sábado, 20 de enero de 2018

Un escándalo sostenido por corruptos, tibios y cenutrios







El piloto español de Fórmula Uno, Fernando Alonso (i); el presidente de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo (c); el piloto brasileño de Ferrari, Felipe Massa (d); el president de la Generalitat, Francisco Camps (abajo - d), y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, saludan al público a bordo de un Ferrari California esta tarde en el Circuito Ricardo Tormo de Cheste (Valencia), durante las Finales Mundiales de Ferrari. EFE/Manuel Bruque.
Rita Barberá y Francisco Camps saludan al público a bordo de un Ferrari en una imagen de archivo Efe / Manuel Bruque


Audiencia Nacional. Crespo nombra en Gürtel a Costa, Fabra y Camps. Y, Rajoy, en FITUR, rodeado de periodistas, dice... que 2017 fue un año magnífico para el turismo. Así funciona el tinglado. En los últimos días, varios encausados por corrupción han cantado ante la justicia para confirmar las sospechas largamente avanzadas. En España, miembros del Partido Popular o de los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unió contrataron obras, pagadas con dinero público, a cambio de mordidas astronómicas en las que el que pudo metió el cazo para volcarlo a su bolsillo. De estos partidos básicamente y también de otros. Una práctica que se presume habitual, una forma de ejercer la función pública. Pero el problema ni siquiera acaba ahí.
Constatamos que a amplios sectores de la sociedad les da lo mismo que les roben, que nos roben. Que la justicia va por barrios, dejando oasis de intocables y deteniendo con aroma de arbitrariedad por opiniones  o actitudes convertidas en delito. Sabemos que nada sano puede salir de la abismal disparidad de criterios al abordar los problemas. Que el río revuelto viene con víctimas asfixiadas y pescadores que se aprovechan ignorando todo escrúpulo. Comprobamos que las injusticias sociales alcanzan cotas de escándalo. O que un empresario condenado por las tarjetas Black, investigado por otra trama de corrupción, recién denunciado por un compinche como receptor de una comisión millonaria, llamado compi yogui por los Reyes de España, viaja a Davos en la comitiva que nos representa como país y que encabeza el propio Felipe VI.  





Vivimos tiempos complicados que parecen encaminarse a un futuro peor. Hasta la ficción literaria y cinematográfica nos presenta un espejo negro, un Black Mirror, al que avanzamos. Se han aparcado los coches voladores y los trajes fluorescentes, la ciencia ficción nos lleva a un terreno más oscuro. Quizás porque es más realista, más apoyado en datos del presente. Solo que el futuro no está escrito; el espejo no es barrera, es cristal frágil y quebradizo. Detrás puede haber esa sima que auguran o nuevos horizontes para construir, dejando atrás la mugre.
Depende de nosotros, de todos nosotros. En gran medida, de los cómplices de este estado insostenible. Una de las primeras obras que vi representada en un teatro –el Teatro Principal de Zaragoza- fue “A puerta cerrada”, de Jean Paul Sartre. Tan rotunda que, con ella, entendí para siempre que El infierno son los otros.  La mayor de las armonías puede verse alterada por las relaciones personales hasta  crear un clima insostenible. El infierno son los otros, a menudo, del mismo modo que hay personas que, por el contrario,  se convierten en aliados y soporte. 
Hoy, en España y en muchos otros lugares del mundo, van ganando los colaboradores necesarios de la sinrazón, el abuso y la tiranía. Un grupo significativo como coautores directos, otros por pura tibieza y una gran mayoría sin ser conscientes siquiera. ¿Cuántos valores tienen que fallar en una sociedad, en cada persona, para que se apueste por dirigentes corruptos, aprovechados, sin preparación ni ética, turbios, falaces, a pesar de que dañan hasta los propios intereses de sus electores?  Los hilos son ya tan gruesos, hay tanto que cargar y es tan innecesario ya disimular, que sin duda cabe hablar de influencias y manipulaciones pero eso no lo explica todo, ni mucho menos lo justifica.
El infierno son los otros, los que enturbian la vida.  Estamos conviviendo en el mismo país donde millones de personas miran a otro lado cuando el gobierno deja sin atención a los dependientes o aplica políticas que aumentan la pobreza mientras favorece la sobreabundancia de las grandes fortunas. Son datos y lo saben por más que sus gurús de baba les mareen con las cifras. Hay 13 millones de personas en España en riesgo de exclusión social, casi 5 no pueden calentar su casa cuando hace frío.  Cada semana  mueren 8 trabajadores durante su jornada laboral.  Según datos del Ministerio, en 2017 hubo 451 accidentes mortales y 3.500 graves.  Las cifras aumentan. Habrá razones. 
Y sigue habiendo desahucios. Agustín  Moreno, un profesor que acaba de jubilarse y que venía escribiendo textos imprescindibles sobre educación, empleó su recién estrenado tiempo libre esta semana en acudir a un desahucio. Lo contó en Cuarto Poder. Y previamente escribió en Twitter: ¿Cómo se puede dejar en la calle a una madre con 2 hijos de 16 y de 12 años, uno de ellos con una minusvalía del 41%, y que no se les caiga la cara de vergüenza a todos los que tienen la responsabilidad de evitarlo?  Esto se vota. ¿Cuántas valores han de anularse para llegar a este extremo? ¿Cuánta miseria esconde el silencio cómplice?
Y se vota la privatización de la sanidad y las goteras, una tromba de agua en realidad, en la UCI pediátrica de un hospital público. La Unidad para niños en estado de máxima gravedad. El colapso de las urgencias y las listas de espera. Y se apuesta en las urnas por los empleos de una semana de duración que trajo la reforma laboral, los sueldos precarios, la disminución de los subsidios de desempleo. Y por la subida de casi 500 euros en las tasas universitarias. Y el aumento descomunal de la Deuda Pública, negocio de especuladores. Está en el 99,4%, en 2007 la teníamos en el 35,5%, echen cuentas. Y la politización de la justicia. Y la RTVE manipulada para contar lo contrario de lo que ocurre. Y las subvenciones en forma de publicidad institucional a los medios que terminan siendo concertados con el gobierno, con el poder, con todos los que comen en esa mesa.
Se está privando a políticos de sus derechos civiles sin haberse determinado su culpabilidad en un juicio. Se invirtieron  87 millones de euros en el despliegue policial para enfrentar el referéndum en Catalunya. El Ministro Zoido llamó al operativo Operación Copérnico por, dice, “el giro copernicano” que tendría que darse. Un ministro a juego con sus votantes, sin duda. Se está pervirtiendo el lenguaje con fines precisos como no soñó ni Orwell. O sí, él sí. Se manda, insisto, a Davos a una representación de España que, sin quererlo, es demasiado fidedigna, porque nada trae consecuencias.  Aunque no lo parezca, también todo esto se vota. 

