jueves, 16 de enero de 2014

El pp y Lewis Carrol


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La salud, muy bien; lo único, el cáncer

EL PAÍS
Qué lástima, ¿verdad? Una gestión tan perfecta. Unas leyes tan magníficas y un gobierno con tantos aciertos que hasta las hamburguesas y las patatas fritas de Washington se han rendido ante la dentadura implacable de Rajoy y de su séquito como si se tratase de una versión trimilenaria del mismísimo Alejandro Magno a la conquista del Imperio Persa. Qué lástima, que este desagradecido país no responda a tanto estímulo creativo y emprendedor de odiseas ultramarinas. Qué precario. Qué mediocre. Qué quejica. Y qué poco agradecido es este pueblucho, esta chusma, jopé. Encuestas favorables a tope, resultados impresionantes en la banca, en el mercado internacional de la vivienda, unos ricos en alza multimillonaria que ya quisieran los demás países que nos envidian esta marca Eshpaña sin parangón, que nos envidian la gestión ejemplar de ayuntamientos-insignia como Madrid o Valencia, y no digamos nada de la maravillosas gestiones autonómicas...y si entramos en el terreno de los derechos humanos, ¿para qué contar? 
Sin ir más lejos, hemos sido el país que más atenciones ha recibido en 2013 por parte del Tribunal de Estrasburgo y ¡hasta de Naciones Unidas! impresionadas hasta el anonadamiento por la gestión inenarrable de la memoria histórica; en lo que va de año ya hemos batido el record de popularidad en la prensa europea y hasta en el Parlamento de Bruselas, por esa ley del aborto que ha conmocionado y sorprendido al mundo con su coherencia y su nivelazo en respeto y humanidad. En valores únicos e intocables. ¿Cómo pasar por alto el criterio sublime e integrador de la LOMCE, que ha provocado opiniones y comentarios nada habituales por parte de los europarlamentarios ante la originalidad y despejada inteligencia del ministro Wert? Sin olvidar el triunfo mediático español con protagonismo global a cargo de la candidatura de Madrid como sede olímpica, que en cuestión de horas arrasó en las cadenas de tv y las redes sociales del Planeta. Igualmente sucedió con la gesta del Peñón que nos colocó como abanderados de "A mí la legión" y como gestores de "Raza", las dos mejores crónicas filmadas en la historia de la cinematografía de vanguardia. 
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Wert: “No sé de qué me hablan cuando me hablan de recortes”

Elisa Silió Madrid 
El ministro aconseja comprar los libros con el dinero de las becas generales, que no llegan a primaria y ESO
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A ver, ¿cuándo ha alcanzado España tales niveles de popularidad universal? Sólo en la época de Carlos I, el Emperador en cuyo imperio nunca se conocíó una puesta de sol.  Ah, también hubo un amago en las cuatro décadas en que la mano del Generalísimo jamás tembló y la lucecita de El Pardo, de bajo consumo, faltaría mash, nunca se apagó hasta que el Excelso Avatar trascendió del plano terrestre al interestelar, no sólo para hacer guardia junto a los luceros, sino sobre todo, para apretarles las tuercas y hacerles pagar por sacar luz de las placas lucerales fotovoltaicas, qué menudo morro con el todogratis de ese universo manirroto, hombre pordióslapatriayelrey ya lesvale, ¡fiiiirmes, ar! Jo, es que emociona, ¿a que sí? 
¿Cómo puede este pueblo ingrato no valorar tantas gestas heroicas juntas y por separado? ¿Cómo puede dejarse arrastrar por comentarios difamatorios en alguna prensa residual  y hasta wayomingnizada, por reportajes y testimonios de simples pelagatos desharrapados e indiferentes a tanta grandeza, prosaicamente empeñados en comer cada día, en mandar a sus hijos a escueluchas gratuitas, en ser atendidos de malamanera en hospitales mercenarios o en tener un piso miserable hipotecado o un trabajo de baja estofa o una pensión insignificante porque no han dado para más en sus desechables vidas laborales?
Debería darles vergüenza pulular en tan deplorable estado insurrecto y rebelde sin causa alguna hasta forzar a los padres/patrones de la patria a defenderse de sus acosos y blindarse en el Parlamento que se han ganado a base de todo lo imaginable, como si tuviesen la culpa de que ellos, sus votantes, sean gentuza de escopeta y perro en vez aristócratas de rifle con mira telescópica y ojeador negro que acompañe a cazar elefantes, como debe ser. 

España sería el paraíso financiero de luxe y el reducto mundial de la fe católica, si no fuese por ese cáncer concupiscente de tanto "derecho", tantas "libertades" que sólo son descreído y ateo libertinaje, y por la manía absurda del "estado de bienestar" para todos, con una falta total de realismo, simplemente porque  eso que para ellos sería una bicoca, también sería el total deterioro de la "marca Eshpaña". Del yugo y las flechas. De la unidad patria. Del derecho de pernada tradicional. Del aquí te pillo, aquí te desplumo y te machaco con toda la "legalidad" impune que me han concedido tus votos para que te salvase de que la pillada, el desplume y el machaque se los llevasen crudos nuestros rivales rojos perdidos, que ellos son iguales aunque lo disimulen con tantos miramientos y tiquishmiquish "democráticosh" que shon mariconadash pushilánimesh. Así les ha cundido el urnamen y el talante...que mira como andan...

Y ahora que estamos a un paso de la conquista de Wall Street, del FMI y del BM y del Canal de Panamá, que somos los cooperadores más abundantes en aportaciones a devolver al BCE y de que Bruselas edite en nuestro honor el diccionario estrella para traducir PPero-Inteligible e Inteligible-PPero,  ahora, esta morralla infrasocial e insensible pretende aguarnos la fiestuki del triunfo apoteósico en los USA, sacando trapos sucios, zafias exigencias sin clase ni finura cortesana, vergüenzas que sólo son cosa de ellos, los desgarramantas, empeñados en no comprender el valor de la obediencia al orden establecido... -por nosotros, claro-, para arruinarnos el caché y amargarnos la victoria absolutistamente mayoritaria sí o sí. Pero no nos moveremos, y no pasarán por encima de esta férrea trinchera en la encarnizada batalla con ese cotidiano mantra que ya hemos conseguido hacer realidad plena: que se jodan. No acaban de comprender que su deterioro sea nuestra salud. Y nuestra salud su enfermedad crónica. Y que si ellos consiguiesen estar sanos nosotros sólo podríamos cambiar o extinguirnos. Como les pasa a ellos. Por eso les entretenemos así, creando miseria para su miseria y contaminando a quienes de entre ellos demuestran más ambición y avaricia que sentimientos humanitarios, para que así pongan más empeño en sobrevivir por necesidad que en sanar por completo. No somos tan tontos como parece. Tiramos más a perversos que a otra cosa. Pero nos gusta despistar para confundir. Porque en la confusión está nuestra llave maestra. Como en el tocomocho o en el timo de la estampita.


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