lunes, 20 de enero de 2014

Una propuesta para reflexionar sobre el cambio urgente


Por qué muevo ficha (somos un grito)

 

 

Dejo aquí mi presentación en Podemos. Que se haya abierto el debate en la izquierda ya es un regalo, y aún más cuando, más allá de algunos tics repetidos, rancios y que quieren seguir equivocándose de la misma manera, el conjunto de las aportaciones nos hace crecer a todos. Incluidos, por supuesto, aquellos a los que este paso les reafirma en apoyar las opciones políticas a las que estamos emplazando. Estaría bueno. Pero no nos podrán negar que nuestra petición les hace enfrentarse a todas las tareas pendientes. Que haya bastado un día para superar los 50.000 apoyos, es una señal de que es verdad que este pueblo está más despierto de lo que algunos quisieran. El pesimismo se hace más esperanzado.
Texto íntegro de la intervención

Somos un grito
Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo: vi que el sol bebía
los arroyos del hielo desatados,
y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa: vi que amancillada
de anciana habitación era despojos,
mi báculo más corvo y menos fuerte.
Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.
Francisco de Quevedo
(Hoy somos Gamonal. Gamonal nos marca el camino. Nos dice que hay que ser desobedientes, tener coraje, no creer en las mentiras del poder, encontrar la unidad en la lucha)
Somos la piedra en el estanque. La palanca que revienta los candados de la política. Somos un verso libre repetido: necesitamos la unidad contra el chantaje de la Troika y sabemos que quien la impide trabaja contra el pueblo. No es momento de ninguna complacencia.
La principal enemiga de la vida es la rutina. Condena al aburrimiento y encima argumenta con explicaciones fatalistas. Confunde el realismo con la resignación. “Esto es lo que hay. Las cosas son así. Lo tomas o lo dejas”. Aquí tomamos partido: “lo dejamos”.
Ya nos hemos cansado de excusarnos a nosotros mismos. Haciendo lo mismo es absurdo esperar un resultado diferente. Es tiempo de mover ficha. Convocamos a la ciudadanía para convocar a los partidos. Nosotros no somos un partido. Ya hay suficientes. Somos un grito a todo lo que existe: si no despertáis es porque habéis perdido la necesidad de luchar. Si las mareas agitaron al mundo laboral, queremos agitar el mundo político. No es momento de ninguna complacencia.
Lo contrario de la rutina es un reinventarse constantemente. La vida es un regalo que no hay que malbaratar.
Y en nuestras democracias nos están robando directamente la vida. Nos expulsan del país, nos desemplean, nos precarizan, nos regresan a la ignorancia, nos asustan, nos hacen inferiores, nos echan la culpa. Y nos dicen que no hay alternativa. Como ocurría en la España de hace un siglo, los ricos envejecen saludablemente y los pobres mueren cada vez más pronto. ¿Qué democracia tenemos cuando ya no tenemos todos la misma esperanza de vida? Toca mover ficha. ¿Por qué esta sensación de que no se está haciendo lo suficiente? ¿Por qué a cada dentellada que da a nuestros derechos el régimen del 78 no se nos hace evidente con quién tenemos que defendernos?
Lo que hoy presentamos es una piedra en el estanque de nuestra democracia. Estaba todo tranquilo. Nuestra voluntad es intranquilizar a los satisfechos. No estamos dormidos, despertamos en el 15M. Despertamos con las luchas en Grecia, en Portugal, en nuestro propio país. Algunos tienen la voluntad de regresarnos al pasado y producirnos de nuevo somnolencia. Como si los últimos cuarenta años no existieran. El régimen del 78 está muerto. Ya es hora de enterrarlo. Quien quiera quitarnos el arrojo, decirnos que no es hora, que es inconveniente, que hay que esperar, que hay que hacer cosas similares a las de los últimos años, que vaya a hacer su melancólica reflexión al cementerio.
Claro que ninguna elección va tener efectos revolucionarios. Esto es una piedra en el estanque. Las piedras salen de una honda, de un tirachinas, de un brazo. Luego hay que construir los nuevos puentes. Los puentes se construyen desde abajo. Por eso esto no es una lista. Esto es un desafío. Queremos ser un empujón al muro cansado que amenaza con volver a caérsenos encima. Tenemos que emocionarnos para que todo el vapor de nuestro descontento se concentre en una misma caldera y nuestro país se ponga de una vez por todas en marcha. Somos el 90% y parece que el pueblo es el que está en minoría. Pero la política española transformadora parece conformarse con esperar a que decidan por ella. No es tiempo de migajas. Tenemos que reclamar la tarta entera. Esperar para ocupar el espacio que otros dejen es una irresponsabilidad que la pagaríamos con más precariedad, con más deterioro medioambiental, con más subordinación a los países centrales. Algunos nos hemos cansado de tanto dolor innecesario.
Porque es nuestra obligación saberlo, sabemos que nos están mintiendo. Sabemos que se están enriqueciéndose sobre nuestras espaldas, que están regalando nuestro país, que nos ofrecen como único horizonte un trabajo basura con un sueldo basura, que nos están cerrando las puertas para crecer, para conocer, para encontrarnos y decidirnos. Y sabemos que todo este deterioro está cogido con las únicas pinzas de nuestro pensamiento. El poder nos tiene más miedo del miedo que nosotros mismos pensamos que podemos crear. Y mientras decidimos si les mostramos nuestros dientes nos hacen leyes para multarnos y encarcelarnos.
Nunca he creído en el intelectual encerrado en su torre de marfil. Yo no quiero que mis estudiantes emigren. Yo no quiero que mis vecinos estén llenos de miedo e incertidumbre. Yo no quiero ver a gente buscando en los cubos de basura. Yo no quiero ver a políticos tan lejos de los que representan. Yo no quiero a mis amigas angustiadas porque han perdido el control sobre su propio cuerpo. Yo no quiero a gente a la que los bancos les quitan los ahorros de toda una vida. Yo no quiero ver a tanta gente con la mochila en las espaldas, tanta gente en los comedores sociales, tanto anciano poniendo su precaria pensión al servicio de hijos y nietos, tanta gente desesperada. Y tampoco quiero ver a gente que sobrevive sobre las espaldas de otros, a gente que tiene oportunidad sólo peleando como gladiadores contra sus iguales en España o fuera de España. Ya es hora de que en la arena no queden tendidos los de siempre.
Somos la piedra en el estanque. Somos muchos. Esto no es contra nadie en la izquierda, sino todo lo contrario. Sólo necesitamos unirnos. Tenemos que romper los candados con que las burocracias políticas han sellado nuestra capacidad de atrevernos.
Somos la piedra en el estanque. Y esperamos que las ondas lleguen a la orilla y despierten todo lo que aún está dormido. Desperezarnos y demostrar que porque somos el pueblo somos el soberano, y porque somos mayoría somos alegría. Y por todo eso, aquí y ahora,

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