'El rey al desnudo': El 'affaire' ruso de Juan Carlos I
El envés de la cara pública de Juan Carlos I. Eso pretende ser El rey al denudo. Historia de un fraude, el libro en el que el periodista Ernesto Ekaizer recorre los distintos escándalos que han ido jalonando los últimos años de la vida del rey emérito. Desde los grandes escándalos a los sucesos menos conocidos, pero igualmente relevantes, y los hilos que los conectan. Ediciones B lleva el título a las librerías el 17 de junio, y en este extracto que plublica infoLibre Ekaizer señala los puntos clave del interés de Juan Carlos I en la entrada en Repsol de la rusa compañía rusa Lukoil.
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Desde Rusia con amor
TATIANA ROMANOVA.—Lo sé todo sobre ti por tu expediente.
JAMES BOND.—¿Lo sabes? Bueno, espero no decepcionarte.
TATIANA.—Te lo diré... por la mañana.
TATIANA.—Creo que mi boca es demasiado grande.
BOND.—Es del tamaño correcto... para mí.
El asalto a la petrolera española Repsol por parte de la rusa Lukoil en 2008 no forma parte de la Guerra Fría, como en la segunda película de James Bond, pero su trama no es menos rica y apasionante. Si la película de 1963 describe la organización terrorista SPECTRE (que busca sembrar el caos, una descripción premonitoria del exespía y escritor británico Ian Fleming), la actuación del trío Juan Carlos I-Corinna-Sanginés-Krause crea un suspense cuyas bazas principales son el dinero, la pasión, la impunidad y el poder.
Hay una clave en Rusia que vincula a Juan Carlos I con Sanginés-Krause, quien ya conocía a Corinna en el mundo económico. Antes de Rusia, el magnate había tenido alguna participación discreta en el Fondo de Infraestructuras hispano-saudí.
Los tres, Juan Carlos I, Corinna y Sanginés-Krause, formarán un trío de negocios en 2006, cuando la mujer de pelo rubio y el rey español llevan dos años como amantes y la vida les sonríe.
Y están acariciando, ya en los últimos meses de 2008, dar el gran golpe, el pelotazo financiero.
Es una apuesta arriesgada: la multinacional rusa de petróleo Lukoil asalta la española Repsol y negocia entrar en su capital. La multinacional rusa intenta conseguir el control de un 29,9 por ciento de Repsol.
Corinna mantenía contactos estrechos con Lukoil y algunos de los oligarcas rusos, y Sanginés-Krause, que representaba a Lukoil, vio una importante oportunidad internacional: se trataba de comprar el paquete de acciones, un 20 por ciento, de uno de los socios, la constructora Sacyr Vallehermoso, a la greña con el presidente de la multinacional española, Antonio Brufau, y añadir otras posiciones hasta rozar el 30 por ciento.
Por Corinna, Juan Carlos I deja a un lado los complejos. El rey se embarca en una prueba de pasión y dinero. Se empeña en persuadir de la operación, sin disimulo, al presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, que no ve con buenos ojos la entrada de Lukoil y la pérdida de la españolidad de Repsol. Juan Carlos I hace lobby porque, afirma, la operación de Lukoil es beneficiosa para España, en contra de la posición del ministro de Industria, Miguel Sebastián. En los círculos empresariales, el tout Madrid asistía atónito a la desenvoltura con que actuaba Juan Carlos I.
En esas fechas nadie sabía de la existencia de Corinna; en realidad fue desconocida hasta la caída del rey en Botsuana, en abril de 2012. Pero allí estaba, al parecer en el mejor momento del romance.
Juan Carlos I y Corinna hacían buena aquella afirmación de Alejandro Dumas padre en su libro Los mohicanos de París (1871).
¡Busquen a la mujer, por Dios! ¡Busquen a la mujer! Hay una mujer en todos los asuntos; tan pronto como alguien me da un informe digo: «¡Busquen a la mujer!».
El affaire, la palabra francesa con que Dumas se refiere a los «asuntos», era redondo para Lukoil: controlaría Repsol con crédito, apoyándose en algunas entidades que, como La Caixa, eran accionistas de esta empresa. La entidad le cedería su 9,9 por ciento y Lukoil se quedaría con los créditos sin amortizar de Sacyr (cinco mil doscientos millones de euros).
La operación parecía progresar. Rodríguez Zapatero, en contacto con Juan Carlos I, cambió su posición inicial al considerar que era una operación de mercado y que nada se podía hacer para intervenir en ella. El rey llegó a llamar seis veces a Rodríguez Zapatero, quien declaró públicamente que era necesario «ser respetuoso con los intereses de la compañía».
La Casa de Su Majestad el Rey llegó a hacer públicos dos comunicados en el transcurso de diez horas sobre la participación del monarca en las gestiones. ¡Lo nunca visto!
Zarzuela admitió, en una primera explicación, la participación del rey Juan Carlos con relación a Lukoil como potencial comprador del 20 por ciento que la constructora Sacyr Vallehermoso poseía en Repsol, en la «tradicional política de apoyo del monarca a las empresas españolas en el exterior».
