martes, 7 de enero de 2014

La verdad nos hace libres

Como ciudadanos de un Estado democrático tenemos la responsabilidad y el derecho de informarnos lo más directamente posible de los asuntos que nos atañen, como lo son la corrupción de las instituciones y de los individuos que las integran a costa del dinero público o a costa de no pagar impuestos engañosamente. 
Nos interesa conocer por qué un delito se llama prevaricación, cohecho, blanqueo, fraude, evasión o trama delictiva que establece sociedades-pantalla para defraudar más y mejor. Nos interesa conocer el funcionamiento de la justicia y saber como es el sistema judicial básicamente, como funciona y qué peso y atribuciones tienen en los procesos las figuras del Juez, del Fiscal  y de la Defensa y si estas dos últimas tienen el poder de bloquear la labor investigadora  del Juez instructor. Y por qué la propia Ley interpretada bajo distintos prismas puede convertirse en un amparo para determinado tipo de infractores "especiales", como por ejemplo, los miembros de la Casa Real pilldos con las manos en la masa, que por su educación, su formación y su cultura, -que adquieren gracias a ser mantenidos por el Estado con el dinero de todos- y de cara al desempeño de un trabajo que representará a los ciudadanos de dicho Estado, no sólo nunca deberían cometer semejantes acciones sino que deberían ser mucho más exigentes consigo mismos que cualquier ciudadano de a pie, aunque sólo fuese por respeto a la mano que les da el sustento y les atribuye un estatus y una dignidad por el cargo que representan.
Quizás esta masiva y dinástica tomadura de pelo nos abra los ojos de una vez y comprendamos lo que significa colocar a una familia-símbolo al frente de nuestro país sólo porque lleva un apellido determinado y unos genes a juego con él. Sean como sean los componentes de la saga. Y hagan lo que hagan con el poder que les concede esa condición que, por cierto, nadie les ha reconocido en las urnas, sino que se  incluyó como trámite en una Constitución "puente" para salir  de una dictadura de 40 años, pero perfectamente revisable y mejorable en el tiempo; y vistos los resultados no es justo que nuestros hijos y nietos, que no votaron entonces ni estaban en las mismas condiciones que la generación de la transición y que ahora son la mayoría más perjudicada por tal tipo de Estado, tengan que pagar ahora los platos rotos de ayer, sin poder manifestar su desacuerdo y su opción por una República Democrática, en vez de este sinsentido monárquico y ruinoso para todos.

Leyendo este auto  de imputación no sólo sorprende y apabulla la principesca desvergüenza, el mirar para otro lado de los propios reyes al ver el nivelón adquisitivo repentino de su hija y yerno y sobre todo, los criterios embarullados de la propia fiscalía, abogacía del Estado y Agencia Tributaria, incapaces de poner orden en las ideas y tragando sapos de todos los tamaños camuflados de enredo leguleyo lleno de imprecisiones y de datos nebulosos incontrastables, dando por sentado su criterio obstaculizador del proceso instructor del juez encargado del marrón penal.
Un gracias a los representantes del PSOE de Valencia por denunciar la estafa de Noos en el Ayuntamiento de la capital del Turia.
Por una vez en la historia de la democracia, hay que reconocer como un punto cívico que la ultraderechista asociación Manos Limpias haya denunciado también este caso vergonzoso. Quizás no esté todo perdido y los españoles despertemos, nos civilicemos de verdad solidariamente y dejemos que la Justicia y el bien común nos unan más que las banderías y rabietas irreconciliables. Me considero de izquierdas desde que era adolescente, pero lo que se hace con justicia y decencia, aunque lo haga la derecha más ultra, se debe reconocer en positivo. En eso estoy con Anguita: "Prefiero un decente de derechas antes que a un corrupto de izquierdas", porque estoy segura de que me entenderá y le entenderé mucho mejor.
Gracias al Juez Castro por no dejarse presionar, por tener la responsable valentía  y la decencia de instruir este proceso contra viento, marea, veleros de Marivent, elefantes de Botswana y palacetes en Pedralbes. Dios le bendiga, Señoría.

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