lunes, 28 de septiembre de 2020

La historia incomprensible

 

No sabemos hasta dónde puede resistir una sociedad, una ciudadanía sin rumbo, castigada por sí misma desde la noche de los tiempos, porque en ella todos los tiempos han sido oscuros, hasta cuando la Ilustración encendió la luz en el siglo de las luces por todo el orbe occidental, en esa sociedad seguió siendo noche cerrada. Todo lo que amenazaba la sombra perenne con algún resplandor luminoso provocaba y sigue provocando verdadera luzfobia y acendrada tenebrofilia. Cuando Europa y el mundo se propusieron establecer un nuevo sistema para poder convivir fue necesario un tribunal internacional con un juicio en Nuremberg que dejase claras para los nuevos tiempos las fronteras en lo humano y lo inhumano, entre locura fanática y equilibrio psicoemocional aplicado a la política del mundo, empezando por la Europa destrozada y hundida por su propio desequilibrio humano, con todo lo que eso significa en la sociedad, en la política, la economía, la cultura, la educación y la salud ética. Para las ideas, los dogmas, las puertas cerradas a la evolución terapéutica del convivir. Para la historia. 

Mientras esas cosas estaban pasando al otro lado de nuestras eternas fronteras amuralladas, en España se erigía y se fortalecía una dictadura atroz contracorriente frente a la nueva Europa. España fue la pionera en el matarile, sufrió su guerra particular, fue un laboratorio bélico para la Alemania nazi y la  Italia fascista, y decidió resignarse con el resultado, aunque eso le costase pagar una factura que aun se sigue pagando en desorganización, en caos, en barbaridades, desconcierto y problemas sin fin, que se autogestionan y se extienden con una habilidad de manual. Aquí el Nuremberg español fue al revés. Aquí ganó Hitler incluso después de morir, como El Cid o como Inés de Castro o como el dictador y sus secuelas dinástico-apañistas, que aun gozan de consideración y aplauso, no por lo que valen, sino porque ya son costumbre, como los bares y el terraceo sin final. La cháchara tóxica y el despotrique inútil e interminable, que a todos cabrea y nada resuelve.  Quitarle a España su destarifo sería como quitarle los toros o hacerse vegetariana y renunciar el jamón y a los torreznos para ser más ecologista y estar mucho más sana, aunque el colesterol y el ácido úrico sean el fusilamiento perenne del 2 de mayo para la mayoría ppatriótica. No se puede matar "lo español" aunque se mate a los españoles, porque matar algo, lo que sea, es "lo suyo"; España es como un relato de Juan Rulfo. Un Pedro Páramo sin fin. 

¿Cómo se le ocurre a alguien poner en solfa una monarquía con ese pedigrí impresionante? Reyes convictos y nunca confesos, protegidos por el caciquismo beneficiado constitucionalmente, generación tras generación, adictos a la autarquía dictatorial como sustento, reyes cazadores de todo bicho viviente aunque sea de animales en extinción, como los elefantes. Reyes expertos en cornamentas  ad reginas cum corinnas. Reyes a la fuga con una pasta gansa trinkada en el bolsillo y sus maquinitas cuentabilletes en el equipaje, que renuncian al trono cuando ya, a ojos vistas, lo han dejado por los suelos y prefieren vivir cómodamente el resto de sus días en un refugio dorado y dictatorial con rey por delante,- ¡cómo no!- sin tener que dar cuentas a la justicia que al  fin y al cabo, tampoco es algo preocupante si la gestionan los amiguetes de siempre, que es lo habitual en los estados de nunca jamás, en lo que respecta a evolucionar y progresar en algo que no sean burbujas y chanchullos rentables. Eso da estabilidad para siempre, como a los adictos a las drogas, que solo se calman cuando les dan otra dosis del mejunje más abundante que la anterior para que siga en la brecha y su dependencia se "normalice" e incluso de convierta en constitución intocable. Porque es aberrante creer que cualquier decisión justa tomada hace siglos pueda seguir vigente y actualizada en paralelo a la civilización en siglo XXI, cuando todo ha cambiado menos las tripas emocionales del eterno contubernio entre amos vivales y esclavos siervos de la gleba habituados a esa patológica "estabilidad" for ever, a la que han dado en llamar, dios, patria y rey superpuestos en el mismo sandwich. 

