra vez el miedo tomó el mando y aun lo controla con más intensidad si cabe.
Ahora la tecnología será el arma letal para crear pánico convertida en fenómeno mediático constante, enfermedades de todo tipo, síntomas raros que intercambiarán la naturaleza y sintomatología de los virus reales. manipulados e imitados, sin que se pueda distinguir quién es quién ni qué tratamiento o posible vacuna será lo más eficaz, porque cada día irán cambiando los datos y las bolsas donde cotizan los dateros controladores descontrolados. La confusión como ceremonia del finiquito inevitable y cada vez más próximo de ese sistema realmente tan homicida y planeticida como suicida.
Todo este marrón es el fin del sistema matarile y el principio inevitable de una nueva conciencia en marcha. Nosotros elegimos el camino: salir de la entropía haciéndola cada vez menos necesaria en nuestras vidas o cayendo encantados y seducidos en el abismo del autoexterminio entrópico. Puede que en principio los economistas y grandes empresas como los estados poco sociales y muy apegados al dinero como única esencia del vivir, estén asustados por el vuelco que debe dar el sistema acostumbrado a unir con la misma costura dinero, producción imparable y "feliz" explotación, desgaste de salud que da mucho dinero al sector médico-hospitalario-farmacéutico y consumismo absorbente, disparado en todos los sentidos como signo de bienestar y riqueza, sin tener en cuenta a los millones de seres humanos que se deben sacrificar como animales en el matadero social para que coman bien y disfruten de la vida los dueños del negocio y sus satélites gestores de la política que es la gestión del tejido social.
Ante este panorama el camino de la verdadera humanidad debe urgentemente desconectarse de la entropía como forma de resistencia demencial que sería como intentar oponerse a un tsunami que se está llevando por delante todo lo que nos impide acceder a esa verdadera humanidad.
De momento y como salvavidas, está bien que se organice un keynismo económico de emergencia para salir del desfiladero y sus precipicios circundantes. Para sobrevivir. Nada más. A continuación y en paralelo no habrá más remedio que hacer una remodelación total de pensamiento, ideas, inclinaciones, voluntades y operatividad responsable y compartida por todos y todas, de un modo inteligente, meditado y decidido en común, que nos haga crear nuevas herramientas gestoras de una realidad completamente nueva, cuyo destino presente y futuro dependerá de nuestras opciones y de sus consecuencias. Es la lección imprescindible: nada de lo que hacemos está separado del modo en que vivimos, pensamos, decimos y nos comportamos.
Nosotros hemos inventado el dinero, hemos cultivado la ambición y la avidez de la avaricia, no le hemos puesto freno, pero sí hemos abusado de los más frágiles para conseguirlo, como individuos y como estados. Esa conducta, como esnifar cocaína o meterse heroína o fumarse hasta el césped, irse de putos y putas, o alcoholizarse, nos convierte en adictos desesperados de la acumulación, del figureo, de la superficialidad que todo lo complica, y del poder que en realidad es una ficción, a la hora de la verdad no hay poder que aguante ser tan poca cosa, tan frágiles y con tantos humos descontrolados, es simplemente una patología drogodependiente e insaciable que nos lleva a la extinción consentida y buscada con verdadera obsesión, no solo a la muerte individual, que es natural y hasta un merecido descanso, sino sobre todo al exterminio de la especie y del Planeta que nos hace posibles. Y olvidemos, porfa, la excentricidad alucinógena del colocón pensando en una aventura espacial buscando refugio en otros cuerpos celestes, porque no sería ninguna solución, al contrario: llevaríamos en el equipaje mental y anímico el mismo caos destructivo que nos mataría por el camino o en cualquier rincón al que tuviésemos acceso. De donde no se quiere crecer ni evolucionar a mejor, no se puede sacar nada que resista el propio mejunje.
En fin, es un camino cuya dificultad y peligros dependen sobre todo de nosotros y nosotras, de cómo enfoquemos cada instante de nuestra existencia para ir pasando de meros animales listillos e ilusodependientes a seres humanos conscientes de su esencia y de su Ser que en realidad es la Felicidad que todos vamos buscando donde jamás se puede encontrar: es un estado de fabricación propia, que nadie ni nada puede darnos ni quitarnos. Pues en realidad es lo que Somos. Por ahí le llaman dios, pero es muchísimo más que "diosidad". Es Todo.
Volemos sin levantar los pies del suelo, más allá de los aviones y de los cohetes espaciales, de los meteoritos y agujeros negros: que nada nos entretenga ni nos atrape en ese vuelo sin fin. La bifurcación está servida en la bandeja agujereada de la entropía.
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