martes, 25 de septiembre de 2012

Una pena, penita, pena...


Directo | Gran tensión ante el Congreso tras las cargas contra la protesta

EL PAÍS Madrid 1631
Miles de personas se agolpan en torno al Congreso. La tensión se dispara por momentos y la policía carga contra grupos de manifestantes. De momento hay 15 detenidos en los choques.
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La movida freeky está consiguiendo su objetivo: agredir y provocar. Y también el objetivo del gobierno: demostrar que la represión es necesaria para salvar la democracia y el respeto que ellos no valoran ni practican ¿Estos eran los pacíficos que sólo iban en plan noviolento? Ya van unos cuantos heridos y detenidos. Era el objetivo real de la mascarada. Carnaza y videojuego hecho realidad sin un 15M pensante y actuante.
Es una concentración rarísima. Más policía que manifestantes aún antes de la fecha anunciada. Más bombo y platillo que sustancia. Chicos de ciber manipulados a través de facebook y twitter. Si miráis la transmisión directa podréis observar un panorama de muchachos amontonados con aire skinhead nada que ver con los cuatro gatos de aire hippy reunidos en el Retiro estos días para preparar el fasto. Casi no hay mujeres ni personas mayores ni pancartas con ideas y comentarios.Ni colectivos cívicos. Sólo gritos y aullidos. Provocaciones constantes e insultos. No se propone nada ni se aporta nada, sólo hacerse notar desde el narcisismo egocéntrico que da la inmadurez política y precocinada en los fogones turbios de la confusión, que desde el principio ha dominado esta marciana convocatoria self made sin debates ni reflexiones conjuntas ni votos ni quorum. 
Tiene todo el tufo de estar provocada por la quinta columna del pp. Esa vena ultra que subyace en esa amalgama en la que se mezcla el centroderecha con lo más rupestre del fanatismo antisocial y antipolítico, primario y cerril. El perfecto complot entre un gobierno que necesita reafirmarse como custodio de la "legalidad" que realmente le importa un pimiento y una masa amorfa teledirigida, que haga de extra en la película de la rebelión fast food dominada por el poder de "un gobierno como dios manda y que hace lo que hay que hacer".
Lo penoso es que haya "intelectuales" que apoyen cualquier tipo de algarada sin sustancia como ésta, creyendo que la libertad consiste en hacer cada uno lo que le da la gana, cuando le apetece, sin considerar si esa "libertad" va a parar al bien común o los intereses particulares de grupos más que sospechosos, sólo porque hace ruido y va contra el Congreso y "los políticos", como, por ejemplo, Tejero, y como si tomar el Congreso no fuese también un acto político, aunque sea con los métodos de una república bananera. Como el fascismo talibán de tripas y de porras, de un lado o de otro,que en realidad es al único que le molesta el diálogo y la presión hecha con inteligencia, con civismo y con verdadera resistencia pacífica y desobediencia civil. Los borregos no pueden ser insumisos, sino gobernados por consignas que salen de la nada y les prometen llevarles a pastar ante la fuente de Neptuno.
Aún queda trecho para conseguir una sociedad en la que no haya neanderthales que sólo sirven para entender las cosas al revés, mezclar churras con merinas y confundir el tocino con la velocidad y encima, ganar elecciones por mayoría relativa y abstención casi absoluta.
El 15M tiene por delante una larga marcha pedagógica y sanadora, en un país donde mucha gente se tira al monte sin saber de donde le vienen las arengas. Y sólo salta a la calle cuando le rascan el bolsillo y le impiden vivir en la misma basura pero con trabajo seguro y paguita a fin de mes. Si ahora la crisis desapareciese como un mal sueño ¿cuántos gritones adheridos seguirían reivindicando el fin de un sistema agotado y tóxico para el Planeta y para la misma especie humana? No quiero hacer la encuesta porque me pondría muy triste el resultado. Lo mismo que ver al rebaño feeky y  huérfano de ideas y de proyecto, ante las Cortes.

