martes, 1 de julio de 2014

La voz de Iñaki

Más argumentos, menos dossiers

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Qué bien, Iñaki. Qué alivio escuchar hoy tus argumentos, en un país donde argumentar es un verbo que se conjuga poquísimo. Se sustituye como un hábito normalizado por otros como despotricar, regurgitar, escupir, insultar, degradar, calumniar, bufar, cocear, y en los casos de menor cuantía por embarullar, confundir, mentir, manipular o complicar etc, etc...

Tengo la sensación de que habría que revisar el contenido semiótico con que clasificamos las derechas y las izquierdas. Esas palabras se adoptaron hace mucho tiempo para definir posturas políticas y actitudes sociales, pero están tan sobadas y deslucidas, se resbalan por contenidos tan ambiguos y estrafalarios  que están rozando ya la descalificación.

Tradicionalmente la derecha ha sido y es sinónimo de conservadurismo y apego a lo viejo aunque se caiga a  pedazos, de rigidez en las ideas, de nula creatividad, se sustenta con la repetición de lo conocido aunque sea terrible, de cerrazón, de individualismo, de capitalismo depredador y de miedo a los cambios que no vengan de sí misma. Acrítica con el poder mientras ese poder favorezca sus intereses. Antidemócrata si tiene que admitir lo diverso, pero muy "demócrata" cuando alcanza mayorías absolutas y las usa como rodillo 'legal' que en ese mismo truco se convierte en ilegítimo e ilícito. De moral ambigua, férrea en temas sexuales y reproductores, que puedan ser motivo de "escándalo" y absolutamente laxa en lo privado como en temas de abusos de todto tipo en secreto, económicos, financieros, institucionales, y sociales  que atañen al bien común, a los derechos humanos y a la dignidad de las clases medias y humildes. Corrupción y caciquismo, que se confunden con normalidad y forma de entenderse. Un concepto clientelista y mercantil de la "justicia". Concepción totalitaria del Estado como rodillo, pero también como fuente de enriquecimiento particular que lleva a destruirlo mediante políticas de un sistema privatizador que aporta el liberalismo arbitrario que sólo se aplica en el tema económico. Totalitarismo social y liberalismo financiero. Imposición del credo religioso de la mayoría con el mantenimiento público de creencias privadas. Un sistema fiscal que protege y desgrava a los grandes capitales y estrangula las economías medias y modestas, condenadas a pagar impuestos que les son desgravados a las grandes empresas y capitales. La ruina en todos los sentidos.

Tradicionalmente la izquierda, opuestamente en hipótesis, representa la innovación, el riesgo de inventar futuro, apertura, igualdad en derechos libertades y dignidad, respeto a las diferencias, pluralidad, escucha y diálogo para consensuar. Flexibilidad. Inteligencia frente a marrullería. Paz social basada en el estado de derecho. Transparencia por encima de enjuagues. Argumentos y razones por encima de visceralidad e imposiciones irracionales. Limpieza anticorrupción. Y preocupación máxima por el bien común logrado mediante procedimientos éticos, democráticos, humanitarios y solidarios. Aplicación de la justicia universal sin excepciones. Separación de poderes. Aconfesionalidad del Estado. Y fomento de las competencias estatales para garantizar el bienestar, la igualdad de oportunidades, la garantía de asistencia primaria y apoyo  para todos los ciudadanos, mediante el sistema de impuestos aplicado proporcionalmente según sean los ingresos de los contribuyentes.

El bipartidismo español durante 36 años ha tenido tiempo más que suficiente para marcar esas diferencias, pero ha hecho todo lo contrario: se ha fundido en una misma praxis económica que no permite el desarrollo de un programa de izquierdas. Se ha logrado que el Estado, garante de derechos y libertades, se convierta en el enemigo number one , torturador del ciudadano y en destructor de todos  los logros sociales y culturales que la humanidad ha conseguido en los últimos 250 años de trabajo y generaciones empeñadas en la evolución hacia un mundo muy distinto al que estamos soportando. El bipartidismo se ha degradado. ¿La causa? No haber tenido la lucidez  de terminar con el pasado de la dictadura franquista que ha seguido activa con un lavado de cara monárquico, pero con un rey educado y teledirigido por los lazos con su mentor político, desde su propio inconsciente y su propia psicoemocionalidad, puesto que el dictador le "secuestró" y le educó, desde niño,  le dio forma a su carácter y a su mundo íntimo. Le inoculó sus "valores". Lo que se graba en la infancia y adolescencia nunca se borra. Franco lo sabía y lo hizo para atar todo a la perfección. La oligocracia que medró en la dictadura ha hecho el resto. La transición fue una intentona acomodaticia por el lado de la izquierda y una gran ratonera por del flanco derecho. Por miedo de la izquierda e imposición de la derecha no se ha solucionado la memoria histórica. La guerra la sigue ganando el fantasma de Cuelgamuros. Las víctimas siguen siendo "los malos" y los tontos que pierden. Ha cambiado lo aparente, pero lo básico ha seguido en pie. Miedo, miedo. Y miedo.

