La historia al día. El máster semanal de Albert Pla nos deja el archivo bien completito, no falta detalle para que al quitarnos la venda podamos ver lo que hay, pero, claro, hay que querer liberarse del vendaje ojístico como primer paso para evitar la hostia inicial y constante, eterna ya, a base de años y siglos repitiendo el modelo, el prototipo gilisocial.
Nuestra hartura es un poco como cantar aquello de "solo le pido a Dios que lo injusto, que la guerra y el dolor no me sean indiferentes, que son monstruos grandes y pisan fuerte toda la pobre inocencia de la gente", está bien para cantar en medio del caos, pero deja mucho que desear al colocarle a Dios el mochuelo de que nos dé o no permiso para ser indiferentes o asumir la catástrofe en la que mayoritariamente estamos participando en plan co-autores forzosos como "los chicos de los recaos", "los botones", de antaño. Y no, querida family, esa indiferencia o esa sensibilidad no dependen de la mascarilla y el desinfectante de "la voluntad de Dios", dependen, aquí, a tocateja y a pisasuelo, de la nuestra, es decir, ¿cómo le vamos a pedir a la electricidad o al ruter, que funcionen si nosotros no activamos el interruptor de la voluntad, de la cooperación, del cariño, de la inteligencia y de la ética, de la justicia igualitaria, de la fraternidad, de la compasión, de la libre responsabilidad y del amor verdadero que es el whifi capaz de crear, de sentir, de pensar, mover y parar, de reir y llorar, de ser tan humanos como divinos, y nunca con uno de los dos estados frente al otro, porque ambos son la manifestación de lo mejor que somos y podemos ser y a la vez si nos empeñamos en la irresponsabilidad de lo contrario, podemos cagarla de un modo espectacular y, posiblemente, irreversible...Ains!!!!
Nuestra historia es el resultado de nuestros pensamientos, de nuestra gestión de la realidad, de nuestra capacidad para la convivencia, de nuestra resignación o de nuestra conciencia activa, no es el gordo milagroso de la lotería, que de golpe a unos puede cambiarles la vida a mucho mejor, si aprenden a poner en marcha el bien común, o una porca miseria, si la racanería, la avaricia y el miedo dominan nuestras decisiones, por muy millonarios que se sea, no se superará nunca en ese plan el estado más deplorable como seres proto-humanos. Ínfimos.
Hoy, Albert Pla, como cada miércoles, nos recuerda el panorama en primera línea de resiliencia. ¡Ojalá la siembra eche raíces, crezca y se multiplique por estas Españas, Europas y mundos de hoy! Porque el panorama es demoledor, y, aun así, sigue siendo una gran invitación -mucho más fascinante que cualquier serie en la tv- al más decisivo, apasionante y transcendental de todos los cambios posibles: el despertar y activar la conciencia personal, social y universal con el mismo impulso regenerador de la vida en todos los planos, que ya está en plena caída en picado. Ese despertar es la vacuna infinita para cualquier pandemia en cualquier modalidad de estropicio.
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