Con este historial disparatadamente freudiano en el rancio equipaje, amontonado sobre las espaldas sociopolíticas de un pueblo descoyuntado, España no solo no levanta cabeza, es que cada vez que  lo intenta cae en peores estados que los  anteriores. Ya no hay dictador papalble, pero el estracto de la dictadura en goteo perenne sigue en activo por cualquier rincón a veces inimaginable. Sus medios de comunicación se deterioran a ojos vistas, dando pie a la misma confusión dominante. Un caso terrible ha sido El País, que fue en sus buenos tiempos un abanderado de la democracia real y de los contenidos más inteligentes, humanos y éticos, hasta que lo compró Berlusconi, y se ha convertido en portavoz de la demagogia virtual, como Telecinco y los restos penosos de La Cuatro. La antigua agencia PRISA vendió su alma al diablo, como Fausto, en la obra de Goethe, por dinero y trabajo, sin intentar refundarse y no perder lo más valioso que tenía: su conciencia. No se puede servir a dos tendencias opuestas, si se trabaja desde  la ética se tiene que abandonar el cinismo y el oportunismo de la corrupción personal y profesional...y viceversa. Ese parámetro es aplicable a todos los planos civiles, políticos, estatales, institucionales, empresariales, bancarios, sociales y personales. Sin una decencia personal, asumida, responsable y a salvo de tentaciones oscuras es imposible que lo colectivo se comporte mejor que lo individual que lo hace posible. No puede haber un cuerpo sano con las células enfermas, aunque pueda haber células sanas en un cuerpo achacoso, que si se lo proponen pueden sanar por contagio en positivo, al resto que se ha deteriorado.

También los políticos, educados ya sin valores ni conciencia,en pleno caldo sofista,  que es el resultado del cocido trasicional perenne, un potaje frívolo y estúpido que se indigesta constantemente, han heredado los modales litúrgicos, la misma incapacidad resolutiva y el mismo vacío de conciencia egocéntrico del tiempo pasado, así se cargan la polis, sus economistas se cargan la economía, sus tribunales de Justicia(¿!) cuanto más supremos y superiores se autodenominan más la pifian, más se destarifan, se venden a la ideología que más renta, se apartan de la ética y  menos fiable y respetable hacen su propia función. Ya casi prescindible porque causa más problemas de los que resuelve,sobre todo en el plano estatal, que se ha convertido en su mesa y mantel para medrar, colocar Conchas amiguetas e hijas biempagás, y salvar indecencias mientras se condenan inocentes de alma republicana porque no piensan los mismo que las señorías regiamente apoltronadas en los ppoderes del estado. 

Ya basta. Este esperpento debe terminar y quienes no tengan herramientas cognitivas suficientes para entenderlo, y prefieran sus enjuagues  antes que evitar  la muerte de los pobres sin siquiera comprender que sin el trabajo de los pobres a los ricos se les acaba el chollo, deben dimitir cuanto antes y por procedimiento de urgencia. Pero, ¿en qué artículo de la bendita Constitución se requiere y se determina ese imprescindible mandato? Si la Constitución no dice nada de esto y lo permite, habrá que revisarla y no hacerse los locos como si el problema no existiese. Si está incompleta y nos regimos por ella, si no se hace cargo de que 2020 no  es 1978, ni en situación política ni social, ni jurídica, ni económica, ni climática, ni laboral, ni sanitaria ni educacional, estaremos eternamente hechos una pena.

Es una locura colocar en el altar mayor una Constitución ni un régimen político intocable para siempre. Somos seres espaciotemporales y cambiamos en ambos sentidos, queramos o no. La vida nos cambia, solo hay algo fundamental que permanece, flexible y sólida  a la vez: es la conciencia, la antena que nos conecta a una realidad mucho más grande que nuestra pequeñez particular y sus ondas son el bien común. España está todavía en la higuera a la hora de comprender esa realidad, que nada tiene que ver con la realeza. Y que funciona mucho mejor cuando es autónoma y responsablemente individual para poder ser compartida.

Antes de hacer hay que mirar, ver y comprender. Eso es tarea de una por uno y nadie nos puede sustituir en ella. Despertar es responsabilidad personal. Si estás en plena siesta constante viendo series y comiendo palomitas, no te quejes cuando la casa se te caiga encima.

P.D.

A la hora de ir a las fuentes y los porqués de este desierto moral, de este pedregal ético que vivimos en España, debido a la falta cada vez más bestia de sensibilidad, de humanidad y de la verdadera justicia que es el amor en su más esencial acepción, imprescindible para la misma vida, me voy a poner un poco pesada con la pérdida del valor semántico de los conceptos que expresamos  verbalmente, es decir, convertidos en palabras y su máxima importancia a la hora de educarnos y de transformarnos por el valor efectivo, inteligente, creador y dinámico de la Palabra misma. Hace unas semanas me dio mucho que pensar el discurso escuchado a Pedro Sánchez, creo que en el Congreso. Explicaba que el Gobierno quiere que la pobreza se solucione mediante leyes y derechos adecuados, "no por caridad ni por compasión". Me quedé petrificada por el inmenso desconocimiento del contenido semántico y desfigurado del propio discurso, de alguien que está nada menos que al cargo del Gobierno. ¿Qué ejemplos directos,qué conocimiento básico habrá tenido ese hombre mientras se educaba, qué vería a su alrededor para haber llegado a conclusiones tan burdas e indocumentadas? No dudo de que personalmente sea excelente, por su inclinación natural, pero está claro que cuando habla no es consciente del significado de las palabras que utiliza e ignora igualmente la fuerza y energía cognitiva y modificadora que tienen las palabras que usamos sobre la mente consciente e inconsciente del ser humano y también sobre los animales, las plantas y hasta los elementos.  

