domingo, 3 de febrero de 2019


¿Hablas conmigo?

La burbuja de las licencias la ha creado el propio sector y es realmente imposible que consigan salir de ella sin ninguna pérdida
La popularidad de la protesta del taxi es baja. La solución de Barcelona no es buena y no convence a la ciudadanía porque no le beneficia

eldiario.es

Un hombre sostiene una pancarta con el mensaje "No a la globalización" en la manifestación de pensionistas, taxistas y afectados por la hipoteca en Madrid.
Un hombre sostiene una pancarta con el mensaje "No a la globalización" en la manifestación de pensionistas, taxistas y afectados por la hipoteca en Madrid. Clara Arias
“La posibilidad de alcanzar, a través del avance tecnológico y la reestructuración económica, un nuevo modelo de crecimiento ilimitado de la economía monetaria socialmente equitativo no es otra cosa que un mito”
Declaración de Madrid. Movimiento altemundialista. 1994

Aún no había llegado el frío a Madrid. Ese otoño lento y progresivo que existía antes del infierno del calentamiento campaba aún sobre la ciudad. Era otoño y Madrid se aprestaba para recibir a cerca de 10.000 dirigentes del mundo económico mundial. Era el aniversario de Bretton Woods, y por tanto del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Rato era el gerente del FMI, y la ciudad se ofrecía abierta en canal a esta ceremonia del capitalismo en alza.
Miles de taxistas madrileños se aprestaban a llevar de aquí para allá a tal avalancha de hombres de economía, ministros y otros prebostes de la mundialización. Las sesiones del cónclave se celebraban en el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones y las carreras entre los principales hoteles de lujo de la capital y el centro de reunión fueron sin duda un acicate para el sector. Puede que los conductores llevaran en la radio temas del “Amigos, aquí no pasa ná”, el álbum que ese año se marcaron Los Chichos o cualquier otra cosa que les gustara. No han sido nunca mucho de preguntar al cliente. No sé si llegaron a saber que unas 2000 personas llegaron en manifestación a la Puerta del Sol para gritar contra la mundialización de la economía, que junto con el avance tecnológico, traería un infierno de desastres para los trabajadores y la igualdad. No creo que les hicieran mucho caso. Me apuesto algo a que, incluso, muchos de ellos los consideraron una impertinencia que pretendía obstaculizar el magnífico negocio que el evento les proporcionaba. Pocos de aquellos pensaban que hoy estarían en Sol acampados en un intento desesperado de paliar las consecuencias de aquello que los iluminados de antaño, los mugrientos, los chusmosos, les venían avisando en movilizaciones llevadas a cabo en Madrid, en Seattle, en Davos y allí donde pudieran ser oídos. Ni los taxistas ni los libreros ni los trabajadores del textil ni los vaqueros ni siquiera los periodistas les prestaban demasiada atención. Era la España exultante salida del 92 y no estábamos para mandangas pesimistas.
En la Declaración de Madrid, que se produjo con motivo de aquella protesta altermundialista, se afirmaba que “el crecimiento ilimitado de la economía monetaria, la continua expansión del consumo por parte de los privilegiados del mundo entero y la perpetración de la explotación neocolonial son las causas principales del distanciamiento entre las clases sociales, de la pobreza creciente y del deterioro de los recursos”. Cosas de antisistema que ahora suenan preclaras, clarividentes, inspiradas e inspiradoras. Ahora, que ya es tarde y que los taxistas acampan en Sol para intentar frenar una economía que ya ha devorado a tantos sectores y a tantos gremios que resulta imposible que encuentren una empatía de los trabajadores. Ahora que hemos sido pervertidos, masacrados, ahora que el pobre teme y margina al miserable mientras el rico vive en otra dimensión, ahora esa solidaridad para un gremio que suele mostrarse adusto y malencarado, prepotente y chulesco, es ya una tarea imposible. Ahora sólo prima el interés descarnado, de la clase contra la clase, y es tarde para pretender defensas cerradas como la que Podemos encarna. Es tarde, muy tarde. Los mismos ciudadanos que quieren comprar barato en Amazon, quitarse la falta de sentido existencial con una camiseta o un pantalón por unos euros, o comer despatarrados en el sillón la comida que prefieren, esos que también son explotados por un sistema que encuentran que les satisface, no están dispuestos a renunciar a la comodidad de las nuevas plataformas: a conocer el precio fijo, a poder comunicarse por teléfono o mensaje con el conductor, a poder optar entre estos precios y los del taxi, a pagar telemáticamente sin hacer todo un show antes de bajarse. La popularidad de la protesta del taxi es baja. La solución de Barcelona no es buena y no convence a la ciudadanía porque no le beneficia. Quizá en aquel lejano año, los taxistas deberían haber acudido con los antiglobalización a Sol y hoy llegan sideralmente tarde al lugar y a las protestas.

