La dignidad de dimitir
¿Recuerdan a Yolanda Fuentes? Era la directora general de Salud Pública de Madrid. Lo fue hasta el 7 de mayo de 2020. Ese día presentó su dimisión, un acto de enorme dignidad profesional. La doctora Fuentes se negó a firmar el plan de desescalada que sus jefes, los políticos, querían acelerar. Madrid no estaba preparada para pasar de fase y relajar el confinamiento. La comunidad no cumplía con los criterios necesarios. No había rastreadores suficientes y los indicadores epidemiológicos no permitían dar un paso así.
En mayo, la doctora Yolanda Fuentes avisó: la decisión de cambiar de fase "no estaba basada en criterios de salud". No le hicieron caso. Tenía razón.
¿Recuerdan lo que pasó después? Como el Gobierno seguía sin permitir el cambio de fase de Madrid, Isabel Díaz Ayuso acusó a Pedro Sánchez de "llevar a Madrid a la ruina", "a un precipicio", de tener a los madrileños como "rehenes", "amordazados", de un "recorte de libertades". "Se está intentando minar el sistema constitucional por la puerta de atrás", decía Ayuso. Pueden verlo en este vídeo, del 16 de mayo, que hoy conviene repasar.
Ayuso no paró de presionar. Al Gobierno y a los propios técnicos de Sanidad, a los que empezaron a acosar. Y no solo en sus declaraciones públicas. Pocos días después, el 20 de mayo, la presidenta de Madrid presentó una demanda ante el Tribunal Supremo, acusando al Gobierno de mantener el cierre de Madrid de forma ilegal.
"Yo soy la responsable de que esto salga bien o mal. Lo asumo y lo asumiré", decía en mayo Isabel Díaz Ayuso sobre el cambio de fase. "Madrid está preparada pero el Gobierno tiene que decirlo", recalcaba. El resultado a la vista está.
La presión de Ayuso funcionó. El Gobierno de Sánchez permitió a la Comunidad de Madrid que pasara a la fase 1 de la desescalada, a pesar de que la región seguía sin cumplir. Hoy es evidente que fue un error.
Ayuso prometió 1.000 rastreadores. Nunca se contrataron. Hoy siguen sin estar.
Madrid es hoy la capital con la mayor incidencia de casos de toda Europa. Nueve de las diez ciudades españolas más afectadas por esta segunda ola están en la Comunidad de Madrid. La atención primaria está colapsada y los hospitales lo empiezan a estar. Las cifras de muertos también comienzan a repuntar. No como en marzo –ese espanto, por fortuna, no creo que se vaya a repetir–. Pero sí de manera alarmante, mientras el Gobierno de Madrid se muestra incapaz de hacer frente a la situación.
Todo el esfuerzo que los madrileños realizaron durante el confinamiento, todo el sacrificio económico y personal, va a servir de poco. La transmisión en Madrid está desbocada. No hay rastreadores suficientes y tampoco se entiende qué ha hecho Isabel Díaz Ayuso con los 1.500 millones que el Gobierno le ha entregado para hacer frente a la situación. No ha contratado a los sanitarios necesarios. No ha contratado a los profesores necesarios.
Sí ha invertido en otra cosa: obras públicas. Grandes contratos en hormigón. Un nuevo hospital, cuando el problema no es de camas: es de personal.
Esta semana el Gobierno de Madrid anunciaba que va a reabrir el hospital de Ifema en 48 horas si es necesario. Y no, no es necesario reabrir el "hospital milagro" de la propaganda. No hacen falta más camas: hacen falta más sanitarios para atender las que ya existen pero que hoy no pueden funcionar.
Tras la dimisión de la doctora Yolanda Fuentes, parte de sus funciones las asumió como viceconsejero de Salud Pública Antonio Zapatero, otro doctor, el que fue director del hospital de Ifema. Cambia el técnico, pero la historia se ha vuelto a repetir. Este miércoles, Zapatero anunció una obviedad: que la situación de Madrid obligaba a tomar medidas, incluyendo algunas drásticas, como confinamientos selectivos. Minutos después, el propio Gobierno de Ayuso lo desautorizó.
Este jueves, Zapatero se ha negado a participar en un vídeo propagandístico admitiendo un supuesto error que no cometió. Tengo curiosidad por saber qué está pasando hoy por su cabeza. Si tendrá la misma responsabilidad profesional que llevó a la doctora Fuentes a dimitir. Si tragará con carros y carretas. Si hará como su jefe directo, el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, que va diciendo a medio Madrid lo incompetente que es la presidenta Díaz Ayuso, con la que apenas se habla. Pero ahí sigue, que lo importante es el sillón.
Hace falta mucha dignidad para dimitir.
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