martes, 8 de septiembre de 2020

Después de todo, esta ristra de indecencias que hemos ido sufriendo año tras año y basurero tras basurero en 'la década pprodigiosa', no empeora la situación de España, al contrario, incluso la puede favorecer si se consigue mantener la lucidez y la serenidad. Que la mierda se vea y se destape para poder limpiarla y que no vuelva a aprecer, es mucho mejor que tenerla escondida y justificada bajo los escaños y los sillones como normalidad, que es lo que ha ido sucediendo en el estado. Una gran lección para enjuagues y corrupciones políticas: hay que temer mucho más el ocultamiento corrupto que todo lo intoxica, lo pudre, lo apesta y lo bloquea que a la aceptación e investigación de las denuncias frescas que dejan a la vista la verdad sin tapujos de los asuntos más vergonzantes y por ello pueden impedir el descrédito, la humillación pública y el hundimiento irremediable de la credibilidad de un partido, de un gobierno, de un poder judicial, de una monarquía o de cualquier estamento institucional que se corrompa. No hay decencia sin transparencia y viceversa.La enfermedad que no se quiere reconocer como tal y se intenta camuflar como salud, acaba matando al paciente negacionista con su propia "medicina". El pp tendrá que ser ilegalizado hasta que se limpie y se regenere de un modo comprobable por la sociedad y es muy bueno que por fin se pueda descubrir el mal y cambiar de dirección. Ahora el pp deberá decidir entre el cambio y el suicidio, lo mismo que ese ppartido ahora intenta hacer en España: partirla por la mitad una vez más en medio de una pandemia y una inestabilidad global. Pura justicia poética, o si no quieres caldo toma dos tazas, pp...mientras buscas la pulga de Podemos tu jauría de tigres de cloaca te devora.Te lo has ganado a ppulso, carinyet...


La década podrida del PP

Pablo Casado intentará alejar a la actual cúpula del PP de su pasado corrupto, pero la historia nos dice que no suele ser nada fácil despegar este tipo de mierda del zapato

Iñaki Gabilondo

Con la pandemia desatada, con la economía en la UVI, con los Presupuestos en el filo de la navaja, con órganos institucionales clave sin renovar, con el rey emérito de escapada, solo nos faltaba este nuevo gran escándalo de corrupción.
El juez del caso Villarejo levantó el secreto del sumario de la llamada operación Kitchen y nos ha transportado al mundo y al lenguaje de la mafia. La operación Kitchen, que es cocina, se refiere a la parte del sumario de la trama urdida en la cúpula del ministerio del Interior en tiempos de Rajoy, después de que estallara el escándalo de los papeles de Bárcenas. Una trama cuyo objetivo era hacerse, como fuera, con el material comprometedor que Bárcenas pudiera tener sobre el PP.







'Hoy por hoy' les viene ofreciendo todos los detalles y lo seguirá haciendo. El hecho es que la Fiscalía pidió el viernes la imputación del exministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. Parece que ya ha pasado directamente a hacerlo. Y de la exsecretaria general del partido, María Dolores de Cospedal,  y de su marido. La Fiscalía asegura que Cospedal tenía un interés muy directo en este asunto.
Las últimas revelaciones podrían llegar a implicar directamente a Rajoy. Recordemos que en esa misma cúpula de Interior se constituyó la parapolicía patriótica destinada a perseguir a enemigos del PP: independentistas catalanes y miembros de Podemos.

Es la década podrida del PP. Por lo menos 10 años de juegos sucios que vuelven a echar más basura a la playa. Pablo Casado intentará alejar a la actual cúpula del PP de su pasado corrupto, pero la historia nos dice que no suele ser nada fácil despegar este tipo de mierda del zapato. Al PSOE le costó años y CIU tuvo que reventar su partido y probarse sucesivos disfraces para disimular. Y en ello anda todavía.

Ahora solo esperar y confiar en la justicia. Pero no cabe duda que en el complicadísimo momento que vivimos, este asunto añade más carbón a la caldera y más crispación a la política. Dependerá de la actitud que tome Casado que convendría saliera por su registro más humilde y que no intentara zafarse dando coces ni pretendiendo marcar inútilmente distancias imposibles. Porque en las fechas de este escándalo, Pablo Casado era secretario general de Comunicación del PP.






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