miércoles, 19 de septiembre de 2012

REBELDES E INSUMISOS

Desde que la crisis ha estallado con toda su virulencia vengo escuchando cada vez con más frecuencia la invitación a rebelarse. Desde el segundo libro ad hoc de Hessel a las arengas morales de Anguita o de cualquier heredero de Lennin por vía directa. O de las voces antisistema entreveradas en el 15M, que en eso coinciden comunistas y follonistas, que no anarquistas.  Quizás porque el anarquista auténtico es insumiso, autónomo, libre y no rebelde. Quienes son libres de verdad entienden lo que eso significa y no necesitan rebelarse contra nada, ni matar a nadie para quitar obstáculos, sino reformar lo que no funciona desde puntos de vista más evolucionados y crear lo nuevo. Son los capaces de construir desde la resistencia pacífica y la desobediencia civil ante las leyes y cańones injustos que impone tantas veces el poder establecido por las oligarquías que a la larga son siempre las que gobiernan, aunque sea en democracia y en gobiernos de frente popular. 
Y viendo la proliferación cada vez más numerosa de invitaciones a la rebelión me planteo su valor real como motor de arranque ante lo injusto y ante lo delictivo que nos gobierna. Y no creo, sinceramente, que sea la rebelión el camino adecuado y sostenible para el cambio real de nuestra sociedad. La rebelión es ya un material gastado. Obsoleto. Lo hemos visto a lo largo de los dos siglos precedentes. Como los altos hornos, las minas de carbón y el petróleo. Los altos hornos se reconvirtieron porque además de no ser ya rentables, eran altamente contaminantes. Lo mismo que ocurre hoy con las minas de carbón, que tampoco entran en el  cupo del futuro porque el carbón es un combustible altamente contaminante. Y lo mismo sucede con el petróleo, un veneno letal para la atmósfera, pero muy rentable todavía y por ello hipócritamente "sostenible". 
Con las revoluciones y las rebeliones sucede igual. Lo que se logra es siempre mediocre y no cambia nada. Ahí tenemos al comunismo, por ejemplo. Olvidó el socialismo original y cuando se lenninizó y se stalinizó por completo perdió el norte y cayó en los excesos oligárquicos y caprichosos de las mismas minorías adeptas a la depredación ideológica. Y dentro de su estructura férrea no dejó un solo hueco para que nadie se rebelara si las cosas no funcionaban con justicia y rectitud moral. Entonces el crítico se convertía en disidente e iba a un gulag o a la horca por infiel y traidor que confesaba la sumisión final al sistema convencido de haberle fallado y compensándole con su propia ejecución. Los "purgados" morían siempre dando ejemplo de lealtad letal y dando gracias al monstruo que se dignaba a explicarles las cosas claras para morir a salvo de la rebeldía, les eliminaba por incómodos y "rebeldes" sin causa. Igual que la inquisición. Porque el comunismo revolucionario se erigió como modelo absoluto moral y social. Totalitario ideológico e irrefutable. Y así cavó su tumba histórica como movimiento aceptable por una humanidad que aspira a mejorar en libertad, en derechos y en democracia y no sólo en eficacia de la máquina estatal. 
La rebelión es el empuje irracional de una indignación justa. La rebelión es propia de "la granja" como la define Orwell en uno de sus libros. Se rebelan y se "revolucionan" los gallineros cuando los invaden los cerdos, se rebelan los caballos, burros y vacas en los establos cuando agentes externos les incomodan. Berrean, dan coces, muerden y embisten para defender su territorio y su pesebre. La rebelión y la revolución son reacciones animales. Se rebelan los "pueblos" nunca las ciudadanías. Porque los pueblos son todavía masa que no piensa ni reflexiona ni comprende casi nunca los verdaderos porqués de lo que hace, que suele ser por imitación, proselitismo, lavado publicitario de cerebro y demagogia. Lo estamos viendo clarísimo en los resultados terribles de "la primavera árabe" que fue una completa teledirección de las masas. Un experimento que está proporcionando verdaderos baños de sangre en el mundo árabe. Guerras civiles genocidas y atrocidades sin fin. Cuya finalidad parece ser la desolación y la ruina del mundo árabe que no se somete a los dictados del mercado y el modo de vida occidentales. 
Si en vez de rebelarse y revolucionarse los árabes "primaverales" hubiesen optado, como Gandhi, por la vía noviolenta y de resistencia pacífica y desobediente civil, seguramente los resultados no serían los mismos. Porque no es igual cambiar el mundo desde la inteligencia y la lógica del corazón y del alma, mientras cambia y mejora uno mismo en ese proceso, que desde las vísceras y los instintos de supervivencia, prepotencia narcisa y egocéntrica y poder sobre un territorio marcado, que llamamos patria para camuflarlo de legalidad, pero en resumidas cuentas se actúa  como hacen los animales. Y mucho peor porque en esos casos los animales piensan y compran armas para matar y morir.

