lunes, 7 de julio de 2014

El pucherazo regenerador

El pucherazo regenerador



Tan creíble como cuando dijo que nadie podrá probar la culpabilidad de Luis Bárcenas («sé fuerte»), el presidente Mariano Rajoy ha anunciado un plan para «la regeneración democrática». Al parecer es urgente, pero se queda para septiembre. Y por ahora es una propuesta tan estrecha que cabe en una servilleta y aún queda mucho papel para limpiarse. Son dos puntos: reducir el número de aforados y cambiar el sistema electoral en los ayuntamientos para que gobierne el candidato más votado. Son dos trampas.
La propuesta para reducir los aforados llega cuando el PP hace justo lo contrario: en el mismo mes en el que aumentará por la vía rápida la lista de personas que disfrutan de este trato vip en la justicia. El Gobierno ha llevado este privilegio más allá que cualquier otro país de nuestro entorno. El rey Juan Carlos será el único exjefe del Estado de Europa que goce de una protección así. Salvo en Dinamarca, donde toda la familia real es inimputable, no hay otro país civilizado, sean monarquías o repúblicas, donde haya exmandatarios aforados por su responsabilidad anterior. Por eso el Nicolas Sarkozy acabó esta semana detenido y el exrey de Bélgica Alberto II afronta en un tribunal ordinario una demanda de paternidad. Eso es normalidad democrática.
«Cosas indeseables»
En cuanto a la reforma municipal, asusta el planteamiento, que no puede ser más falaz. Rajoy tacha los gobiernos de coalición de «cosas indeseables» y propone que el candidato más votado sea alcalde porque es «quien vota el pueblo». Parece claro el objetivo: blindar el poder municipal del PP a menos de un año de las elecciones. Con los resultados de las europeas, el PP solo tendría mayoría absoluta en dos capitales: Ceuta y Melilla. El resto podría caer frente a las «indeseables» coaliciones, incluidas Madrid y Valencia.
El PSOE ya ha anunciado que se opondrá. ¿Se atreverá el PP en solitario a utilizar su mayoría absoluta para aprobar este pucherazo? Sería un escándalo, pero no sería inédito. Ya lo está haciendo María Dolores de Cospedal, con la segunda reforma electoral en una legislatura en Castilla-La Mancha. Con la excusa de la austeridad, quiere reducir el número de escaños a la mitad. El pucherazo manchego potencia la representación en las provincias donde el PP es más fuerte y eleva el umbral para tener un diputado hasta el 14% o incluso el 18% de los votos. Con esa misma ley, el PP no tendría un solo escaño en el Parlament de Catalunya.
Mas allá de Cospedal, solo hay otro precedente en Europa de reforma electoral unilateral: la del gran demócrata Silvio Berlusconi en el 2005 para mantenerse en el cargo. Fue bautizada, con razón, como la ley porcellum: la cerdada.

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