"Hasta aquí hemos llegado"
"Hasta aquí hemos llegado" fue la frase con la que Pablo Casado dio por finiquitada su relación con Vox. Lo hizo en el Congreso y ante la mirada atónita y dolida de Santiago Abascal, que había presentado una moción de censura en plena pandemia contra Pedro Sánchez y en la que la ultraderecha se quedó sola con sus 52 votos. Muchos, en todo caso.
A su discurso más aplaudido entonces, incluso, por parte de la oposición, fuentes del núcleo duro del presidente del PP atribuyeron, aparte del componente personal de Casado, la buena cabeza de Pablo Hispan, su entonces director de Gabinete y cuya sustitución ha trascendido en las últimas horas por el amigo de Nuevas Generaciones, exviceconsejero de Sanidad y diputado de la Asamblea de Madrid, Diego Sanjuanbenito. Un casadista salido de la misma cantera que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
La victoria madrileña ha tenido un efecto revelador en Pablo Casado y en su equipo de la calle Génova 13, a la que queda poco tiempo como sede nacional del partido: el PP ha pasado de la foto de Colón junto a Albert Rivera, exlíder de Ciudadanos, y Abascal, a ir a la misma Plaza de Colón renegando de Vox, pero tratando de devolverlo al PP. Por el camino y en el olvido queda el "Hasta aquí hemos llegado", al haber asumido en lenguaje coplero que "Ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio / Contigo porque me matas / sin ti porque yo me muero".
En un giro claro hacia la estrategia ayusista, que viene directamente de José María Aznar y Miguel Ángel Rodríguez y que tan buenos resultados ha dado en Madrid, Casado y la dirección del PP se remangan para iniciar en serio el intento de aglutinación de las tres derechas, convencidos de que con los indultos a los presos independentistas, la Presidencia de Sánchez entra en tiempo de descuento. Dos años son muchos para mantener la tensión, sobre todo en medio de lo que se reconoce como una etapa de recuperación económica de fin de la pandemia, pero en el PP están convencidos de que podrán sostenerla y ganar las próximas elecciones generales.
Pese a la importancia de la designación de Sanjuanbenito, todo un símbolo de la adopción del ayusismo o nuevo aznarismo, la relevancia ideológica de los cambios que Casado ha introducido en su gabinete para abordar la etapa de restauración de la derecha española dentro del PP, llegan en la persona de Miguel Ángel Quintanilla, que fue director de Publicaciones en la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES) durante varios años. FAES, el think tank de Aznar, cuna del PP neoliberal en donde confluían Javier Fernández-Lasquetty, consejero de Hacienda de Ayuso; Cayetana Álvarez de Toledo, diputada del PP y exportavoz parlamentaria, muñidora junto a Rosa Díez de la manifestación contra los indultos del 13 de junio, o Rafael Bardají, trumpista convencido y exasesor de Aznar en política internacional que ahora milita discretamente en Vox como una de sus cabezas pensante. La relación entre Bardají y Aznar sigue siendo óptima, unidos ambos por sus vínculos e intereses en Israel, tal y como publicó La Marea.
La nueva etapa que abre Casado, por tanto, no trata de destruir a Vox, sino de transformalo en la derecha que fue, la que estuvo siempre dentro del Partido Popular y la que, según los círculos aznaristas más militantes, desgajó Mariano Rajoy con su indolencia ideológica durante su mandato, especialmente en el procés. Durante una entrevista de Manel Manchón en Crónica Global en marzo de 2019, Quintanilla se mostraba rotundo con respecto a Vox, que acababa de obtener 12 escaños en el Parlamento de Andalucía contra todo pronóstico y que se hizo imprescindible para que Juanma Moreno (PP), que no había ganado las elecciones, gobernara.
-¿Qué es para usted Vox, una derecha que ya estaba en el PP?
-Una derecha que todavía no se ha ido del PP, pero de la que podemos decir con seguridad que si deja de estar en el PP, empezará a ser otra cosa distinta de lo que ha sido hasta ahora. No es lo mismo una derecha que se esfuerza para convivir con liberales, conservadores y democratacristianos que una derecha que decide no convivir con ellos. Será una derecha inútil y probablemente inmoral.
El mismo año en el que se hizo esta entrevista a Quintanilla, Vox obtuvo 52 escaños en la repetición de las elecciones generales de 2019. Vox ya no es el PP y, como pronosticaba el nuevo fichaje de Casado, es "inmoral" de todo punto, esto es, xenófoba, machista, racista u homófoba sin complejos. Vox se escapó del PP, se desinhibió y ahora no es el PP, aunque a veces se parezcan demasiado. Adoptar la táctica ultranacionalista española de Vox en Catalunya para devolver a ese mismo Vox a la casa común de las derechas que piensa el PP que representa, se antoja muy difícil a estas alturas. Salvo que sea el PP quien se convierta en Vox, con toda su inmoralidad a cuestas.
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