Hemos tenido gobiernos que, no solo rescatan con nuestro dinero a bancos y empresas, sino que consintieron el fraude de las preferentes. Y ahí los vemos en comisiones de pasar el rato, echando culpas fuera. Lo hicieron solos y en compañía de otros. Lo hacen aún con tantas cosas. Se vota, esto se vota. Dando la confianza a los partidos responsables de esta gestión y a los partidos que les apoyan. Es cierto que uno no puede asumir todos los errores de aquellos a quienes eligió, pero lo que está pasando en España dista mucho de ser el ejercicio normal de la política. De la justicia y el periodismo también. Demasiadas irregulares y trampas que los tuercen. Nos sentencian a una condena que se da como irremediable y no lo es.
El infierno son los otros. Se ven ejércitos de zombis, tabernios, cuñados, cenutrios, neutrinos, encandilarse con quienes ponen en peligro su propia sanidad, su propia pensión, la educación de todos, el progreso en forma de investigación, la cultura. 
Apriétense los cinturones los pensionistas que hay que rescatar a las  autopistas privadas y no hay más dinero. España consolidó ese modelo que, además, se cree muy sabio y avispado, exactamente igual que las víctimas del timo de la estampita o el tocomocho. Los que, siguiendo la flecha, condenan a los conductores varados en la nieve y se enfervorizan con el “a por ellos”.  Los que censuran severamente a las víctimas de la codicia y bajan los ojos ante sus verdugos. Parece haber millones de seres que no relacionan sus hechos con las consecuencias que ocasionan. Hijos de esa España eterna que se ocupó a fondo en disuadir el pensamiento crítico y propio.
Son demasiados. Tras el Black Mirror no está el coche fantástico, está el ejército de espectros guiados por los Caminantes Blancos. En este juego de tronos son decisivos. Avanzan sin mirar atrás, pierden brazos, piernas, la cabeza, y siguen andando, abatiendo, sepultando, como enemigos. Cuando hay otra realidad tras el espejo: una puerta, y vías abiertas, y una luz, una sociedad y un país que podría apostar por la decencia y el futuro. Es que por este camino no va a haber ni mañana. 

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Querida Rosa María, ¡cómo te entiendo y comparto contigo la percepción de este panorama delirante! 

