sábado, 3 de agosto de 2019

Hablando de Homeopatía se entiende la gente, mis señores Doctores...dijo Sancho allí mismo, en Villanueva de los Infantes, alucinando por el nivel de ciencia y conciencia concentrado en el mismo envase. Gracias a sus mercedes se ha hecho posible un acontecimiento tan extraordinario como imprescindible: aunar las raíces del alma creadora con las herramientas para conservar su salud en forma corporal y mental. O sea, el encuentro ya urgente entre El Quijote y la ciencia humanizada. Gracias a todas y todos, convocantes y convocados,el mundo actual necesita más que nunca vuestra caballería andante de médicos al servicio y cuidado pedagógico del ser humano. No hay palabras que definan la inmensidad de vuestra vocación y entrega, queridos amigos, hermanas y hermanos. Gracias! Especialmente hoy, al doctor Gonzalo Fernández-Quiroga



El Quijote y la Homeopatía en un lugar de La Mancha del que ya sabemos el nombre


¿Homeopatía en un Congreso Internacional de Valores del Quijote con el tema “Gobernanza mundial y Gobierno de Sancho Panza”? Pues sí, aunque parezca sorprendente, de eso va este texto.
La verdad es que cuando me mandaron la invitación al Congreso me pareció una broma. Pero no, no lo era y, ya de entrada, suscribo todos y cada uno de los agradecimientos que hace mi compañero José Ignacio Torres en su magnífico post, en especial a Francisco Parra, su esposa Vivian y, añado, a nuestra colega la Dra. Roxana Apetrei.

El Congreso

Para mí, un aficionado a la literatura, la verdad es que fue como un sueño cumplido: hablar de homeopatía en un Congreso del Quijote. Aunque, si digo la verdad, lo mejor fue escuchar, escuchar a expertos cervantistas, economistas, sociólogos, filólogos… Un congreso multidisciplinar en un ambiente austero en medio de La Mancha. En Villanueva de los Infantes, para ser más exactos, el lugar de La Mancha, como ha demostrado Francisco en sus libros y artículos, del que Cervantes no “quiso” acordarse. Un Congreso que científicamente valió mucho la pena pero, aún mejor, fue el ambiente dada la calidad humana y el trato tan cordial de todos los asistentes. Y eso hace que la labor de los organizadores sea aún más encomiable.
Como aficionado también que soy a la Cibernética en algo me acordé de las míticas conferencias Macy celebradas el siglo pasado en Nueva York. Organizadas por Warren McCulloch entre 1946-1953 dieron lugar a importantes avances en la teoría sistémica y cibernética. Por allí pasaron nombres señeros de la ciencia como Von Foerster, Bateson, M. Mead, Rosenblueth, Erickson, Shannon, Kurt Lewin, Von Neumann, Norbert Wiener… en fin, muchos de mis héroes. Y es que es a través de la interdisciplinariedad como creo que puede progresar el conocimiento. Y la Cibernética y la Teoría de Sistemas por su perspectiva amplia y abarcadora representan un gran avance, en mi opinión.
Al principio, seguía pensando que qué hacíamos allí, dos médicos como nosotros, en medio de aquel despliegue de ponencias tan expertas y, aparentemente, tan alejadas de las nuestras. Pero a medida que el Congreso se iba desarrollando tuve claro que encajábamos perfectamente. Es más, que nuestra presencia podía ser muy necesaria para remover unos cuantos clichés que se tienen en medicina.
Así que, sobre la marcha, fui cambiando mi exposición. Claro que había que explicar qué era la homeopatía (solo conocida por algunos tópicos) y explicar también su situación actual pero sobre todo había que explicar por qué la epistemología homeopática tiene perfecta cabida en esas nuevas ideas que iba oyendo en las distintas ponencias, en esa “nueva ciencia”, ya más en nuestro campo, representada en la Teoría de Sistemas, sí, y la Cibernética, pero también en la autopoiesis de Maturana-Varela, la mente como proceso de Bateson, las estructuras disipativas de Prigogine, la Gaia de Margulis-Lovelock, el constructivismo radical, etc.

