sábado, 27 de enero de 2018

Menos mal, al menos el Constitucional da señales de vida ante la ppatada de los gañanes, que sólo saben de cargarse la democracia

Los letrados del Constitucional y el ponente proponen permitir la investidura de Puigdemont



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Es que ya no se trata de Catalunya, ni de las simpatías o antipatías que despierten los personajes indepen ,  ni siquiera de la independencia en sí; ya se trata simplemente de una lógica imprescindible para la cordura, la dignidad,la credibilidad como estado de derecho democrático, y de la convivencia con una misma, o sea, con los y las demás, que en realidad somos un solo tejido social, con muchos colores en los hilos, pero todos necesarios para darle utilidad, urdimbre y sentido a esa obra de todos y de todas, que va mucho más allá de unas banderas, de un territorio y de un sistema ortopédico disparatado, que trata de oprimir y asfixiar la vida de la conciencia colectiva y su luz imprescindible para no ir tropezando y cayendo por el mapa de un tiempo que necesita cada día más inteligencia, buena disposición y mirada amplia sobre el panorama. 
Al menos hay una esperanza: un Tribunal Constitucional tras el trampantojo que tapa los derribos a domicilio, como lo son las chapuzas de ese PP Gotera; qué alivio descubrir un tribunal español que no ha perdido el oremus, de momento,  entre juezas y jueces sacados del cuarto de los horrores, fiscales en subasta de destinos chachis a base de complacer a los orcos de la tierra de Mordor y todo el panorama que padecemos sine die en el reino de Cutristán. 

¿Cómo es posible que los jeques de la Trama Gürtel decidan por su cuenta nada menos que las libertades y las leyes de un estado? ¿ y qué se puede y debe pensar, y manifestar? ¿ y qué tienen que obedecer si o sí, los gobiernos autonómicos y los ayuntamientos decentes, aunque crucifiquen viva a la ciudadanía?¿cómo y qué clase de partidos pueden apoyar estas aberraciones con tal de que la justa y nueva visión política que los ciudadanós reclaman no vea la luz jamás si no son elllos los que controlan absolutamente el interruptor? ¿Con qué criterio pretende gobernar un estado quien no es capaz de gobernar su ambición corrompida, de asumir sus errores,  ni de reconocer la gravedad de su ceguera ni su discapacidad para ejecutar tareas que superan con creces escandalosas sus capacidades personales y grupales? 

Es un alivio que aún exista en las Españas un tribunal que sirva para algo y que no esté corrompido hasta las trancas ni comprado ni como felpudo de las bestias en manada ejecutiva, que todo lo compran o/y lo joden.

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