Otro nivel más alto en civismo y conciencia es la insumisión reflexiva y la resistencia pacífica no violenta. Funciona desde la inteligencia y no desde el instinto elemental. Lo estamos viendo en el ejemplo práctico del 15M y de los movimientos de ocupación ciudadana y noviolenta de los espacios públicos como reivindicación serena y festiva mucho más que dramática, de los derechos fundamentales ante un mundo de políticas asoladoras e inhumanas. El rasgo fundamental del 15M es su solidaridad, su respeto por las diferencias, su generosidad, su creatividad, su carencia de miedo y su disponiblidad para aceptar ideas y responsabilidades compartidas. Para la escucha y la salud en la convivencia. Aceptan sacrificios como acampadas incómodas, peregrinaciones y marchas informativas y pedagógicas. Una austeridad y un desprendimiento ejemplares. Una disposición compasiva y misericordiosa con el sufrimiento de cada persona, que deja de ser un número, un "camarada", para tener su nombre propio y su función única y su capacidad creciente para resolver sus problemas en compañia y con el apoyo de los demás. Además está el factor alternativo capaz de encontrar y fabricar soluciones completamente nuevas y simples para arreglar lo que no funciona y por la vías habituales no tiene remedios posibles.
Es otro lenguaje que no masifica sino que respeta y fomenta la individualidad solidaria. Algo mucho más cerca del anarquismo que de lo totalitario. Y cuando decimos anarquismo no estamos diciendo desorden ni caos, sino que ya no hay  necesidad de un poder aplastante y que la jerarquía no la dicta ese poder egolátrico sino la capacidad para el servicio en la naturalidad de un anonimato sanísimo y siempre discreto y jovial. Grupal. Asambleario. En una unánime pluralidad tan respetuosa como dinámica y fértil. 
Es muy cierto que esta nueva forma de entender la vida, las relaciones, la organización  y la gestión de lo necesario es frágil estructuralmente y tiene riesgos importantes de disolverse en la dispersión y de ser absorbida por esquemas de poder que desean el don de su fuerza inocente y generosa, pero nada torpe ni tonta. Por eso sobrevive a provocaciones y a zancadillas, a malas ideas e intentos teledireccionales. Y resiste precisamente porque es pacífica y limpia de corazón y a la vez es muy trabajadora y emprendedora, muy humana y próxima. Y sobre todo porque de ella depende el futuro. Es el útero de la nueva creación donde se está gestando una humanidad que hasta ahora no ha sido posible. Sin "lucha" armada, sin odio, sin tanques ni cañones, esta fuerza ineterior está cambiando a la humanidad desde dentro y eso no lo puede impedir nadie. Ésa es su fuerza imparable y su valor real. Lo que nace de dentro no lo mata nadie ni siquiera la muerte porque responde a una vibración intelectiva, espiritual, que se desarrolla cuánticamente a un nivel mucho más sutil que lo violento, lo turbio y lo destructivo. Es un estado de iluminación compartida y contagiosa. Por eso es la primera vez que policías, bomberos y militares o personas muy conservadoras pero con un fondo sano, se adhieren al movimiento con un ánimo y un impulso estupendos. Y nadie rechaza  a nadie.
El hecho de que no haya jefes ni líderes facilita la libre fluidez de iniciativas que pueden aceptarse o no, funcionar en lo amplio o en lo reducido. También impide la corrupción porque no hay nada que "vender" ni a nadie que "comprar", todo es gratis y la moneda es el amor y el tiempo que se dedica a cada persona, cosa, proyecto. Las gratificaciones son mucho más satisfactorias de lo que hasta hora se recibe en dinero. Y nada impide que estas personas trabajen en el sector público, en la gestión empresarial o en la administración. Porque no es ni una secta ni un negocio, ni una religión ni un partido ni un sindicato. Es simplemente una escuela de vida. De valores. Un espacio interior que se comparte. Que no ata ni aferra. Que nutre, sana, facilita, informa, reflexiona  y coopera en la formación de uno mismo. Ayuda a crecer sin oprimir. Por eso nunca podrá ser un partido político al uso, quizás porque en realidad es mucho más político esencialemente que las ideologías aplicadas a los gobiernos.Puesto que sirve a la polis mucho mejor,sin intereses proselitistas y gratis.

Es otro horario cósmico para nuestro planeta ya tan cansado y esquilmado que necesita los cuidados y la recuperación de una nueva humanidad. Verdaderamente tan humana que ya hasta es un poco divina.

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