¿De dónde proceden y qué significan palabras como "caridad" y "compasión"? ¿Las inventó el catolicismo para sacar limosnas y vivir de ellas? Pues no. Ninguna de esas dos palabras en origen tienen nada que ver con ningún credo. Nacieron lingüísticamente de la experiencia de los habitantes de lo que con el tiempo se convirtió en imperio romano. Más de trescientos años como mínimo antes de que naciese Jesús de Nazaret. Y desde luego ninguno de los dioses del Panteón latino hizo gala, según su mitología, de que esas dos cualidades fuesen algo connatural entre ellos ni hacia la humanidad. Todo lo contrario. Así que el origen de ambas expresiones nacieron por  cuenta y sesgo divino de la evolución del ser humano al encontrarse con sus semejantes.

Caritas/ caritatis 

Tiene dos significados: uno material y otro inteligente-emocional

1) Carestía.Precio elevado de algún objeto o producto.

2) Amor que se comparte, que no se posee, que no es el "amor/amoris" del enamoramiento, sino un grado más elevado,generoso y desprendido con afecto y ternura. Que nace del siguiente término:

Compassio/compassionis

También tiene dos significados

1) Compartir el dolor y el sufrir con otros los mismos males o carencias.

2) Una vez experimentado y comprendido lo anterior, tratar de ayudar para solucionarlo, con misericordia, que se expresa activamente como miseret verbo impersonal que significa sentir piedad y empatía que nace del corazón cor/cordis. 

Esto no tiene nada que ver con lo que ahora conocemos como Caritas o las ONGs, sino con nuestra propia conciencia, que nosotros tendríamos que sentir y reconocer ante el que sufre si es que somos humanos y no simplemente máquinas de consumir teledirigidas por el instinto exclusivamente animal de  supervivencia. No podemos caer en el engaño de que si existe Caritas o pagamos impuestos para que haya limosna estatal, los problemas y penurias de nuestra familia humana ya no son cosa nuestra. 

Compasión, caridad y misericordia, son valores laicos y aconfesionales, plenamente humanos, es más sin ellos la humanidad deja de existir para ser solo una plaga demoledora en un Planeta abandonado a su suerte galáctica, las religiones solo los han tomado como referencia, son anteriores a ellas. Se siembran en nosotros con la primera respiración. Una prueba muy sencilla y frecuente: un bebé de siete meses, pro ejemplo, está contentisímo jugando en la alfombra, pero de repente ve o escucha llorar a su hermanito mayor porque se ha caído en el pasillo y se ha hecho daño, entonces él llora también aunque no tenga motivo. ¿Quién le ha explicado al bebé que hay que ser compasivos si no sabe hablar ni aún conoce los significados de lo que escucha? , pues la caridad y la misericordia que ya lleva plantadas en su almita recién nacida con él, producto del precioso encuentro respiratorio entre al espíritu maestro visitante y la materia alumna receptora. 

Es muy importante que las personas que gobiernan funcionen desde esos parámetros y que no caigan en el dislate de ser robots institucionales. Precisamente porque hay en el ser humano un fondo creciente de compasión, caridad y misericordia, existe la buena justicia, la buena izquierda política y social, el arrepentimiento de los que despiertan tras haber metido la pata hasta el cuello, el perdón social, la reparación de los daños causados y la rehabilitación de los más caídos y embarrados. Eso se ha traducido en el siglo XX y a través de la evolución, en una carta global de los DDHH, en respeto a la dignidad del Otro como a la propia, en la creación de organismos sociales para ayudar como Cruz Roja, la Media Luna Árabe, la Cruz Verde rusa que puso en pie Gorbachov cuando se retiró de la política. Caridad, compasión y misericordia son los cimientos que deben construir la nueva vida que necesitamos. Si los hubiésemos tenido en cuenta seguramente no habríamos llegado a una situación mundial y nacional como la que estamos padeciendo. 

Pedro Sánchez y todos los gestores políticos deberían reflexionar sobre ello. Ellos crecerían como seres humanos y a todas y todos nos iría muchísimo mejor.

Ser expertos en tópicos, sambenitos y teorías pero analfabetos e ignorantes en conciencia es la peor de las carencias posibles.

Y esa pobreza de sentido vital aplicado a la práctica hay que solucionarlo y aprenderlo en casa pero , sobre todo, en la escuela y en las instituciones del estado mediante el buen trato, la facilidad en los trámites, la amabilidad y la cercanía que también son justicia,  porque en muchas casas y familias  no se conoce aun. La superficialidad del ego y el vacío de sustancia ocupan todo el tiempo y el espacio disponibles.

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