¿Qué ha pasado ahora? Que gracias a la crisis se ha visto el juego sucio de esa historia oculta, hasta qué punto la izquierda se ha enredado ilusamente en las redes de la derecha y ha terminado compartiendo la misma madriguera, pero no como dueña en igualdad, sino como sierva por miedo y ceguera, que la han llevado a confiar más en el "sistema" fácil y cómodo, "democrático" de salón, que en la ciudadanía a la que debería representar y a la que en cambio ha  sacrificado entregándola al dragón del pp. Y tirando por la borda los cien años de honradez del bueno de Pablo Iglesias, que, providencialmente, parece  haberse decidido reencarnar en sí mismo y presentarse con un nuevo y viejísimo proyecto cívico, que ya había ido diseñando y creando el 15M durante tres largos y espléndidos años de esfuerzo, siembra, compromiso y solidaridad inteligente; un proyecto cimentado y levantado desde la base social y que cada día aumenta no sólo en número sino, sobre todo, en métodos, preparación, organización y fundamentos solidarios para solucionar cada problema que surja puntualmente, lo mismo que para afrontar estructuras estatales de innovación, que eliminen la innecesaria represión y la injusticia en las esferas del poder que se están derrumbando por sí mismas y dejando un hueco enorme vacío de contenido pero lleno de esperanza.

La dinámica política siempre había sido al contrario que ahora: primero se formaba un partido, se estructuraba una base de poder que luego se ofrecía a los ciudadanos y ciudadanas, que por supuesto es notorio que pertenecen a otro estrato distinto al de los dirigentes. Son ignorantes. Incultos. Necios y facilísimos de convencer con cualquier tontuna demagógica. Grandes palabras, gestos ampulosos, verborrea por un tubo y tonterías las justas para que muerdan el anzuelo y ya no lo suelten. Y a medrar que son dos días o si hay suerte, toda la vida en mamandurria lacastense, si se consigue colar el gol de la "estabilidad" en los cargos para que todo permanezca atado y bien atado a la billetera.
Y ahora es otro cantar. Han sido los ciudadanos, abofeteados y hechos picadillo,  los que primero se han puesto en marcha saliendo a la calle, acampando en las plazas, repartiéndose en iniciativas, protestas creativas, comunidades, supermercados, bares, juzgados, farmacias, parques, escuelas, centros de jubilados, despachos, peluquerías... y han terminado por diseñar de escalón dialógico en escalón político, su propio modelo de partido, lo que necesitan, y cuando lo han tenido claro se han fijado en Pablo Iglesias, el chaval de la Tuerka y en J. Carlos Monedero, su compañero de destornillador. Y les han dicho "¿Nos aceptáis como representados, que somos muchos, millones, y no nos conocemos ni cabemos en ningún Parlamento, y vosotros desde la Tuerka y los medios podéis ir contando lo que queremos y creemos que PODEMOS hacer?" Así ha sido. Es ésa la novedad, Don Iñaki. Algo bueno tenían que tener la tele y las redes sociales ¿no?

Anteayer escuché en una entrevista a Pablo Iglesias desde  Bruselas, como un periodista italiano le preguntaba si PODEMOS tiene algo que ver con Il Movimento 5 Stelle de Beppe Grillo. Me dio la risa. Porque es todo lo contrario. Beppe Grillo es un actor de derechas padanas que se ha inventado un partido a su imagen y semejanza. No pensando en el bien común, ni mucho menos, sino en lo que a él le apetece. Lo mangonea todo desde twitter y desde su blog. Ha blindado a sus diputados y les ha prohibido responder a entrevistas de prensa, tv y radio, sin su permiso y previa revisión de los cuestionarios. Insulta al mejor estilo Berlusconi, es un zafio y un facha de lo más garrulo. Los votantes le van a dejar en cuadro en la próxima ocasión. No tiene sustancia, ni Norte ni Sur, es la mindundez quintaesenciada, ni más programa que ir haciendo lo que le apetece a él según le roten los humores. Lo demás le importa un pimiento. Es un canapé de ego escénico y político. No sabe dialogar sin ponerse como Alfonso Rojo y ElisaBeni en un mismo pack. Con los gritos verduleros de ella y las estupideces y groserías mentecatas de él. Hasta Maruhenda e Inda resultan modélicos ante las animaladas del tal Grillo. Me quedé de piedra cuando escuché al periodista italiano, al que Pablo Iglesias despachó como él sabe hacerlo, con una educación exquisita y explicándole las diferencias entre ambos partidos y que  nunca ha tenido el placer de hablar con ni conocer a Grillo.

