Un signo de este tiempo es que afortunadamente disponemos de toda la información que necesitamos para conocer lo que nos interesa e impedir de ese modo que el poder de unos pocos, que parece que lo saben todo de todo y de todos, decida por nosotros en cuestiones tan importantes como la Economía, que como ya comentamos un día, no significa simplimente manejar dinero, -eso son las finanzas- sino la inteligencia que normatiza los procesos de gestión de todo lo que necesitamos para vivir con dignidad. O sea, como administrar e invertir los recursos de que disponemos y como poder adquirir, crear y poner en marcha esos recursos y los nuevos que vamos creando según necesidades. Algo que siempre se ha centrado en el tema de los números, las matemáticas y la estadística, pero la Economía es mucho más, es filosofía de la existencia diaria, es sociología antropológica y es también derecho y justicia, es poesía de lsa cosas corrientes que se transforman en vida o en destrucción. Es política en cuanto que considera la "oikós" -la casa- y su "nomía" -uso de las normas- como aplicable en la Polis, ciudad. En realidad Política es hacer que las normas del funcionamiento administrativo de la "casa" se puedan compartir y gestionar en común mediante el ejercicio de la democracia, que nació para eso, precisamente, para ordenar lo común mediante la participación de los politeis, ciudadanos.
La forma histórica en que nos hemos venido manejando no ha permitido hasta ahora que la ciudadanía se implicase en la marcha del Estado y se ha ido creando un bucle de poder en el que una minoría de "enterados" y con pasta para comprar lo que sea, apoyada en la tramoya por esa misma pasta, presenta un programa gestor, ante una mayoría que se considera incapaz de gestionar lo común y por eso delega mediante el voto. Y se les votaba y se confiaba y se acababa defraudados en todos los aspectos, porque las expectativas de los programas nunca eran reales al completo,sino anzuelos para picar, y porque las exigencias de los mentores en la rebotica acaban imponiendo sus deseos y presiones, haciendo que la economía les sirva para seguir agrandando y multiplicando para beneficio de ellos mismos, una sola de las herramientas: el dinero y olvidando la finalidad última de la economía: la organización del bien común, a la que el dinero debe servir y no esclavizar, mediante un código deontológico ético, que no existe para los gobernantes, que juran "por su honor" o "por su dios", cumplir unos principios que ellos mismos se sacan de la manga. Que han decidido y definido según sus intereses y demagogias varias. Se presenta a los votantes ya terminada y pensada por la minoría de prebostes, pero de espaldas e la ciudadanía, "pensando por ella" y en lugar de ella, en pleno despotismo camuflado de "representación".
No se había debatido nunca entre los ciudadanos el texto de una Constitución, hasta que en 2011 los islandeses hicieron el primer experimento on line. Y consiguieron cambiar lo que sobraba y añadir lo que faltaba. Redactar una Constitución es también Economía, porque en ella estarán definidas las formas y modos de gestionar legítimamente la legalidad de la gestión pública y privada. Con deberes y derechos bien claros y repartidos.
La irrupción de una nueva conciencia política y económica en la sociedad, que ha despertado a resultas de esta crisis de diseño globalizador, está poniendo en el candelero todas las asignaturas pendientes, todos los agujeros mal tapados bajo una alfombra remendada y llena de zurcidos chapuza que ya no consiguen disimular lo que hay. Y es un peligro para toda la sociedad, incluidos los mismos ricos, que han tomado una vía terrorífica y suicida hacia el vértigo de un exterminio sin barreras, tanto de las personas que utilizan como peones de ajedrez de usar y tirar, como de la misma Naturaleza que proporciona las fuentes de energía, que en tales manos cada vez dan para menos y se agotan antes, al no ser ni sostenibles ni renovables ni sanas. Esto lo perpetran sin miramiento ni escrúpulo alguno, sin reflexión, sin escuchar a los investigadores que no apoyen su voracidad y su cortísimas miras. Su avidez prefiere la depredación, la desertización y la desolación, de los pelotazos in situ y ad hoc, antes que la inteligencia de lo sostenible, de lo que mira por el bien de todos, y produce unos beneficios en salud, estabilidad, fluidez, bienestar y prosperidad para la mayoría, trabajando por el bien común. Se suponía que las izquierdas funcionaban con esas premisas intencionales, pero la práctica ha demostrado que también las izquierdas fallan cuando los individuos que las integran, se desintegran éticamente y ceden al miedo, a las presiones y a las prebendas giratorias que acaban por igualarlas en la práctica a la derecha más retrógrada e inmoral. Con el resultado, por ejemplo, de un Felipe González ejecutivo de empresas privadas a las que favoreció en su día o de unos ERES andaluces o de unas pensiones-sicav para diputados, o de unos candidatos "jovencistas" que viven a cuerpo de rey de la política y de la economía pública, no para hacer una política viva y resolutiva -economía justa- y luego, en cuatro u ocho años, irse a vivir de sus profesiones independientes. Y punto. Pues no, vegetarán en el "partido" cobrando retroactivamente hasta que se mueran de viejos...
La confianza de los ciudadanos en este sistema se ha esfumado para siempre. Y ya en el 15 M decidieron cambiar de óptica, ahora PODEMOS es el resultado de ese cambio. PODEMOS está capacitado para construir sociedad y política sanas desde una arquitectura económica a la que está empezando a poner las bases. Mareas y PAH lo confirman cada día, Gamonal, desahucios impedidos, ocupaciones legales de viviendas públicas y vacías, la desautorización de las privatizaciones en la sanidad de Madrid, la imputación de los corruptos, las sentencias favorables ante el derecho a la libertad de manifestación y la legitimidad del escrache como denuncia ante los abusos indecentes y tantos aciertos logrados que poco a poco van abriendo camino hacia la liberación de este estado de delincuencia generalizada donde ladrones y cómplices silenciosos se ponen las botas gobernando contra los ciudadanos.
La mejor economía es la que no especula, la que se centra en el problema concreto y lo resuelve o lo disuelve, la que coloca las leyes al servicio de la sociedad y no admite una sociedad aplastada a base de leyes corruptas, perjudiciales y ridículas, donde los ladrones medran y evaden y los honestos pagan y sufren recortes en todos sus derechos ya pagados con creces. Desde ese descubrimiento los ciudadanos se unen y confirman que juntos, informados, conscientes, responsables y solidarios, sí se pueden cambiar las cosas. Que la Economía es mucho más que números y tablas comparativas de datos, que también es amor imprescindible a la verdad y a la justicia. A la humanidad con la que compartimos Planeta, atmósfera, sentimientos, cualidades, defectos y recursos, por encima de ideologías manipuladoras, de religiones fraudulentas y sectas de poder económico que aspiran a dejar este mundo como un desierto lleno de basura, en el que su misma estirpe, su casta, se está hundiendo sin advertirlo y sin remisión.
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