Es el momento de terminar la revolución que habíamos empezado
En 2016, nuestra
campaña inició la revolución política que vivimos. Ahora, es el momento
de acabar con Donald Trump, culminar esa revolución e implementar la
visión por la que tanto hemos luchado
Hace una semana, cuando lanzamos nuestra candidatura a las presidenciales,
les pedí a todas las personas del país que se uniesen a formar parte de
esta campaña de acción popular sin precedentes. La respuesta del pueblo
estadounidense ha sido histórica. En seis días, más de un millón de
personas han respondido al llamado.
Estadounidenses de
absolutamente cada distrito en el país se han apuntado para colaborar
en el liderazgo hacia un movimiento que no solo busca derrotar a Donald
Trump, el presidente más peligroso de la historia moderna de América.
También se trata de constituir un Gobierno basado en unos principios de
justicia económica, social, racial y medioambiental.
Esta tarea no va a ser fácil. Hoy en día, la desigualdad en las rentas y la riqueza alcanza la cifra más alta desde la década de 1920: las tres personas más pudientes del país acumulan más capital que la mitad de nuestro país. Pese a una tasa de desempleo relativamente baja, millones de personas se ven obligadas a pluriemplearse porque sus salarios no les sacan de la hambruna. 34 millones de americanos no cuentan con seguro médico y somos el país que más paga por medicamentos prescritos en el mundo.
Mientras gastamos casi el doble per cápita en asistencia sanitaria que cualquier otro estado, nuestros resultados médicos son peores y la esperanza de vida está en declive.
Ya es tiempo de que nos unamos al resto de potencias y garanticemos la
atención sanitaria que se merecen y que tienen por derecho, porque no es
un privilegio, a través de un programa de sanidad pública (Medicare For
All).
Vergonzosamente, tratamos a la gente más vulnerable con desdén. De entre las naciones más desarrolladas, tenemos el índice de pobreza infantil más alto
y un sistema de cuidado de menores que no solo no funciona, sino que la
mayoría no se puede permitir. La mitad de la población anciana no tiene jubilación y, mientras, hay muchos republicanos que quieren recortar la Seguridad Social.
Entre
tanta desgracia, tenemos un presidente que miente patológicamente, que
es un fraude, que es racista, xenófobo y machista. Un fanático religioso
que está llevando al país hacia el autoritarismmo.
Vamos
a tener que enfrentarnos a los intereses concretos y basados en el
poder que dominan nuestra esfera económica y política: enfrentarnos a
Wall Street, a las compañías de seguros médicos, la industria
farmacéutica y la de los combustibles fósiles, a las infraestructuras
industriales militares, la industria privada de las prisiones y a las
corporaciones multinacionales. Es la única manera de vencer, de
establecer un Gobierno y una economía que funcione para la mayoría.
Estos intereses especiales gozan de un poder extraordinario y estarán
dispuestos a gastarse indecentes cantidades de dinero para sostener sus
status quo y su riqueza.
La única manera de vencerlos a
ellos y a Donald Trump, quien se nutre de este sistema, es a través de
los movimientos populares. Movimientos que no se han visto jamás en la
historia de Estados Unidos. Hombres, mujeres, negros, blancos, latinos,
indios americanos y asiático-americanos, gays y heterosexuales, jóvenes y
mayores, nativos y migrantes debemos permanecer juntos y afrontar los
desafíos que nos atañen como nación.
En un momento en el que nuestra infraestructura se
desmorona y atravesamos una crisis de vivienda, podemos crear millones
de puestos de trabajo bien pagados si reconstruimos nuestro país.
Juntos, podemos incrementar el salario mínimo a un sueldo digno de 15
dólares la hora, asegurar la igualdad salarial entre hombres y mujeres y
garantizar a los trabajadores licencias médicas para ellos y sus
familias.
No podemos permitirnos esperar más para
hacer frente de una vez por todas al la amenaza existencial del cambio
climático. Debemos alejar nuestro sistema energético de los combustibles
fósiles y derivarlos hacia las renovables y el rendimiento energético.
Por
increíble que parezca, hay mucha gente joven que no puede permitirse ir
a la universidad: la deuda de préstamos estudiantiles ha alcanzado la cifra de 1,5 billones de dólares. Está en nuestra mano reducir esta cantidad tan atroz y fomentar las universidades públicas.
EEUU tiene la tasa de encarcelación más elevada del mundo y los afroamericanos son encerrados hasta cinco veces más
de promedio que la gente blanca. Nuestro deber es acabar con la
destructiva "guerra contra las drogas", abolir las cárceles privadas y
las fianzas en metálico y reformar al completo los departamentos
policiales.
En vez de demonizar a las personas
indocumentadas como hace nuestro presidente, lo que deberíamos hacer es
luchar por implantar una reforma migratoria asentada, que facilite la
vía para tramitar la ciudadanía y otorgue de forma inmediata el estatus
legal para los menores que quedan adscritos al programa de Acción
Diferida para los Llegados en la Infancia. También para proteger en
términos humanitarios a aquellos que solicitan asilo en la frontera.
Tenemos
que defender a las mujeres y su derecho a decidir sobre su propio
cuerpo, especialmente en un momento en el que no solo este sino muchos
otros están siendo atacados a nivel local, federal y estatal.
Para
hacer frente a la epidemia de violencia por armas, necesitamos acabar
con la Asociación Nacional del Rifle, ampliar las investigaciones por
antecedentes, poner fin a las lagunas legales y prohibir la venta y
distribución de armas de asalto.
Y, finalmente,
debemos eliminar el apoyo que ha fundado Trump hacia los líderes
autoritarios. Estamos necesitados de una política exterior que se
enfoque en la democracia, los derechos humanos, la paz mundial, la
igualdad global en riqueza, el cambio climático y la evasión fiscal a
gran escala.
En 2016, nuestra campaña comenzó la
revolución política. Las ideas por las que luchábamos, que entonces se
tacharon de "radicales" y "extremas", ahora son avaladas por la sociedad
estadounidense. Por lo tanto, es ahora el momento para derrotar a
Donald Trump, culminar esa revolución e implementar la visión por la que
tanto hemos luchado.
Traducido por Naiara Bellio
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