miércoles, 4 de marzo de 2020

¿Corona qué...?


Sucedió anteayer por la mañana. Una cosa habitual. Nada de particular. Volví la esquina y me salió al paso un hombre sin edad, lo mismo podría tener veintimuchos que cuarenta, con una barra de pan envuelta en un papel. Era la imagen de la angustia, su voz temblaba, "señora, por favor, ¿usted me compraría una bolsita de fiambres para hacer bocadillos a mis hijos y a mi mujer? es que en el horno me han dado el pan, y le pido que me lo compre para que me crea, no quiero dinero, sino comida y un techo para ellos y para mí". 
La mañana era fría, y el chico iba en camiseta de manga corta, estaba helado y encogido. Flaquito y triste. Con esa melancolía que dan la resignación y la angustia cuando nacen del mismo agujero negro. La pobreza extrema no sabe mentir y no tiene recursos escénicos.
Le di lo poco que llevaba encima cuando le pregunté qué les pasaba y me respondió que hace dos años perdieron sus trabajos, primero él y luego ella, que tienen dos niños, que ella no tenía derecho al paro porque era asistenta sin contrato, y a él se le había terminado el subsidio, que los desahuciaron por no pagar el alquiler, que se metieron de ocupas en un piso abandonado en un edificio delante de la estación del metro Burjassot-Godella y que al mes de estar allí la policía se presentó con una orden de desalojo inmediato y de ¡alejamiento! Se quedaron petrificados. No tenían ni idea de quién o quienes habrían podido considerarles peligrosos, ni quién podría estar interesado en echarles de una casa destrozada, como estaba el piso que ocuparon, sin luz ni agua. Y tener que desescolarizar a los niños al marcharse del pueblo para refugiarse en València,a ver si había más suerte. Los vecinos del barrio les pusieron al corriente: el denunciante era el dueño del piso de al lado, que estaba interesado en comprar el piso ocupado ilegalmente por ellos, para ampliar su vivienda, que ya le resultaba insuficiente.
El resultado fue que esa familia está actualmente de ocupa en el Parque del Jardín del Tùria, el antiguo cauce del río, y que allí soporta como puede las borrascas, los huracanes, las riadas y los aluviones y que cuando han acudido a una ONG para pedir ayuda y un techo protector, la respuesta ha sido que si no están empadronados no les pueden ayudar. Empadronados, ¿dónde y cómo?
Si esto no es una falacia de democracia, a ver qué es. Igualdad que desiguala, justicia que desaloja sin ver a quienes ni por qué. ONGs de adorno, ya convertidas en empresas y dis-funcionando como tales, en una sociedad que se lava las manos como Pilatos, por el hecho de colocar una sigla delante de los problemas que nunca resuelve, ¿quizás porque si se resolvieran, sus "técnicos" se irían al paro y a vivir bajo un puente como esa familia que acampa en los Jardines del Tùria? ¿Quién se ocupa de los ocupas involuntarios y de sus familias porque no les queda otra? ¿A quién le puede entusiasmar la aventura de okupar casas viejas y hechas un asco y que encima de pobre de solemnidad se le catalogue de peligroso elemento del que hay que protegerse por "ley"? ¿Qué se sentirá cada mañana al despertar muertos de frío o encharcados por las lluvias y zarandeados por el viento gélido, mientras los niños lloran pidiendo un desayuno que no hay o lavándoles los mocos y los churretes como pueden en el grifo de cualquier fuente pública? ¿De dónde sacarán dinero para comprarse mascarillas anticontagio en caso de pandemia? ¿De dónde sacarán los desinfectantes y los medicamentos? ¿Les atenderá la sanidad pública si no tienen contrato de trabajo ni subsidio de paro ni certificado de empadronamiento disponible, o les dirán que no les queda hueco y que se mueran sin montar pollos, en silencio y con la discreción tan kuki del anoni-mato en la tienda de campaña o en un banco de cualquier jardín o paseo bonito, donde la muerte sea una liberación conmovedora y no un castigo social merecido por ser los más pobres de todos, o sea, los más tontos, que no saben qué hay que hacer para sobrevivir comodioshmanda? ¿Quién puede vivir tan pancho trabajando  o cooperando en una ONG que a la hora de la verdad mira para otro lado porque está atada al mismo sistema que pretende mejorar, pero que en realidad solo es un maquillaje más de la miseria de siempre? ¿Qué protección sanitaria tiene esa familia y todos los que están en la misma situación, ante la dichosa pandemia de un virus tan monárquico, como para llamarse "corona"? Ni que lo hubiesen hecho aposta. 
Si los reyes fuesen humanos en vez de robots de lujo, abrirían la Zarzuela y los palacios y casoplones estatales para acoger a los sin techo, y con esos gestos nobles y verdaderamente regios en categoría moral, evitarían de paso que estas barbaridades nos hagan suspirar por una buena república, en la que al menos el Estado no considera a nadie por encima de los demás, sean quienes sean. Y donde cualquier ciudadano tiene el derecho a la dignidad y al decoro que le da el solo hecho de pertenecer a la especie humana.
¿Cómo es posible proteger tantísimo a las mascotas,despreciando y olvidando el sufrimiento de nuestros semejantes, nuestros hermanos y hermanas, hasta la aniquilación de sus derechos y de nuestros deberes sociales, en las mismas instituciones?¿Dónde parará nuestra humanidad, qué habrá pasado con ella? ¿Se habrá montado un viaje espacial de ida sin retorno y flotando por esos andurriales se habrá olvidado de su origen terrestre?

Es imposible que haya una narración más desgarradora que la misma realidad cuando se nos pone delante, sin más palabra ni justa reflexión  que su ineludible y descarnada evidencia.

Nota aclaratoria:
En el Ayuntamiento de Burjassot gobierna el Psoe, en el de Godella, Compromís, y además tiene, este último,  una concejalía que se ocupa de la protección animal. Tomayá. Ninguno de los dos municipios tiene expresamente una concejalía prevista para la protección humana y sus emergencias socio-ppatológicas en caso de pérdida de empleo, y por ello de sueldo, de techo, de alimento, de higiene y de atención cívica y ética de un estado, que se supone democrático y  "de Derecho". 

Sugerencia y propuesta:
En la mani feminista del próximo domingo, los desahuciados sociales y sus familias deben ocupar la cabecera con las mujeres. No es posible un feminismo sano en una sociedad enferma terminal. Todas somos todos. Empezando por quienes más necesitan la empatía, el apoyo, la solidaridad, la compasión. Mujeres, sí, y hombres también, como el chaval de la barra de pan y la tienda de campaña. Padre de familia y mendigo a la fuerza, junto a su pareja, hundida y aniquilada por la depresión.  Necesitamos con urgencia poner en marcha y activar el Amor inteligente en la conciencia colectiva. Ainssss..!

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