Paradigmas

La idea fundamental es que el mecanicismo reduccionista predominante en la mayoría de disciplinas sociales y científicas, es claramente insuficiente hoy día para explicar el funcionamiento de los sistemas complejos y los seres vivos.
Y en medicina eso es especialmente hiriente. El mecanicismo en medicina nos ha traído grandes adelantos, sobre todo tecnológicos, pero su separación mente cuerpo, su incapacidad para un entendimiento global de los seres vivos ha significado un gran error epistemológico que aún estamos pagando.
Este paradigma está caracterizado por
  • una visón del universo como un sistema mecánico compuesto de piezas aisladas,
  • el cuerpo humano entendido como una máquina,
  • la vida en sociedad como lucha competitiva por la existencia
  • la creencia en el progreso material ilimitado a través del crecimiento económico y tecnológico.
Y el nuevo paradigma, que pugna por emerger, a caballo de los nuevos avances en física y biología sobre todo, está más relacionado con un universo entendido como una especie de red de fenómenos interconectados e interdependientes. De ahí derivaría la visión sistémica de la realidad, el respeto por el entorno, el consumo racional, etc.
Es en este marco más holístico, más omnicomprensivo, donde la homeopatía tiene mejor encaje. No en balde es el mismo Hahnemann el que viene a decir en un espléndido escrito de 1810 (!), uno de los que más me gustan, que lo vivo no puede reducirse a la leyes de la cantidad y la medida.
“…la vida humana no es de forma alguna regulada por las leyes que son puramente físicas, las cuales solo rigen entre las sustancias inorgánicas. Las sustancia materiales que componen el organismo humano no siguen ya, en su combinación vital, las leyes a las que están sujetas las sustancias materiales en su condición inanimada sino que son reguladas por leyes peculiares a la vitalidad tan sólo…”
Qué moderno y adelantado a su tiempo suena Hahnemann aquí.
Pero también hay que dar un toque de atención a los homeópatas. Si queremos evolucionar como hacen todas las disciplinas, sean cuales sean, también la homeopatía debe seguir indagando y aproximando su propia singularidad y características a los nuevos conocimientos que van surgiendo como algunos autores homeópatas intentan desde hace tiempo. Y tomando el ejemplo del mismo Hahnemann que lo hizo permanentemente a lo largo de su vida modificando de la teoría todo aquello que la experiencia y la clínica así lo indicase.

Paradojas

Pero no podemos acabar un post sobre valores del Quijote sin citar esa gran novela donde, como sucede en todas las grandes, está todo o casi todo.
La homeopatía, como se sabe, es un tanto paradójica. “Similia similibus curentur” , que lo similar cure lo similar, reza el dicho de Hipócrates.
Pues bien, en el capítulo 51 de la segunda parte del Quijote se enfrenta Sancho a un problema harto complejo: una paradoja. Sí, y claramente puesta a propósito.
Se cuenta la historia de un terreno dividido por un río, en el que hay un puente. Todo aquel que quiera pasar debe hacer un juramento. Si dice la verdad puede pasar, si miente debe ser ahorcado allí mismo. Pero he aquí que se presenta un caballero que dice que él únicamente viene a morir allí mismo en la horca. Que venga en nuestro auxilio Epiménides, el cretense, que hace más de 2.000 años dijo que todos los cretenses mentían, con lo cual si decía la verdad mentía y si mentía dice la verdad. Se considera esta frase de Epiménides en el origen de esta especie de juego, la paradoja, que es mucho más serio de lo que parece y que ha mantenido en jaque a toda la filosofía occidental.
Pues aquí estamos: si el caballero dice la verdad lo ahorcarán pero entonces es cuando no deberían ahorcarlo puesto que ha dicho la verdad. Y si no lo ahorcan habría mentido con lo cual debería haber sido ahorcado.
¿Y qué es lo que decide Sancho? Pues responde muy ingeniosamente en un principio diciendo que en cuanto a la parte que juró verdad de ese hombre que lo dejen pasar y en cuanto a la parte que dijo mentira que lo ahorquen y así se cumplirá la condición para poder pasar el puente.

El Quijote y los valores

Cuando los jueces le hacen ver que eso no es posible porque el hombre no se puede partir y acabaría muerto, es entonces cuando Sancho apela a los valores. A la ética, a hacer el bien, tal como le había enseñado su señor Don Quijote. Y, ante la duda, dejarlo pasar, que es lo que decide finalmente Sancho Panza.
Y así es como acabamos este post, una vez más. Con los valores que mejor caracterizan al Quijote y al Congreso en Infantes, Campo de Montiel, La Mancha. Los valores que reclama la homeopatía, mucho más allá de discrepancias legítimas, en estos tiempos de mediocres, pusilánimes y nuevas inquisiciones revestidas de cientifismo.
Ética, tolerancia, libertad.
No hay mejor final, caballero Don Quijote.

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