Sólo un par de cosas sin importancia, pero que mola reflexionar. Lo de que el infierno son los otros, como dijo Sartre, siempre me ha parecido un poco nfantil y bastante injusto. Porque también nosotros, cada una y uno, somos "los otros" para el resto de humanidad. Un cachito de infierno compartido malgrè nous. Es imposible estar viviendo en un barrizal y no sufrir salpicaduras y enlodamientos. Por ejemplo, no ser salpicadas por la intolerancia de la desesperación colectiva. No vivir de uñas contra todo lo que nos lleva la contraria socialmente, estar convencidas poco a poco de poseer la verdad única y de que los "malos y los tontos" son el obstáculo, que si ellos desapareciesen todo estaría genial. Lo cierto es que ellos están ahí porque el mal y la tontuna de los "listos" se expanden como lo más natural donde el bien y la inteligencia no están presentes. Si hay tanta cutrez rampante es porque los que se creen o nos creemos no-cutres, también participamos del cutrerío. Victimizarnos ante aquello en lo que de alguna manera participamos ya es cutre en sí.


 Ejemplo personal: en 2014 yo misma participaba en Podemos convencida de que con el 15M se lograría el cambio. No fue posible. El movimiento social fue arrollado por el despotismo político-organizativo de una élite universitaria con un discurso estupendo y al mismo tiempo narcotizante y ficticio (los círculos solo eran un señuelo), en la que yo misma participaba doblemente desde la Comisión de Análisis de mi barrio y la de Valencia ( a la que el barrio me envió a partisipar como portavoz). Lo comprendí enseguida, en el verano, me di un tiempo hasta Vista Alegre I y después de ver los resultados de la ceguera colectiva e innumerables casos in situ, de lo más aberrante, me aparté del proyecto para recomponerme como conciencia libre y colectiva, junto al pueblo y su soberanía. Es decir, salí de un conato de infierno político, para ir junto a quienes tratan de no perder el rumbo de la inteligencia colectiva, el único recurso posible para salir del infierno sectario, que son los otros y somos nosotros también cuando nos olvidamos de la esencia para dedicarnos sólo a la contingencia del ganar y competir, del rivalizar y entrar en el juego psicomental del capitalismo, para jugar con sus mismas armas, aplazando la decencia para después de vencer al enemigo. Con tales premisas ya se está formando parte del infierno a-social, mientras una cree ser de "los buenos", en pura dialéctica rajoyana. 

El infierno no son los otros solos, también nosotros participamos de él cooperando con los mismos medios pervertidos con los que se intenta justificar el mejor de los fines. Una aporía total: porque los medios modifican la sustancia del fin, si son de baja decencia la deterioran por el camino y lo que se consigue como objetivo es patético. Por ejemplo: colocar como cabeza visible del partido en el Ayuntamiento de Valencia a un concejal inútil y nefasto como Jordi Peris y sus mariachis, procedentes de la esencia ppera valenciana certificada y pasada por el Politécnico, a los que ha habido que echar a media legislatura municipal por estar corrompidos hasta las trancas en el cículo de Rafael Blasco, nada menos. 
Pero, claro, quién iba pensar en la élite universitaria podemí que entre ellos hubiese pringados corruptos, algo mucho más propio de la gentuza de "abajo" a la que se posterga y se olvida como insignificante pero estratégica masa para churros políticos. ¿Cómo elegir a peña del 15M para concejales si se dispone de personalidades de la altura de Peris que según sus propias palabras nunca participó en esa banalidad asamblearia, con la de cosas importantes que tenía que hacer en la universidad mientras los idiotas tomaban las plazas y calles del país...para que gente como él gobernase a gusto un par de años más tarde. 
El infierno lo tenemos dentro en potencia, nadie está libre de él y si no despertamos a tiempo seremos sus mejores representantes, precisamente convencidos de todo lo contrario. Sartre no estuvo fino. No vio el peligro egocénrtrico de su propio infierno íntimo (tal vez tuviese más datos sobre él Simone de Beauvoir y le hubiese puesto al día si le hubiese preguntado). Y a nosotros puede pasarnos lo mismo en cualquier momento.

Hay una parábola de Jesús de Nazaret muy ilustrativa sobre este tema: la de las vírgenes necias y las prudentes. La inteligencia y la ética no tienen fronteras temporales. Y por más que no queramos admitirlo todos y todas somos galletas de la misma harina cósmica. Sólo nos diferencia cómo elijamos ver la realidad y materializar la visión en hechos concretos. 

Demos un salto cuántico en el tiempo y traduzcamos cualitativamente el hecho por encima de épocas, modos expresivos y costumbres. La moraleja es perfecta para cualquier época. No seamos pardillos y estemos al loro para no quedarnos a verlas venir. La ocasión la pintan calva y a camarón que se duerme la mar se lo lleva. En fin...



En aquel tiempo, dijo Jesús: 

«Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, se olvidaron del  aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardaba, se adormilaron todas y se durmieron. 
A media noche se oyó un grito: "¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!" Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: "Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan." Pero las prudentes replicaron: "No podemos deros lo que necesitamos para ver, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis a los vendedores y locompréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: "¡Señor, señor, ábrenos!" Pero él respondió: "En verdad os digo que no os conozco."
Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora".(Evangelio de Mateo)

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