Ante todos estos razonamientos ellos deben repetir la frase más famosa de un taxidriver, la pronunciada por Robert De Niro frente al espejo: ¿Hablas conmigo? ¿Me lo dices a mí? Dime, ¿es a mí? ¿A quién demonios le hablas si no es a mí? Y es que no son un gremio muy de escuchar y sí muy de increpar y hasta de señalar y faltar. Otro craso error para su ya escaso crédito reputacional. No sé tampoco si en su soliloquio se habrán dado cuenta de que tienen enfrente a un pato si no cojo paralítico del todo, un político desahuciado. Un político cuya carrera está muerta es un buen seguro de que no se tomarán decisiones con el único objetivo de mantenerla. Ahí anda Garrido. Tras trece días de huelga, en la que los asalariados no han podido trabajar en muchos casos, las voluntades y las huchas se van resquebrajando. Los madrileños son muy conscientes de que el tráfico ha descendido casi un 12% en horas valle, al no haber taxistas circulando vacíos por las calles, y hasta un 19% en la zona de Gran Vía. Nada ha dejado de funcionar en realidad. Al final tendrá que imponerse la realidad de que los conductores de VTC también quieren ganarse las lentejas y de que la solución de Colau de mandarlos a la calle no es buena y menos para una gran metrópoli.

Las burbujas son una mierda que ha arrollado a mucha gente. La inmobiliaria, la más terrible. La burbuja de las licencias la ha creado el propio sector y es realmente imposible que consigan salir de ella sin ninguna pérdida. Nadie lo ha conseguido hasta ahora. Hubiera sido necesario estar en Sol en 1994 todos para haber hecho fuerza y tal vez ni así se hubiera conseguido detener los designios de las élites para hacerse aún más ricas. Esos designios que, paradójicamente, ha mejorado a la categoría de humildes a los parias de los países del Tercer Mundo.

Todo es demasiado complejo y demasiado global. Entronca con la falta de soluciones para un problema que es la base sobre la que se construyen los populismos y el auge de la ultraderecha. Una pelea en las calles de Madrid no va a cambiar nada. Debimos hacerlo antes. Todos.


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Dos apuntes al artículo de Elisa:

*1) No sé si en 1994 se manifestaron taxistas en Sol en alguna ocasión; no lo recuerdo. Lo que sí recuerdo muy bien -porque participé aquel año activamente en los tres meses de acampada en la Avenida de Blasco Ibáñez, en Valencia,  (no fue sólo en Madrid, sino en toda España)- fueron las acampadas impresionantes en el Paseo de la Castellana donde se manifestó la conciencia civil proponiendo a los estados del bienestar de entonces, que "cotizando" de cara al futuro con el 0'7 del PIB en cooperación con el Tercer Mundo ya en plena implosión exponencial, económicamente se podría evitar la tragedia de migrantes y desplazados, que ahora ellos y nosotros sufrimos, los unos porque ya no tienen suelo que pisar ni nada que perder salvo sus vidas, y  nosotros porque no tenemos organización suficiente para hacer frente con dignidad a esa desgracia, de la que nuestros estados son cómplices ciegos  e inútilmente acojonados. No sé si hubo taxistas que se sumasen, como tales, al espíritu de las acampadas, seguramente, sí, como individuos más que como operarios organizados, porque aquellos meses fueron un verdadero fenómeno social, antesala del 15M, que se hizo desde la convivencia, la ecología, la conciencia, la participación directa, las propuestas y la pedagogía asamblearia y cultural abierta a todos los y las que deseasen asistir, en cualquier modalidad: acampando, visitando, ayudando, asistiendo a las actividades, escribiendo en el boletín de cada lugar, donde había diariamente charlas, coloquios, talleres, debates y revisión diaria al fin de la jornada de los resultados del día. Y sí, ya lo creo que estuvo a tope la cooperación y la participación, hasta el punto de que incluso la alcaldesa pepera de Valencia, que ya era Barberá recién llegada al cargo, nos apoyó y cooperó poniendo a disposición de los acampados todo lo que le pedimos: contenedores para reciclar los diversos residuos, el agua para el aseo y retretes portátiles, así  cooperó el Ayuntamiento, como lo hicieron los y las valencianas de toda clase social, que hacían hasta  la compra para compartir desde los víveres, al papel higiénico, el jabón, etc, etc...Ni que decir tiene, que los indigentes sin techo también se unieron a nosotros y dispusieron de un lugar en las tiendas de campaña, compartiendo espacio y sacos de dormir, que también eran donación del pueblo...Sí, se salió a la calle como nunca. Pero no basta, hay que disponer además de unos gobernantes con conciencia, que sepan leer e interpretar los hechos para cambiar de modus operandi. El Psoe, en el Gobierno entonces,  firmó el acuerdo del 0'7, en nivel estatal y municipal, pero a los dos años, se acabó el plan: llegó Aznar con sus burbujas corruptas et alors, tout c'est finí. 

