A nivel de usuario
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Una vez más, más de lo mismo. Qué triste debe ser ocupar un trono porque desde que se nace se priva al individuo de lo mejor de sí: la libertad para desarrollar una conciencia independiente y autogestora; debe ser una verdadera desgracia nacer ya perjudicados de origen y protocolo, con una receta inmutable incrustada en la mente y en las formas ocupando el lugar del alma que se condena al ostracismo por motivos hereditarios, para que repitiendo rituales ad infinitum , machacando idénticos mantras derivados de unos códigos impuestos durante toda la vida, se liquide de raíz la inteligencia y la capacidad individual de respuesta a los imprevistos, a lo sorprendente de cada día, un derecho inalienable que ninguna "educación", o más bien , domesticación convenida, debería conculcar a nadie.
¿Cómo es posible que una esfinge inmutable e impasible, deshumanizada, sentada en un trono, para controlar desde la cúpula, pero siendo ella misma objeto del peor de los controles, paseando por salones, jardines y viajes de representación escénica, tenga la osadía de dar lecciones sociales a quienes no han sido programados desde la cuna para ser iconos exentos de responsabilidad civil y judídica, y desde luego, al servicio de la manipulación convertida en norma institucional? Si los reyes tuviesen conciencia de lo que significan en realidad sus pobres vidas y de verdad tuviesen dignidad y autoestima suficientes, las monarquías habrían desaparecido de Europa a partir de la reforma protestante, una energía de la inteligencia sociovital que al no haber hecho su función social in extenso, en su momento, se concentró y produjo más tarde revoluciones y luchas como la independencia democrática de los EEUU y la revolución francesa. Es decir, ocasiones en que los pueblos se liberan de sistemas e individuos incapaces de gestionar la evolución.
El caso español es un fenómeno inexplicable en el siglo XXI. No sólo no hay capacidad social desarrollada para implementar el modelo de estado necesario para cada ciclo histórico, sino que en plan ganadería aceptan lo que les echen con tal de no verse abocados a asumir la libertad comunitaria de organizarse activamente. ¡Es la misma deficiencia de las casas reales! Se prefiere por inercia un trampantojo emocional y solemne, mecánico, como vacío de responsabilidades que asumir para hacer los cambios adecuados, ya de vida o muerte para el propio estado en modo momia desde hace décadas. El rey y su discurso eterno es la evidencia total del marasmo. Y que todos lo acepten y se callen con una resignación digna de un estudio psiquiátrico, no se entiende por más que una quiera.
Ese rey debería pensar antes de hablar, pero no está diseñado para semejantes funciones, sino para ejercer de ilustre y regia cacatúa, repitiendo argumentarios que le dan por escrito los titiriteros del " esto es lo que hay", y sobre los que nunca sabremos si en realidad opina algo, debido a que su función no está capacitada para tener criterio ni conciencia, solo para que el peor bis de la histioria se reproduzca ad infintum, cuanto más tiempo, mejor.
Y así, periódicamente, vuelve a la misma letanía, incansable, y ya como telón de fondo al que no se le hace caso, como a los decorados de una zarzuela. Cuando abre la boca ya se puede saber qué dirá, porque le pagamos para eso. Para recordatorio necrológico de la verdadera democracia. Para que nos recuerde hasta que punto somos los responsables de lo que nos pasa.
Una muestra más de tan insana costumbre:
Felipe VI El rey entra en escena en pleno juicio al 'procés': "No hay libertad sin leyes"
Pese a no hacer alusión alguna a Catalunya ni al juicio contra los políticos que desde el pasado martes se sientan en el banquillo de los acusados del Tribunal Supremo, el rey ha pronunciado un largo discurso plagado de referencias a cómo la ley es un elemento intrínseco de la democracia.::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Querido ciudadano Felipe Borbón:
Es muy normal que estés tan agradecido a la Ley, puesto que tú le debes todo a una ley promulgada por un dictador y refrendada por el miedo y la opresión del entorno franquista, en modo Constitución perentoria y de tapadillos varios. Es lógico que en tu condición de ciborg político diseñado para un determinada función desde que naciste, no puedas pensar que el hecho de que se le ponga la etiqueta de "ley" a un atropello cívico y ético, la convalida como legítima y verdadera en cuanto a DDHH, dignidad, igualdad, justicia fetén y respeto a la inteligencia del prójimo y a sus necesidades sociales.
Ni a ti ni a tu papá os ha elegido nadie, no sé si lo puedes entender. Por más que una ley o muchas se emperren en promulgar esa fantasía, -dejémosla como eufemismo, que no me gustan las groserías-.
