La España federal como medicina
FERNANDO GAREA Madrid 50
El PSOE prepara una propuesta de reforma profunda de la Constitución que exige disolución de las Cortes y referéndum.
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Después de tres años, más o menos, de tener la sensación creciente y diaria de estar en el planeta equivocado, los "marcianos" españoles hoy nos despertamos con una agradable sorpresa. De repente, al menos una parte de los teóricos servidores públicos, a los que llevamos montados en la chepa desde que la Constitución lo permitió y nosotros lo votamos sin poner ni un sólo pero, dice por fin una propuesta coherente. El PSOE va saliendo lentamente de la catalepsia del contagioso parasitismo de la "clase" política y se hace eco de lo que la mayoría lleva diciendo en la calle desde hace casi un año y medio. Esta mayoría no se resigna ni se calla, se está convirtiendo en un calvario, en un aguijón cargado de conciencia y en una fuente de sensatez que supera con mucho no sólo las sombras y zancadillas que les pone la violencia talibán de insensatos intra y extramuros congresistas, sino que al parecer y por las iniciativas cívicas que propone y cumple, supera en talento político, lucidez y soluciones prácticas al gobierno, a la oposición y a los partidos. España es una asamblea general de rescate solidario. Y aunque de vez en cuando los "comandos G" la quieran convertir en la sucursal de Grecia, va a ser que no. Si la conciencia se despierta, la violencia desaparece para siempre y abre canales internos para entender y asumir la historia y el futuro, cambiando el rumbo del presente. Porque no llegaremos mañana al Polo Sur si hoy viajamos hacia Groenlandia. Ni se puede mejorar una sociedad aplastándola y cerrándole toda salida. Esquilmándola, mientras se cobra un sueldazo, que ella misma está pagando por sufrir y ser degradada a una velocidad de vértigo. Ni es justo ni es decente ir cada día a un congreso lleno de sanguijuelas, y ser uno mismo una de ellas. Por fin la Bella Durmiente socialista intenta desperezarse y ver lo que hay, se va despertando con el beso avinagrado y amargo de la realidad. O se cambia la Constitución y se pone fin a este anacronismo sin pies ni cabeza, o España no será siquiera una federación, sino una paella donde cada grano de arroz se las tenga que arreglar por sí mismo y cooperando con los granos vecinos para alcanzar el punto idóneo de cocción presentable y digerible.
Hoy pintan oros socialistas, sobre las espadas de la banca, las copas del rey y los bastos del gobierno.
Mañana, ya veremos si esta propuesta es real y mantenible con hechos concretos o nos volvemos a despertar con agua de borrajas sobre el tejado resbaladizo de los juegos malabares entre lah hipotesih y loh gatoh negroh o blancoh del felipismo gonzalista discípulo de Lin Piao, que dejó China hecha un pincel, por cierto. Felinos que ya cazaron ratones suficientes y viven como marajás, sueldo vitalicio y dolce far niente a tutiplén.
De momento, y haciendo equipo con Blas de Otero, nos queda la palabra. Y la palabra es el logos, verbo que se hace carne y habita entre nosotros, que mueve el mundo; por ella se da forma al pensamiento y a la inteligencia. Por ella se construye, crece o se demora la vida superior de la humanidad. Y ese don es nuestro por naturaleza. Y su esencia es lo único que permanece hecho arte, sabiduría, ética, belleza, equilibrio, gozo de vivir y gracia existencial. Música del alma y salud del cuerpo. Nos queda la asamblea donde la palabra nos une y nos pone en marcha hasta comprobar que "Somos Mayoría". Hay quien ama el silencio y por eso alimenta la palabra en su interior para regalarla a los demás. Hay quien está lleno de ruidos, es sordo y sólo entiende el silencio como mordaza porque, como no sabe escuchar, en realidad no tiene nada que decir. Por eso es incapaz de gobernar.
Me queda la palabra
Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.
Blas de Otero
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