En mayo de 2011 se repitió el intento con el 15M, pero esta vez hasta el Psoe que gobernaba en Madrid, lo miró con hostilidad y nada de cooperación fue posible, al contrario, acampar fue difícil entre las hostilidades del capitalismo desmadrado, que ya no disimulaba que se había apoderado hasta de la izquierda y con el beneplácito de la misma izquierda psoe-cialista. A pesar  de todo, el 15M siguió adelante y cuanta más hostilidad había contra el movimiento, mejor se podía descubrir la degeneración social que se iba apoderando hasta de la ciudadanía más humilde, abducida por el ppodermismo galoppante. Aún así, la organización de las bases sociales dio frutos increíbles, desde la sectorialidad de los problemas, como las Plataformas Constituyentes, las Mareas, la cooperación de los sindicatos más decentes y sanos, ILPs, donde se incorporaron mujeres, pensionistas, parados, dependientes, animalistas, ecologistas, laicistas, emigrantes, estudiantes, asociaciones vecinales, barrios, etc, etc.

Sí, querida Elisa, esos movimientos organizados sin manipular, salidos del pueblo, tan ejemplares como espectaculares, (en ambos casos, Europa entera se maravilló y cooperó desde su ciudadanía que también en ambos casos quiso participar, como la prensa enviando corresponsales que asistían a las asambleas y vivían unos días acampados y contaban maravillas en sus periódicos, tanto en el 0'7 como en el 15M) se han hecho públicos  por dos veces, sólo ha fallado la escucha de las instituciones del estado, que deberían ser las primeras interesadas en informarse acerca de la realidad, y cooperar con la salud civil, pero, justo, han interpretado la espléndida conciencia del pueblo como alteraciones desafortunadas del orden público que debe disolver la policía antidisturbios , y no como el S.O.S., que anticipa la historia que se cierne sobre todas e invita a prevenir las calamidades que indudablemente, desgobernando a favor solo de intereses espurios, acaban por ser la ruina de aquellos estados, que no saben leer en los acontecimientos, la agenda de la vida, escrita por la inteligencia colectiva. Puro analfabetismo político-cognitivo. 

*2) "Todo es demasiado complejo y demasiado global. Entronca con la falta de soluciones para un problema que es la base sobre la que se construyen los populismos y el auge de la ultraderecha. Una pelea en las calles de Madrid no va a cambiar nada. Debimos hacerlo antes. Todos." 

Así resumes la situación para terminar. Bueno, es lo que tú crees y es genial que lo compartas, Elisa, pero no estaría demás  aportar también alguna idea o sugerencia esperanzada más allá de las descripción del estropicio reinante.
La esperanza y la luz en los malos tiempos de la enfermedad son tan necesarias como el análisis y el diganóstico del mal que ya les duele a casi todos y todas lo suficiente como para no ignorarlo y sin tener  el propio y terrible relato disponible.
Miedo, indignación, mala leche, inseguridad, desconfianza, impotencia y hundimiento anímico, es lo que sobra por todas partes en este sumidero de inconsciencia. Justo estos tiempos de globalización programada por el The Big Brother's Power, son el abono que necesita el campo de la indiferencia y la frialdad metódica y hasta psicópata, del pensamiento adiestrado y secuestrado para la connivencia y la sumisión, y forma parte del programa depredador del sistem in falliure que precisamente lo emplea, como 'a los hombres de gris' en la fábula de Momo de Michael Ende, para zamparse nuestro tiempo y nuestra energía de la que se alimenta porque los convierte en consumo y dinero. Consumo de pantallas, de teléfonos de última hornada que deben sustituirse por mejores inventos cada dos por tres,  de whifis, de modelos tecnológicos que nos ponen al día constantemente de todas las desgracias habidas y por haber. ¿Cuántas buenas noticias reales llegan por guasap o por las redes o por las noticias cada día? 
Por ejemplo, según qué medio de comunicación consultes, puedes ver que en Venezuela triunfa el show de Guaidó o triunfan las multitudes apoyando a Maduro en masa, puedes ver una encuesta que coloca al pp y a c's a la cabeza del poder y otra que los coloca enfrentados y tirando a la baja ante el subidón del Psoe y los apoyos logísticos que le concede Santa Rita...para mantenerse en la cresta del podermismo.  Pero si mañana la bolsa cae, las noticias cambiarán de orientación como las veletas con el viento, sin que cambie lo fundamental: qué lectura hacemos de lo que nos cuentan y no podemos comprobar de ningún modo. 