El responsable de relaciones con los medios de comunicación del Palacio de la Zarzuela, Juan González Cebrián, aseguró:
De acuerdo con una línea de conducta establecida con este y otros Gobiernos, el rey ha estado apoyando las relaciones de España con Rusia, como lo ha hecho también con otros países, caso de Estados Unidos con los Gobiernos de González o Marruecos con los de Aznar. Se trata de aprovechar la aportación diplomática de su majestad en la preparación de un clima propicio para la expansión de nuestras empresas. Todos los Gobiernos lo han utilizado en este sentido. El rey abre relaciones como especialísimo embajador de España que es, y luego son las empresas las que hacen su trabajo.
Sobre sus gestiones, señaló:
Obviamente no es que sea el rey quien coge el teléfono y llama directamente a Putin o Medvedev para que se haga tal o cual operación. En este sentido, no ha tenido una participación directa. Su papel consiste en favorecer un clima de entendimiento entre ambos países, lograr un buen nivel de relaciones que luego pueda ser aprovechado por las empresas españolas. En suma, el rey es quien posibilita unas buenas relaciones, lima posibles diferencias y, en definitiva, abre las puertas, para que detrás vengan las empresas y se aprovechen para hacer sus negocios.
Así, Juan Carlos I es capaz de «abrir unas relaciones magníficas» con
otros países. La Casa de Su Majestad el Rey recordaba que es habitual
que una delegación de empresarios acompañe a los reyes en sus visitas de
Estado.
El rey mantenía por entonces una estrecha relación con Putin y fue el primer jefe de Estado occidental que recibió al presidente ruso, Dmitri Medvedev, después de su llegada a la presidencia rusa en sustitución de Vladimir Putin, quien a su vez pasó a ser primer ministro de la Federación Rusa.
Las discrepancias internas en el Gobierno, radiadas a los medios de comunicación, y el diseño financiero de la compra desestabilizaron la operación. Se desinfló. Lukoil se retiró cuando La Caixa dio marcha atrás, una decisión que adoptó a raíz de la petición del ministro de Industria, Miguel Sebastián.
Los partidos de la oposición, en particular el líder del Partido Popular, Mariano Rajoy, rechazaron la entrada de Lukoil. Los problemas financieros dieron al traste con el plan. Sacyr, que había financiado su entrada en el capital de Repsol con un préstamo de 5.175 millones de euros, pedía a Lukoil el mismo precio por acción que había pagado por el paquete del 20 por ciento (26,7 euros), mientras que la compañía rusa ofrecía 22.
Sobre la operación, Wikileaks, el portal del periodista Julian Assange, reveló más tarde un cable del 24 de diciembre de 2008 en el que el secretario general de Presidencia, Bernardino León, había confirmado en una cena con el embajador de Estados Unidos en Madrid, Eduardo Aguirre, el 22 de diciembre, que el Gobierno intentaba limitar la compra al 20 por ciento para ayudar a Sacyr Vallehermoso.
El embajador Aguirre transmitía lo siguiente en la información confidencial enviada al Departamento de Estado, a un miembro de la Unión Europea, a la embajada norteamericana en Moscú, al Consejo Nacional de Seguridad, a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y a los departamentos de Comercio y de Energía de Estados Unidos:
El embajador Aguirre todavía ignoraba, en diciembre de 2008, que una mujer estaba detrás en el affaire LukoilRepsol, y que, según el plan, si Lukoil se hacía con el control, ella podría ganar entre tres y cinco millones de euros. Corinna había asesorado en 2007 a Lukoil en una operación con un contrato de cien mil euros al mes.
Esa comisión, si se saldaba con éxito la operación sobre Repsol, se canalizaría a través de la empresa Apollonia Associates. Creada por Corinna, toma el nombre de la capital de Sifnos, una de las islas Cícladas griegas; la pequeña ciudad está construida a modo de anfiteatro sobre tres suaves colinas.
Corinna se embarcó con Apollonia tras dejar de trabajar en Boss Sporting, una de las empresas vinculadas a la armería Boss & Co, donde organizaba safaris para miembros de la alta sociedad. Registrada en 2010, la empresa continúa operando desde Malta junto con otra, Associates Holding.
Estas empresas afloraron en los llamados Papeles del Paraíso, filtración masiva de documentos que desveló en noviembre de 2017 a multimillonarios y multinacionales de todo el mundo que utilizan estructuras financieras complejas para ocultar patrimonio y mover grandes cantidades de dinero lejos de las autoridades fiscales de los países en los que residen o ejercen su actividad. Con anterioridad, en 2016, también figuraron en los Papeles de Panamá, que difundieron las empresas opacas off-shore del despacho de abogados panameño Mosack Fonseca.
A finales de noviembre de 2008, cuando el rey apostó por los rusos, ¿había alguna razón oculta que pudiera explicar la impunidad y la falta de escrúpulos de Juan Carlos I? La había: los cien millones de dólares que se había embolsado en Suiza a través de la Fundación Lucum.
Juan Carlos I se preparaba para disfrutar de ese dinero con retiradas promedio de cien mil euros mensuales de su cuenta en el banco Mirabaud a partir de enero de 2009.
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