miércoles, 27 de febrero de 2019

Un problema de conciencia insostenible: los fallos de la Fallas






                    

¿Tiene sentido que en medio de un imparable cambio climático de dimensiones planetarias provocado por las pésimas costumbres humanas, y en una Comunidad como la Valenciana, se siga pasando de perfil y de puntillas por el actual formato de Las Fallas, año tras año, viendo como está el panorama climatológico?
Con índices disparados de contaminación y de sequía más que alarmantes, los propios valencianos deberían ser los primeros en hacer un cambio en las formas festeras tradicionales, si éstas hacen que crezca la contaminación exponencialmente por el humo irrespirable de la pólvora que estalla a todas horas durante un mes y que remata con un bosque fallero de incendios encadenados y simultáneos el día 19 de marzo, fiesta de San José, el carpintero convertido en pirómano por sus devotos tan falleros como folloneros y garrulos a la hora de afrontar responsabilidades ya inocultables. 

Personalmente me deja alucinando la reacción de los gobiernos, de los ayuntamientos, de los partidos políticos  y de las Universidades del País Valencià, que tanto presumen de estar en la vanguardia de la investigación y la tecnología.
Tratar de ser los Keppler y los Galileos del siglo XXI y no ser capaces de ver el disparate ecológico-destroyer que tienen alrededor y si lo ven, de no decir nada para no enfadar al fallerismo, que es como un partido Vox en plan folklórico y con un potencial de votos muy considerable, me parece de una insensatez y de una irresponsabilidad dignas de Óscares, Goyas, Palmas de Cannes y Leones de Venezia, en el caso de que la estupidez más obtusa se diese premios a sí misma.

Se puede entender el heroísmo de una Numancia primitiva y analfabeta en el 133 a.d.c, por ejemplo, pero que peña del siglo XXI decida suicidarse por goteo arruinando el aire que respira y el equilibrio climático que hace posible la subsistencia, para divertirse achicharrando y envenenando con humos tóxicos el medio ambiente con sus fiestukis, es patético y demencial. 
Si se vuela sobre Valencia dos o tres días después de Las Fallas, -y si no llueve ni sopla el viento, se verá bajo el avión una niebla sin límites horizontales de cenizas en suspensión, como una boina turbia sobre la ciudad, pero cuando aterrizas solo se percibe un cielo azul un poco más oscuro que el habitual, que es más luminoso y blanquecino natural, por la humedad marina concentrada,  que tan bien captó Sorolla en sus cuadros. Esas cenizas en forma gaseosa las respiran durante demasiado tiempo los valencianos y están relacionadas con los cuadros de urgencias en los hospitales.

 Hay que hacer posible otro concepto de fiesta menos primitivo, bestia y terminator. Menos bárbaro. Centrarse más en cultivar la belleza de las plantas, de las flores, las frutas, las huertas ecológicas, de la música como maestra de vida además de jolgorio, volcarse en el teatro callejero, en la danza, que por la calle además de bailar con Paquito el Chocolatero se baile a Bach, a Vivaldi, Mozart , Tchaikowsky ,  Jazz o músicas del mundo, y que la gente sepa quienes escribieron las partituras y por qué, y que los premios falleros se den a las mejores ideas e iniciativas comunitarias y personales, para mejorar la vida de los valencianos. Que los casales sean centros culturales de actividades pedagógicas abiertos al bien común y no solo al grupete que se paga la juerga y la borrachera en comandita, que las carpas no sean circuitos privados y cerrados en plan huevo, con la potestad de entorpecer el paso y de reventar los tímpanos del prójimo con sus mascletás.


Una terreta no es importante por cómo se divierte y se mata a sí misma con sus excesos y bogeríes, como lo son los accidentes pirotécnicos que cada año  dejan ciegos, tuertos, mancos, cojos y fiambres con tanta frecuencia a sus fans y por supuesto atendidos a cargo de la Seguridad Social que pagamos también los perjudicados por Las Fallas, sino más bien por cómo es capaz de superar su ignorancia y su confusión entre cultura y primitivismo 'embellecido' en plan hortera a base de dinero, prepotencia e ignorancia. Hay una cantidad cada vez mayor de valencianos y valencianas que en Fallas se ven obligados a huir de la ciudad, porque ni su salud ni su resistencia psíquica puede soportar la barbarie callejera. Más de uno y más de dos han muerto en sus casas porque no ha podido entrar la ambulancia ni un coche para llevarles al hospital, debido a que las carpas y la falla, hacen imposible el acceso a casi todas las calles de alrededor durante varias semanas antes de las fiestas. Eso no es democracia ni justicia, es vandalismo social revestido de "fiesta nacional" con la connivencia del estado que no quiere enfadar al ganado mientras se lo carga poquet a poquet con su indiferencia y tantas veces con su admiración festera por el evento. Con mentalidad taurina total. "La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía..." la definió nuestro Antonio Machado sin pelos en el verso ni dudas en la tinta y como si estuviese describiendo el fervor fallero en directo.


 Y ahora, imaginad esa escena de ahí abajo multiplicada por sí misma en cada dos o tres cruces de calles por toda la ciudad, y la misma noche. Más la cantidad de pueblos de la  región que  hacen lo mismo. Imaginad en qué condiciones puede quedar una atmósfera que ya sin fallas está hecha un desastre como materia respirable. Y que encima se ha convertido en patrimonio de la humanidad, nada menos que por la UNESCO. Está claro que ningún miembro de esa organización ha visto de cerca Las Fallas. Y que tarde o temprano habrá que revisar el asunto a ese nivel si no se cambia el paradigma pirómano y artificiero por algo más sano, empático y civilizado. Más bello y más inteligente. Menos agresivo y más humanizado. Y seguramente, si la valencianidad no es capaz de cambiar y dar un salto cualitativo desde el instinto a  la conciencia, acabará haciéndolo por supervivencia y  por el imperativo sanitario  de la OMS. Puede que para entonces ya sea imposible recuperar lo destrozado por tanto garrulismo exhibicionista y presuntuoso como poco inteligente.
Pero eso sí, muy mucho y mucho, eshpañolesh. Que para esho losh vecinosh shon losh pirómanosh y losh pirómanosh, losh vecinosh.
Ainsh!


Un bombero observa la Cremà de las Fallas de Valencia.

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