sábado, 3 de marzo de 2012

DA LO MISMO EL CURRICULUM, LO IMPORTANTE ES SER DEL MISMO GREMIO


EL ACENTO

Movida en Antifraude

Un Gobierno "previsible" descabeza a la élite de la inspección tributaria

"
MARCOS BALFAGÓN
"Solo está Pilar Valiente, que avisa rápidamente”. Esa frase fue un indicio de la connivencia entre la persona que presidía la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y Gescartera, una agencia de valores que estafó algo más de 100 millones de euros a unos 2.000 clientes, incluidas decenas de instituciones católicas. La frase —encontrada en una agenda incautada a la jefa de Gescartera, Pilar Giménez Reyna—, se refería a la intención de la CNMV de intervenir el chiringuito financiero en 1999, cuando Valiente era consejera del órgano supervisor. Promovida a presidenta de la CNMV antes de que estallara el escándalo, Valiente dimitió en 2001.
El Ministerio de Hacienda la catapulta ahora como número dos de la Oficina Antifraude y destituye a los dos principales responsables de este departamento, así como a cinco de sus jefes técnicos, medida esta última muy inhabitual. Se trata de la unidad que ha investigado el caso Gürtel o los movimientos sospechosos de 147.800 euros en billetes de 500, entre un instituto sin ánimo de lucro y una empresa, que resultó ser la entidad presidida por Iñaki Urdangarin.
Toda la movida coincide con la difusión de un nuevo plan antifraude. Se trata de estrechar el cerco sobre profesionales, artistas y deportistas, controlar mejor la economía sumergida, vigilar operaciones de ingeniería fiscal que pretendan reducir impuestos, aprovechar los convenios firmados con Suiza y antiguos paraísos fiscales para descubrir fraudes... Bueno: al servicio de esos objetivos se promociona a una persona profesionalmente cuestionada —aunque Valiente no sufrió consecuencias judiciales— y se descabeza a la unidad investigadora de élite. Que tampoco había dado malos resultados, al haber más que duplicado la recaudación entre 2005 y 2010. Los 10.000 millones logrados en ese último año superan el objetivo fijado por el nuevo plan antifraude.
A despecho de tantas apelaciones a hacer las cosas “como Dios manda” y a actuar como “un Gobierno previsible”, emergen las sorpresas. ¿Qué se pretende: reducir o borrar el esfuerzo de inspección realizado?

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Si leemos la historia de España del siglo XIX  y sus desastres en la alternancia en el gobierno entre conservadores y liberales veremos como se repite todo. Igual que si no hubiese pasado más de un siglo desde Cánovas y Sagasta.
Suben unos y cambian todo para colocar  amiguetes y tener cómplices agradecidos en todas partes que cubran las espaldas en caso de apuro. Poco importa si los que están desempeñando los cargos son competentes y lo hacen bien. Poco importa que el nuevo gerente haya demostrado en otras ocasiones que es desastroso, como en el caso Gescartera. No se puede conservar a nadie en su puesto cuando se ha ganado la batalla electoral. Todos los de "antes" son sospechosos y por más que hayan demostrado ser competentes, rigurosos y honestos, no continúan, porque hay que abrir paso a las afinidades que aseguran lealtad aunque no aseguren capacidad. O sea, que la corrupción está servida en cuanto surja la más mínima. Que surgirá obviamente. 
Con esta miseria no se puede hacer nada. Con ese partidismo vergonzante están privando al País de personas válidas en puestos de responsabilidad y poniendo a tipos como Camps al mando de una autonomía a la que ha dejado en el chasis. Tapando y disculpando la miseria no se avanza ni se corrige ni se mejora. Por muy bien que caiga una persona o por muchos favores que se le deban no se puede colocar  en un puesto parecido a quien ya demostró no estar a la altura de un cargo igual en otra ocasión, sobre todo tratándose de la ética, donde los errores son horrorres; los ciudadanos tienen derecho a los mejores administradores, a los más competentes y a los más honrados. Porque les mantienen con sus impuestos.
Con estas cosas el PP demuestra que su honestidad no funciona y que no se podrá confiar en un gobierno de favoritismos y mediocridades.
Una pena. De verdad.

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