Cuando el miedo cambia de bando
Nervios, hay muchos nervios entre la
fauna hegemónica. Y preocupación, en algunos casos llevada al paroxismo.
Y tienen motivos para ello, claro que sí.
Hasta ahora nadie ha tosido a los y las
que han jugado a convertir el país en su cortijo, y quizá sea ese hecho,
el de la confianza, el que les ha llevado a sentirse definitivamente
inmunes, y con ello a aumentar el despropósito de sus actividades
‘irregulares’. Si fueran más listos hubieran previsto que las tortas son
más grandes cuanto más alto estás, pero no lo han hecho y ahora toca
improvisar. Y es que debe ser una sensación espantosa comprender que, de
repente, la fortaleza inexpugnable que creías haber construido en tus
nubes, resulte no ser sino un castillo de naipes a merced del viento.
No se trata solo de perder los
privilegios, las prebendas, el estatus, o de ver desmontado todo el
entramado de las redes clientelares. Es mucho más. No se puede fallar a
quien te ha colocado ahí, porque hay gente muy ingrata, y puede que si
ya no les sirves, te desamparen. Si a esto le sumamos que existan
poderes del Estado que quieran congratularse con el nuevo poder
legislativo y/o ejecutivo, y es más que previsible que ocurra, pues… el
panorama no puede ser más lóbrego para algun@s.
Nada de lo que está ocurriendo escapa al surrealismo más real. Los intereses se han puesto a flor de piel y todo vale.
En un país equilibrado, en una situación
normal, lo previsible es que el nacimiento de un movimiento como el de
Podemos hubiera sido recibido como fueron recibidos partidos bastante
más polémicos como UPyD, Ciudadanos, o Vox (y tantos otros), para los
que, como por otra parte es razonable y deseable, no ha existido ninguna
criminalización desde ningún medio o competidor político más allá de
las críticas habituales y naturales en el circo político. Y parece que
hubiéramos podido esperar lo mismo en este caso, máxime cuando Podemos
no puede considerarse un partido radical en ningún sentido y sus
propuestas son netamente democráticas. Pero no ha sido así por lo
anteriormente comentado.
Evidentemente ninguno de esos otros
partidos pone en riesgo, incluso multiplicando su aceptación, el modelo
de castas existente porque no dejan de ser engranajes de ese mismo
sistema. Pero Podemos sí representa un riesgo enorme, y la respuesta no
se ha hecho esperar. De la pretendida indiferencia se ha pasado al juego
más sucio, más tendencioso, más miserable. Más inmoral, más ilegal. Y
esto no ha terminado.
Pero ¿por qué tanto miedo si Podemos no ha ganado nada?
Por esto:
La gráfica está confeccionada con los datos de intención directa de voto de la encuesta
que Metroscopia tenía preparada para el diario El País y que finalmente
no ha querido publicar en su edición impresa –y que ha relegado a un
rincón oscuro en su edición digital–. Y esos, o muy similares, son los
datos que no solo El País y el resto de los medios manejan, sino que
también son los datos que se conocen en las propias encuestas de Ferraz y
Génova.
Y no solo es el de intención directa de
voto, aunque sea el dato más objetivo, el que es temible para esta
gente, sino que el resto de los datos es todavía mucho más preocupante.
En base a la encuesta de Metroscopia, si sumamos este dato de intención
directa a los de ‘probabilidad’ y lo comparamos entre partidos, Podemos
doblaría a PP y PSOE en intención de voto. Y eso ya no es una broma. Lo
mismo ocurre con el dato de ‘rechazo’, en el que Podemos es el que mejor
parado sale con mucha diferencia. 65 de cada 100 personas ‘en ningún
caso’ votarían al PP, 55 nunca lo harían por PSOE y UPyD, y 54 por IU,
pero solo 38 no lo harían nunca por Podemos. Y esto, por si no fuera
bastante el susto, significa crecimiento.
Se entiende que los grandes medios
silencien estos datos, y se entiende cuando se tiene claro que estos
voceros, o mejor, sus corporaciones propietarias, llevan décadas
invirtiendo en sus representantes políticos, en sus comerciales. Pero no
parece que les esté sirviendo de mucho, porque ocultar los datos para
esperar que en los próximos haga efecto la campaña de criminalización
lanzada, y pueda así darse una impresión menos catastrófica, no es una
medida realista. Tampoco ya parece que sea muy perspicaz la reforma de
la LOREG con la que el PP pretendía blindar contra la democracia a
los ayuntamientos, porque visto lo visto les puede salir rana. Y puede
que lo único que les pueda resultar menos lesivo es, como se está
rumoreando, o algo más que eso, el adelanto electoral
para el próximo noviembre, porque eso sí dejaría muy malparado a
Podemos ya que es tremendamente complicado preparar, sin tiempo, la
estructura necesaria para afrontar con garantías unos comicios de esa
envergadura.
Para ellos, para esta gente de la casta,
se trata por tanto ahora mismo, ya no de no perder, sino de perder lo
menos posible. Se presenta el horizonte interesante y espinoso, porque
esta gente, aunque no tanto como nos jugamos el resto, sí se juega mucho
y más desagradable. Y tienen el poder, que es algo que el resto no
tenemos. Y mal perder. El maridaje no puede ser más siniestro.
No nos queda otra que permanecer alerta. Pero ya era hora de tener motivos para hacerlo.
Claro que Podemos.
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