Impecable, Iñaki. Dando en el clavo totalmente una vez más. En efecto, la gran sima que divide la sanidad medicinal de la gestión malamente política del servicio público en España, es la falta absoluta en los gestores políticos de un código deontológico profesional. Los médicos hacen antes de dedicarse a su carrera, un juramento hipocrático, en el que es prioritario cuidar y atender la salud del enfermo sin hacerle daño como primera providencia: prima non nocere se decía y ordenaba ya en el Imperio Romano traduciendo del griego el espíritu de Asclepios e Hipócrates. El estudio de la misma Medicina ya implica una vocación mucho más que científica: humanística, integrativa y holística, que debería estar presente también en la Política. Lo mismo que no puede cualquiera ser médico sin estar preparado integralmente lo mejor posible, debería ser para los médicos sociales: los gestores políticos.
Pero en la cepa hispana los políticos solo juran lealtad a la Constitución, sin más. No hay un código oficial para los tres Poderes del Estado que entre en detalles, que regule la ética de la democracia y entonces se toma la democracia como un totum revolutum en el que se puede hacer cualquier cosa, hasta acabar con ella en pleno abuso de una libertad que solo es barbarie tergiversándolo todo y corrompiendo el sentido esencial de la gestión pública, que hace de la política un servicio y no una plataforma para adquirir poderes insanos y tóxicos, que es lo que a hora nos parte la vida a los españoles. El modo en que la derecha entiende el sentido de la libertad: hacer lo que nos da la gana y más favorezca a los intereses particulares de cada ideología o negociología, previa legalización de los enjuagues, ya que se dispone de una ley hecha por un ppartido ppolítico a su propio usufructo y prebenda, intocable, como sucede ahora mismo con la renovación del Supremo.
Por desgracia la transición nunca se paró a regular ni a estudiar la urgente necesidad de un código ético político e institucional. No tenemos un eje de valores imprescindibles en la vida pública. Recuerdo en los años 80 un debate televisado super fuerte y claro entre el Profesor López Aranguren y el Ministro Barrionuevo, que no supo responder ni aportar nada a las demandas y preguntas del sabio filósofo catedrático de Ética en la Complutense e inhabilitado durante la dictadura, como no podría ser de otro modo y gracias que no le fusilaron, porque ya eran los 60, en los 40 o 50 no lo habría contado. Estamos en ese nivel todavía en que aun prima la idea de que la libertad consiste en llegar al poder y apropiarse de las leyes y de todo. El poder como bula y patente de corso totalitaria. Esas maneras marcan conductas, facilitan engaños y retruécanos porque no existe más código que el de la "palabra de honor" y chimpún.
Creo que durante cuarenta y dos tacos de bendita y cacareada transición, con tantos buenos juristas, filósofos y maestros de la Ética, de Filosofía del Derecho y de la Ciencia Política, ya deberíamos haber desarrollado un programa formativo de exigencia obligatoria y un código ético indispensable para aprender a autogobernarse, a pensar y sentir en limpio y en sano, antes de intentar gobernar nada ni a nadie. No podemos seguir siendo trepas analfabetos éticos al servicio de caciques para "colocarse" a lo Abascal, a lo Casado, a Rajoy, a lo Cospedal a los Soraya, a lo Gallardón, Alfonso Guerra, Felipe González, y vivir del cuento sin dar hachazo nada más que a la inteligencia y a la honestidad.
Hay que poner en marcha una plataforma ciudadana, una ILP, o lo que sea, para que esto acabe y no se vuelva a repetir nunca más: la carencia de raíces morales en la función pública de la política no moralistas ni meapilas, Morales, Éticas, Decentes y Lógicas, basadas en un verdadero compromiso con el Imperativo Categórico de Kant, como premisa indispensable para acceder a la gestión pública, lo mismo de políticos que de funcionarios públicos. Un juramento hipocrático de la conciencia personal y profesional que garantice y comprometa a los que quieren trabajar como políticos mientras estén en esa función y cuando fallen gravemente como está pasando ahora con el PP e imposibiliten la justicia, la igualdad, las libertades de todos, la economía y las gestiones del gobierno, queden expulsados de sus cargos instantáneamente. Mientras eso no sea posible España seguirá siendo un caos, sufrirá lo peor de cada problema y será la oveja más negra, un país borderline, la vergüenza de Europa, como ya lo es. Solo hay que ver la diferencia de actitudes entre Nadia Calviño y Angela Merkel, una "socialista" que piensa como el pp y una liberal democristiana más socialista que el Psoe. Toma ya. A ver cómo se puede digerir semejante menú sin sufrir un shock...
No hay comentarios:
Publicar un comentario