Crónica directa del caos total:
Para los que hayan leído "El cementerio de Praga" de Umberto Eco, este episodio ridículo es digno de haber sido organizado por el protagonista de esa novela, un tipo imbécil con los cables cruzados que se dedica al espionaje y para conseguir unos papeles insignificantes que no le interesaban a nadie, vuela un barco y hace una masacre y va asesinando al tuntún porque quiere una revolución y que desaparezcan la masonería y los judíos. A los que odia a muerte. Pues esto podría ser un episodio de esa novela. Hay veces en que la realidad es mucho más marciana que la fantasía.

“¿Quién rodea a quién?”

Muchos manifestantes intentan dispersarse por las inmediaciones del Congreso, seguidos por furgonetas policiales

“Se supone que la convocatoria consiste en rodear el Congreso y eso es lo que estamos haciendo”, dice Roberto (no quiere dar su apellido), un informático que ha venido a la manifestación con sus compañeros de la asamblea de indignados del madrileño barrio de Tetuán. Este grupo ha acompañado a la marcha que ha salido a las cinco y media de la tarde de la plaza de España pero se ha separado al llegar a la Puerta del Sol. “Hemos bajado hasta Neptuno por el barrio de Huertas y nos hemos quedado aquí, justo detrás del hotel Palace, en la calle del Duque de Medinaceli. No queremos bajar hasta Neptuno porque el ambiente está muy caldeado”, explica Roberto, de 40 años. Desde esta calle, se oyen los gritos y pitidos de los miles de manifestantes que se encuentran en la emblemática plaza.
Uno de los miembros de la Coordinadora 25-S reconoce que, una vez llegados a este punto, “es imposible” movilizar a la gente. “Lo ideal sería que la masa se desplazara por los alrededores pero no somos capaces de liderar nada. Que cada uno se manifieste como quiera”, explica este joven que no quiere identificarse. En el centro de la plaza, la tensión aumenta y disminuye por momentos. “¡Corramos, están cargando!", grita Alba a sus tres amigas. Las chicas se alejan unos metros del tumulto. Tres minutos después, todo queda en un buen susto. Más calmada, explica que es imposible saber qué está pasando cerca de las vallas del Congreso. Alba ha venido desde Galicia con tres de sus mejores amigas (Claudia, Paloma y Carla) para participar en la manifestación. Tienen 20 años y aseguran que si han hecho tantos kilómetros es para conseguir “cambiar el sistema”. “No hemos comprado el billete de vuelta porque queremos estar en Madrid hasta el final de la convocatoria”, dicen ilusionadas. A su alrededor, se repite la estampa de todas las manifestaciones: los vendedores ambulantes merodean la plaza con bolsas de cervezas y otros refrescos en la mano.
En las calles aledañas al Congreso, decenas de furgonetas policiales cortan el tráfico. Por cualquier esquina se pueden oír las diferentes proclamas de la marcha: "!Que no, que no, que no tenemos miedo!" o "¡El último parado que sea un diputado!" Los viandantes miran extrañados. En la calle del Duque de Medinaceli, varias personas increpan a una comitiva de japoneses que quiere acceder al Palace. "Esto se nos está yendo de las manos", cree Paula Ortega, una profesora de 35 años. “Ya hemos mostrado nuestro rechazo a los políticos. No podemos empañar la acción con violencia”. Antonio C., de 35 años, asegura que la manifestación no ha hecho más que empezar. “Nos quedaremos hasta que el cuerpo aguante”, dice este informático. Un grupo de amigos procedente de Valencia se aleja de Neptuno en busca de un bar donde tomar un bocadillo para seguir la protesta. Suben por la calle de Moratín y, para su sorpresa, se encuentran con una furgoneta policial. “¿Quién rodea a quién?”, se pregunta Lara M., que ha venido desde Alicante con Antonio, su pareja, un hostelero en paro.

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