Si Podemos fuese un movimiento de extrema izquierda, como sugiere Iñaki, no habría en sus asambleas y círculos tanta participación de personas escapadas de la derecha, del centro, del socialismo, de izquierda plural, de estamentos como el de la justicia y la abogacía, como de la cultura y la universidad, como de la investigación y la ciencia, de la educación y la salud, y de las pequeñas y medianas empresas e incluso militares y miembros de las fuerzas de seguridad. Mucho más extrema es IU pero como es un partido domesticado y está funcionando con los mismos mecanismos impuestos por la casta, ya no se considera "peligroso" para la fatídica casta,  aunque sea mucho más leninista y stalinista radical en sus método internos y con mucho más violento "odio de clases" que Podemos, que no odia nada ni a nadie, por principios. Respeta y valora a todos, pero sabe lo que quiere porque su "militancia" es su poder pedagógico noviolento y despertador de conciencias a pie de calle, sin gastar un duro en autobombo, sin carnets, sin pensiones-sicav, sin ayuda del Estado ni de los bancos ni de las grandes fortunas, con miles de desempleados en sus filas, pero nada parados, con la prensa más poderosa en contra y los mastines rabiosas de la noche obtusa ladrando e intentando morder. Aunque hay una buena provisión de huesos para roer en su propia despensa que les van alimentando y entreteniendo. No nos preocupan. Porque nuestra preocupación principal es el dolor del prójimo, estar al lado del que sufre, ofrecerle lo que tenemos y lo que PODEMOS. Llegar con el corazón, la mente, el alma, la justicia y el bien común, a donde ese Estado de corrupción no quiere ni puede llegar porque no cabe por la puerta con tanto maletín adosado. 

Nuestro lenguaje es la misma vida que compartimos. Y nuestro populismo, el amor al prójimo como a uno mismo y todo lo demás, que es mucho, requiere trabajo constante, atento y desinteresado, que ya es remunerador en de por sí. La satisfacción y la alegría de un desahucio impedido, de una vida rescatada del lumpen, de una persona curada de tristeza y parálisis social, de una participación que cambia el rumbo de decisiones municipales o de la justicia o de un funcionario que toma conciencia y cambia su manera de funcionar, ya son el mejor salario. La mejor subvención que podríamos recibir.

Hay personas muy escarmentadas que dudan, es natural, después del timo de la infinita transición sine die. Se comprende perfectamente el escepticismo y que la gente esté más que escaldada, porque nosotros mismos hemos pasado por ese estado y hemos salido cuando hemos visto codo a codo en la PAH y en las mareas, que Sí se PUEDE. Pero ya lo irán viendo por sí mismas, y tampoco hay prisa y lo que interesa es la evolución de las conciencias mucho más que los votos, ni las adhesiones entusiastas sin fundamento ni cambio de óptica. Ni que nos digan : "no nos defraudéis"  o "Pablo no nos falles", mientras la peña se toma cervecitas viendo un mundial de fútbol donde La Roja simboliza y es la metáfora perfecta del batacazo moral español más gordo en todos los sentidos desde 1898. Sin una guerra civil sin ninguna desgracia telúrica ni climatológica, sin  cólera ni  peste que contabilizar, tiene narices que se hunda un país sólo por avidez, latrocinio, irresponsabilidad y carencia absoluta de ética y de sentido político y social.
El éxito de PODEMOS, precisamente, estriba en  que nos importan mucho más las personas que el proyecto, porque hemos descubierto que sin personas que se empoderen de su responsabilidad ciudadana, participativa, dialógica, activa y solidaria, los proyectos se derrumban solos. Y ya no tocan más derrumbes. Las  personas, su dignidad, sus derechos y libertades, son el único proyecto que nunca fracasa. El único que vale la pena. Y que mueve montañas.

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