Una ley para ser válida, respetable y digna de cumplirse, tiene que ser ética, democrática, igualitaria y decente, y sobre todo de todo: basada en la VERDAD y la TRANSPARENCIA de lo que dice pretender -sin exclusiones ni excepciones de casta-. Es fundamental que sea coherente y que cumpla en realidad lo que pretende exigir como cumplimiento a los legislados.
Precisamente el fallo garrafal que está cometiendo ese "imperio de la ley" que te hace posible como gerifalte y a tu real familia como chollo, es el mismo que está vulnerando y degradando a la propia ley, en el caso catalán, por su incongruencia.
La ley nunca es válida si se impone desde la potestas, del imperator que es la fuerza bruta de los 155 y sus totalitarismos piolineros y exterminadores de estatuts y apalizadores de ciudadanía inexplicables en siglo XXI, mientras amparan corruptos como gobernantes y jefes de estado irresponsables gracias a ese tipo de ley, mientras en un espantoso y vergonzante agravio comparativo y desigual, juzga y condena la libertad de expresión pacífica y conculca el derecho a expresar el deseo de ser independientes de un poder, que por cierto con su estupidez y ceguera supinas da razón y justificación a las reivindicaciones que se le hacen desde las bases sociales, queriendo que se cambie de materia y de espíritu, o en caso contrario, tener derecho a ser libres de tantas arbitrariedades y destarifos, para desobedecerlos en conciencia, sin incurrir en delitos inventados ad hoc.
La Ley solo es válida y merece ser obedecida si su base es la auctoritas moralis. El derecho solo es DERECHO si no está retorcido y tramado por cloacas, alcantarillas y togas rimbombantes, por mucho abolengo que tengan en su pedigrí.
No sé si entenderás estas explicaciones, pero, no te preocupes, Felipet germá de espècie, que es comprensible la dificultad para entender cosas tan diversas y aparentemente tan desproporcionadas para quien no las frecuenta, especialmente si a uno se le des-educa desde que llega al mundo para dedicarse al monocultivo del totalitarismo rebañil y encima hereditario, con corona, toison y todo el aparataje, y además le han dado el cayado de pastor-jefe y encima vive como un marajá a costa del rebaño. Son demasiadas cosas para un solo cerebro entendedor, ¿verdad? Es completamente lógico que no entiendas ni chufa de estas plebeyeces, pero bueno, como sugiere el chiste de Fontdevila que encabeza el texto, por fortuna, tienes una compañera que seguramente puede ayudarte "a nivel de usuario", porque antes de ser tu consorte, tuvo "la sorte" de ser libre para poder entender y elegir entre varias opciones. Fíjate si hasta te eligió a ti, pudiendo darte calabazas, y haciendo uso de esa preciosa libertad, que se le quita "por ley" a gusto del manipualdor y morzada para los manipulados, a quienes opinan que en vez de a ti, preferirían una república...
Ya se sabe de qué va eso de ser ciudadanía antes que capitostes de género, número y caso. Sobre todo cuando el caso consiste en la imposibilidad de hacer compatibles dos sistemas antagónicos: democracia y monarquía. No se puede hacer nada con dos fuerzas soberanas antitéticas sin decantar una elección entre: la que dice la Consti, el pueblo soberano y tú como igualmente soberano con tu parentela, que también dice la Consti. Comprenderás, bonico, que ese disparate constitucional a la fritanga de dos soberanías enfrentadas solo lo pueda solucionar un referendum de estado y no solo en Catalunya. Si queremos ser federales y solidariamente independientes, los españoles deberemos elegir entre la libertad responsable como plurinacionalidad o el corralón de la granja bajo tu paraguas zarzuelero. Ya ves.
Tarde o temprano vas a tener que afrontarlo como Hamblet. ¿Ser o no ser? Qué será mejor ¿llegar hasta cansar y agotar al pueblo que me soporta encandilado por el fascismo banderista y que acabará por convertirme en un pelele como la Casa de Saboya con Mussolini o por echarme con cajas destempladas como a mi bisabuelo Alfonso XIII? ¿O tal vez sería mucho mejor proponer que el pueblo se exprese libremente y diga si me acepta o no? En caso de que me alijan habré conseguido lo que nunca consiguió mi padre ni ningún otro antepasado: ser un monarca legítimo y elegido mayoritariamente por su manada de borregos correspondiente y sin que haya que recurrir a leyes espurias para poder reinar maquillados de lo que no se es, eso sí, en plena garantía política y moral. Y en el caso de que no me eligiesen, quedaría como un verdadero rey laico de la decencia y de la justicia con la noble demostración de mi buen sentido y de mi ética, así me convertiría en un honorable y ejemplar ciudadano de a pie, digno de confianza y respeto, me rescataría a mí mismo y a mi familia de la etiqueta de gorrones, sanguijuelas y demás parásitos con que ahora se nos define socialmente, y quién sabe, si hasta digno de formar parte del Consejo de Estado, ¿por qué no?, con mucho tirón y respeto, con esas cualidades demostradas para la política honesta, y ¡por fin!, por mis propios méritos, y no por ese apellido que tratando de hacerme especial, en realidad me convierte en el simple número de una lista de fantasmas emparentados por la ranciedumbre de un inútil abolengo roñoso, que ya a nadie le importa, y seguramente, mucho más querido y apreciado que con este disfraz de rey de bastos-oros-copas y espadines, ya, a estas alturas de la historia, absolutamente patético y fuera de lugar en cualquier país con dos dedos de frente.
