La madre de todas las tendencias
Un dato preocupante
para los dos grandes partidos del bipartidismo: entre ambos aportan la
tercera parte del alto volumen de indecisos
La primera ronda de encuestas tras la convocatoria de elecciones es deprimente para quienes pensaban que el adelanto electoral era la oportunidad de sus vidas
La primera ronda de encuestas tras la convocatoria de elecciones es deprimente para quienes pensaban que el adelanto electoral era la oportunidad de sus vidas
La primera ronda de
encuestas tras la convocatoria de elecciones no puede resultar más
deprimente para quienes pensaban que el adelanto electoral era la
oportunidad de sus vidas. Todas apuntan a una repetición del actual
escenario de ausencia de mayorías o mayorías escasas e inestables. Que
apenas un mes después se celebren elecciones europeas, autonómicas y
municipales apunta a una larga postcampaña y a una más que peligrosa
institucionalización de la ingobernabilidad. Si alguien pensaba que las
sociedades divididas se gestionan mejor votando va camino de obtener
otra evidencia, otra más, de su error.
En la derecha,
como era previsible, Vox es el gran ganador de la absurda estrategia de
populares y naranjas de competir en el espacio y con la agenda de la
derecha extrema para que la derecha extrema no les robe la derecha y el
centro. Como también parecía lógico, el Partido Popular resiste en la
frontera del 20% del voto y no da síntomas de ir a bajar mucho más. Es
Ciudadanos quién parece ofrecer signos de flaqueza, síntoma evidente del
desconcierto que podría haber provocado en muchos votantes naranjas el
veto a cualquier pacto con los socialistas.
Pedro Sánchez consigue un realineamiento del voto de la
izquierda, pero está aún muy lejos de la polarización que busca avisando
a diario del triple peligro de las tres derechas. Todo apunta a que se
quedará con algo más de la tercera parte de los votos y la
representación que ostentaba Unidos Podemos. Pero también que el
deterioro morado empieza a estrecharse como nicho de mercado. Tampoco
parece que la apelación constante a la moderación y a situarse entre el
polo de la derecha y el supuesto polo radical nacionalista le esté dando
para beneficiarse del parón de Cs. Un dato preocupante para los dos
grandes partidos del bipartidismo: entre ambos aportan la tercera parte
del alto volumen de indecisos.
Es muy pronto para dar
validez a estas tendencias de voto. Pero hay una tendencia clave que se
mantiene estable desde hace meses, que no se ha alterado ni con la
convocatoria del 28ª y que va a decidir los resultados de abril: la
participación podría resultar más baja que en 2015 y 2016; puede que más
de 5 puntos. Esa desmovilización proviene en su mayor parte de la
izquierda. No parece que una campaña negativa, dedicada a avisar de los
peligros y amenazas que traería una victoria de los otros, esté
consiguiendo movilizar a ese porcentaje de abstencionistas; los únicos
que podrían romper con su decisión de ir a votar el bloqueo que
pronostican los sondeos. A lo mejor valdría la pena probar si funciona
un mensaje y un discurso dedicado a dignificar la política y tratar al
elector como un individuo racional e inteligente, no como un animal
asustadizo y gregario. Cuando se agotan los adjetivos y las
descalificaciones, siempre se puede probar con las ideas.
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