El problema de los taxis y de sus competidores es también un problema de conciencia, de ética  y de madurez vital, no solo de dinero y negocio, que tendrá las dimensiones y aparatosidad que le concedan  los medios de comunicación y sobre todos nosotros al hacerles demasiado caso. 
Si los intereses están puestos en que el único bien sea el dinero, es inútil que haya un 15M o un 0'7 demostrando en la calle la realidad: que lo más válido son las personas, que asociadas y unidas por un objetivo fundamental, como los valores  imprescindibles para la vida, la dignidad y la justicia social,  son capaces de sobrevivir en una tienda de campaña, sin nada más y nada menos, que la cooperación y la fraternidad de los compañeros y la solidaridad de la ciudadanía, que también se da por aludida e implicada cuando observa que está mucho más cerca de los acampados de lo que creía antes de encontrarlos. Ésa es la clave. Cuando un colectivo humano descubre la libertad de ser sin la necesidad de aparentar y poseer todo lo que cree imprescindible, se derrumba el chiringuito de la ficción, se abren caminos nuevos, se encuentran recursos que antes ni siquiera se sabía que pudieran existir, sobre todo porque esos recursos también son obra nuestra, y  no solo del cortinglés y la tarjeta de crédito como herramienta perfecta e inmediata para ser felices. Que una buena conversación desde el alma y la idea puede ser mucho más rentable para la salud y la mejora de vida, que una serie de tv para " distraernos" (distraerse significa salirse  de sí misma, y alienarse, escapar a lo que nos es ajeno) o que un fármaco, una droga blanda o dura,como cualquier sustancia alucinógena para sumirnos en el inconsciente y "desconectarnos" de nosotros mismos. A veces la droga es vivir sin conciencia, en una pura mecánica programada desde fuera de nosotros,para sobrevivir,  como el trabajo autómata, sin sentido que simplemente nos llena el tiempo para que no pensemos, sin más, y solo vegetemos al viento de lo que vaya pasando.

Es importante no asumir el relato de las sombras precocinadas que nos llegan constantemente. Y para ello, hay que tener un método, por ejemplo preguntarnos por el impacto inevitable que recibimos de parte de la actualidad:
¿Estoy segura de que lo me cuentan es cierto y no una repetición de otra repetición que se va acoplando al comunicador de turno, que selecciona cómo y cuando darla, y en qué orden de prioridad,titulares y dimensiones situarla? ¿Se puede separar de la noticia el estado de ánimo y la tendencia ideológica del comunicador? ¿Me hace mejor persona estar tan pendiente de lo que ocurre o solo me pongo de los nervios y me bloqueo cuando lo veo o lo escucho y enseguida salto a otra cosa peor y más llamativa que la primera? Si observo semejante barullo psicoemocional, ¿qué hago? ¿me paro, me veo y  reflexiono sobre mi actitud o me acelero y me descentro aun más, volcada totalmente en la noticia y su relato?¿Cuando el relato es el mío, qué tipo de mensaje dejo a los demás?¿Me conformo con quedarme a gusto como el perro al que le quitan las pulgas, por haber limpiado mis tuberías dejándole al prójimo los restos de la depuración o los convierto en compost para poder abonar el huerto de la conciencia colectiva y personal y lo que regalo a los demás es el fruto de la transmutación de los residuos patógenos en sana materia nutritiva?

Resumen concluyente: si no puedo responder en positivo, sano  e inofensivo a mi cuestionario personal, no me atreveré a volcarlo sobre mi prójimo, porque mi prójimo también soy yo. No es buenismo, al contrario, es una suerte de sano egoísmo. La calidad de lo que se da se recibe. Como lo que se evita dar se pierde de muchas maneras. Si es bueno para el que recibe, bueno será para el que informa, y si es perjudicial y negativo para el que puede informar , mejor será que lo neutralice y desactive para sí mismo evitando que los demás soporten y se empapen de lo que les empeoraría como receptores de desperdicios ajenos.

Debería existir esa deontología del amor a la hora del relato, del teatro y del cine. A la hora de comunicar, que es sencillamente vibrar en común, con consecuencias imprevisibles, según la calidad y contenido de la sustancia comunicada.
Lo digo por si le sirve a alguien a la hora de afrontar lo mejor posible este infierno dantesco que soportamos, sin comerlo ni beberlo.

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