Sería como ganar el Nobel de la inteligencia y de la honestidad. Inseparables cualidades del amor y la lucidez.
Quizás sea mucho pedir, pero que por esperarlo y formularlo no quede.
En resumen: quede claro que una Ley sin ética ni moral, sin humanidad ni empatía porque no respeta los derechos que afirma defender, sin un propósito regenerador y sin orientación constructiva, y que da lugar a que pueda ser usada como arma política de castigo en plan venganza contra individuos o/y colectivos sociales incómodos pero no delincuentes, y que justifica y exculpa la violencia estatal contra las manifestaciones pacíficas de la ciudadanía, no solo no es legítima ni moralmente lícita por muy de "legal" que se quiera calificar (de hecho, cualquier cosa en un estado de injusticia y desigualdad se puede convertir en ley, quienes padecimos la 'legalidad' de la dictadura lo sabemos muy bien), es que, además, un bochinche semejante es una traición a la propia democracia, y tenemos el deber legítimo de desobedecer esos dislates. Una realidad imprescindible en un estado democrático es que la legalidad no se confunda con la legitimidad aunque las dos sean deseables en el mismo paquete jurídico. Lo diga Agamenón o su porquero:por encima de todo deben estar la legitimidad democrática y la licitud ética, que luego se convierten en ley y en decreto mediante la legalización que las materializa en la práctica. Pero materializar la injusticia, deslegitima e invalida moralmente cualquier ley. Y no hace falta ser separatista para entenderlo. Yo no lo soy y estoy totalmente en contra de que las leyes se conviertan en material de desecho a merced de los intereses que temporalmente manden en el estado. No se puede estar a mereced de criterios particulares, parciales e interesados y llamarse Justicia, y un estado así no es una democracia, sino un desastre, en el que la letra con sangre entra aunque su texto no tenga ningún mensaje verdadero ni aporte nada encomiable ni justo.
De momento, eso, Dèu n'hi do!
Sería como ganar el Nobel de la inteligencia y de la honestidad. Inseparables cualidades del amor y la lucidez.
Quizás sea mucho pedir, pero que por esperarlo y formularlo no quede.
En resumen: quede claro que una Ley sin ética ni moral, sin humanidad ni empatía porque no respeta los derechos que afirma defender, sin un propósito regenerador y sin orientación constructiva, y que da lugar a que pueda ser usada como arma política de castigo en plan venganza contra individuos o/y colectivos sociales incómodos pero no delincuentes, y que justifica y exculpa la violencia estatal contra las manifestaciones pacíficas de la ciudadanía, no solo no es legítima ni moralmente lícita por muy de "legal" que se quiera calificar (de hecho, cualquier cosa en un estado de injusticia y desigualdad se puede convertir en ley, quienes padecimos la 'legalidad' de la dictadura lo sabemos muy bien), es que, además, un bochinche semejante es una traición a la propia democracia, y tenemos el deber legítimo de desobedecer esos dislates. Una realidad imprescindible en un estado democrático es que la legalidad no se confunda con la legitimidad aunque las dos sean deseables en el mismo paquete jurídico. Lo diga Agamenón o su porquero:por encima de todo deben estar la legitimidad democrática y la licitud ética, que luego se convierten en ley y en decreto mediante la legalización que las materializa en la práctica. Pero materializar la injusticia, deslegitima e invalida moralmente cualquier ley. Y no hace falta ser separatista para entenderlo. Yo no lo soy y estoy totalmente en contra de que las leyes se conviertan en material de desecho a merced de los intereses que temporalmente manden en el estado. No se puede estar a mereced de criterios particulares, parciales e interesados y llamarse Justicia, y un estado así no es una democracia, sino un desastre, en el que la letra con sangre entra aunque su texto no tenga ningún mensaje verdadero ni aporte nada encomiable ni justo.
De momento, eso, Dèu n'hi do!
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