viernes, 30 de marzo de 2012

LA HUELGA EN VALENCIA. UN EJEMPLO DE CIVISMO



La columna de manifestantes contra la reforma laboral a su paso por la calle de Xàtiva de Valencia. / CARLES FRANCESC

El éxito de la huelga general se vio en las calles

  • “El PP quiere acabar con lo que tanto tiempo nos ha costado conseguir”, claman los trabajadores
  • La jornada fue particular: todos los actores implicados se mostraron satisfechos con el seguimiento del paro
Más de 150.000 personas se manifiestan en Valencia, Alicante y Castellón. Los sindicatos avisan de que es el primer paso de un proceso “intenso" en contra de la reforma laboral

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COMENTARIO DEL BLOG
Ayer Valencia tuvo una ocasión histórica para demostrar su conciencia y su valía ciudadana. Si tuviese que hacer un balance en síntesis, diría que fue una jornada de respeto, compromiso, libertad y entusiasmo recuperado.
Por primera vez en mucho tiempo la unidad entre sindicalistas y ciudadanía fue total. Todos los ciudadanos eran un sindicato único. Votantes de todos los colores estaban presentes. Poco importaban las siglas. Importaba la humanidad y la herida social, mucho más que las etiquetas. La prensa dice que había 150.000 manifestantes, pero esa cifra era sólo en Valencia capital, los comunicados que llegaron al final del recuento en  las tres capitales y ciudades más pobladas, dieron una cifra mucho más creíble: 500.000 personas en la Comunidad. Medio millón de ciudadanos pueden mover montañas cuando sus conciencias se abren y se unen en un trabajo inevitable: la recuperación, ya no de un "estado de bienestar" a gusto de la decadencia consumista y destroyer, sino hacia un bienestar consciente que se convierte en estado, primero, personal, luego, grupal y por fin, social, político y global. Así se construye identidad, conciencia y responsabilidad compartida. 
No se gritaron consignas ni predominaron las pancartas. Como si todos se hubiesen puesto de acuerdo telepáticamente, las banderas sindicales, de todas las opciones, fueron el eslabón de enganche para todos y todas. El lazo fraternal que reconciliaba todos los extremos posibles. La rabia y la lucha se canalizaron en música, canción y poesía, como combustible de la marcha jubilosa y decidida. Las palabras de Miguel Hernández con sus vientos del pueblo resonando en la calle Colón, delante de los comercios y de los edificios oficiales, el eco inteligente y lírico, comprometido siempre, de Lluis Llach, la guitarra, la voz y el alma de Labordeta inundando, recias y amorosas, la Alameda y la danza de todos, en círculo, las manos y el sentimiento enlazados, las lágrimas y el canto, el castellet humano en medio del círculo, subiendo de vibración la energía del abrazo universal de todos, trabajadores y trabajadoras, fundidos en la potencia de un nuevo nacimiento, como nunca nuestra historia había conocido hasta ahora.
Sin odio, sin violencia, con respeto absoluto, la ciudadanía recorría las calles y pasaba delante de los comercios que habían decidido no secundar la huelga y aplaudía a los trabajadores que obligados a permanecer en los establecimientos, seguramente por presiones de los patrones, por imperativo de necesidad, se arriesgaron a cerrar y a quedarse sentados en el suelo de las tiendas. Nadie insultó ni atacó a los "esquiroles"; se les miraba con respeto y con la convicción de que, también sin ellos, pero  a favor de ellos también, el trabajo y el empeño de todos conseguirá una sociedad distinta, donde no haya que elegir entre el pan, el miedo y la dignidad. 
Viscan els valencians i les valencianes, visca tota la societat espanyola i europea, que no se resigna ni se resignará al atropello contra la democracia, al recorte de los derechos fundamentales ni a la barbarie de un mercado genocida.
Al final, todo será para bien del bien común. Por pura evolución y supervivencia. O no habrá mundo ni planeta en que vivir.

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