El pucherazo regenerador
Tan creíble como cuando dijo que nadie podrá probar
la culpabilidad de Luis Bárcenas («sé fuerte»), el presidente Mariano
Rajoy ha anunciado un plan para «la regeneración democrática». Al
parecer es urgente, pero se queda para septiembre. Y por ahora es una
propuesta tan estrecha que cabe en una servilleta y aún queda mucho
papel para limpiarse. Son dos puntos: reducir el número de aforados y
cambiar el sistema electoral en los ayuntamientos para que gobierne el
candidato más votado. Son dos trampas.
La propuesta
para reducir los aforados llega cuando el PP hace justo lo contrario:
en el mismo mes en el que aumentará por la vía rápida la lista de
personas que disfrutan de este trato vip en la justicia. El Gobierno ha
llevado este privilegio más allá que cualquier otro país de nuestro
entorno. El rey Juan Carlos será el único exjefe del Estado de Europa
que goce de una protección así. Salvo en Dinamarca, donde toda la
familia real es inimputable, no hay otro país civilizado, sean
monarquías o repúblicas, donde haya exmandatarios aforados por su
responsabilidad anterior. Por eso el Nicolas Sarkozy acabó esta semana
detenido y el exrey de Bélgica Alberto II afronta en un tribunal
ordinario una demanda de paternidad. Eso es normalidad democrática.
«Cosas indeseables»
En cuanto a la reforma municipal, asusta el planteamiento, que no puede
ser más falaz. Rajoy tacha los gobiernos de coalición de «cosas
indeseables» y propone que el candidato más votado sea alcalde porque
es «quien vota el pueblo». Parece claro el objetivo: blindar el poder
municipal del PP a menos de un año de las elecciones. Con los
resultados de las europeas, el PP solo tendría mayoría absoluta en dos
capitales: Ceuta y Melilla. El resto podría caer frente a las
«indeseables» coaliciones, incluidas Madrid y Valencia.
El PSOE ya ha anunciado que se opondrá. ¿Se atreverá el PP en
solitario a utilizar su mayoría absoluta para aprobar este pucherazo?
Sería un escándalo, pero no sería inédito. Ya lo está haciendo María
Dolores de Cospedal, con la segunda reforma electoral en una
legislatura en Castilla-La Mancha. Con la excusa de la austeridad,
quiere reducir el número de escaños a la mitad. El pucherazo manchego
potencia la representación en las provincias donde el PP es más fuerte y
eleva el umbral para tener un diputado hasta el 14% o incluso el 18%
de los votos. Con esa misma ley, el PP no tendría un solo escaño en el
Parlament de Catalunya.
Mas allá de Cospedal, solo
hay otro precedente en Europa de reforma electoral unilateral: la del
gran demócrata Silvio Berlusconi en el 2005 para mantenerse en el cargo.
Fue bautizada, con razón, como la ley porcellum: la cerdada.
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