El alarido de Ronaldo
EL PAÍS
A veces todo grita sin sentido.
Otras veces es el sentido quien grita
de por sí hasta perder la voz
en la marea del absurdo.
Y sin embargo,
el grito que desgarra es el del silencio.
El grito que se escucha
sin que apenas se oiga
el roce de un hoja cayendo en el alcorque
mientras pasas y te quedas un poco
contemplando.
El grito que se escucha en la mirada
de quien mira sin ver
o lee sin comprender
como nace la flor en el jazmín
o la brisa marina al mediodía
despeina las palmeras
sin pedirle permiso a la rotonda.
A veces todo grita sin sentido.
Otras veces es el sentido quien grita
de por sí hasta perder la voz
en la marea del absurdo.
Y sin embargo,
el grito que desgarra es el del silencio.
El grito que se escucha
sin que apenas se oiga
el roce de un hoja cayendo en el alcorque
mientras pasas y te quedas un poco
contemplando.
El grito que se escucha en la mirada
de quien mira sin ver
o lee sin comprender
como nace la flor en el jazmín
o la brisa marina al mediodía
despeina las palmeras
sin pedirle permiso a la rotonda.
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