miércoles, 18 de agosto de 2021

Pedro Guerra-Dios

  

Me emociona y me conmueve profundamente esta canción de Pedro Guerra. Es exactamente la descripción del estado personal que me llevó a una ruptura total con esa idea de un dios imposible hace más de cincuenta años. Con esa caricatura insoportable que se basa en un constante disparate. 

Ese dios que nos contaron es una aberración que por supuesto y por fortuna no existe si nuestra ceguera no se lo inventa y lo coloca en los altares del cuento chino. Y además lo empodera como "dios" y "señor" que necesita mangonear esclavos y adoradores en todo el mundo, y a quienes no caen en su juego los manda al infierno, según 'su santa voluntad',  sin un ápice de esa misma compasión que luego supuestamente exige a sus títeres creados de la nada. 

No, ese dios no existe. No condena. No castiga. Ni premia. Ni permite catástrofes cada vez que se pilla una rabieta imposible contra los que no le obedecen. Ni elige a unos sí y a otros no. No se llama dios, ni tiene nombre. Es sencillamente el estado original, sin barreras, de conciencia plena, liberadora, la Luz y la Gracia inseparables del Ser que hace posible el existir de la materia, de la energía, del tiempo y del espacio. Fluye y al mismo tiempo es serenidad estable en medio de los cambios imprescindibles. 

Es lo que en realidad Somos porque la Idea, la Palabra, la Música, el Pensamiento, el Sentimiento, son Amor hecho carne y materia, que está en el fondo de la propia dinámica creadora. Somos nosotr@s. Y cada existencia es una oportunidad elegida por  nosotr@s mism@s  para irlo descubriendo. Desarrollando, integrando, agrandando la comprensión y lo que llamamos "espíritu", el soplo vital que sostiene absolutamente todo, sin preferencias, sin juicios previos y posteriores; es el eje de la conciencia el que regula el discernimiento, mediante la ética, la empatía, la compasión, la creatividad, la cooperación, un gozo indeleble y una esperanza indestructible hasta en los peores momentos y el crecimiento contagioso que nos ilumina, nos activa, nos facilita la reflexión y nos va amueblando la casa interna para que podamos edificar las casas externas. 

Todo esto que hoy comparto, querida familia, gracias a la canción de Pedro, no es un camino determinado ni una guía, como un vademecum, es una experiencia nada más, porque eso que llaman "dios", no es un sistema fijo de órdenes y mandamientos, ni un atlas,  ni un libro de recetas ni un archivo de milagros y magias variadas. Es el descubrimiento ontológico y consciente de cada ser humano, de cada ser vivo, desde que nacemos hasta que completamos el camino temporal. 

Precisamente, Pedro Guerra, según su relato musical, está en la onda trascendente mucho más que quienes se pasan la vida rezando para ser mejores que los demás y enchufarse a "la salvación", mientras son incapaces de descubrir el Ser sin límites en la nigeriana que llega en patera, en el mendigo que duerme en la calle, en el enfermo desahuciado, en el MENA que se devuelve como una carta equivocada, en los campamentos de refugiados, en las mujeres y en los hombres frágiles, débiles, maltratad@s, prostituíd@s, en los reclusos condenados por una justicia demoledora, delincuentes por falta de lo que necesitan y nunca han encontrado, un dios idolátrico  que se venga en vez de remediar y curar "las maldades", en las víctimas de tantas guerras Sirias, Palestinas, Saharawis, Libias, Afganas...Sí, por desgracia "dios" y su ausencia está ahí. Machacado. Marginado, Asesinado. Drogado. Alcoholizado. Enloquecido. Invisibilizado. Olvidado. Por eso mismo, cada un@ de nosotr@s es parte de esas experiencias. Todo el conjunto es el océano, nosotros, todos y todas, somos las gotas de ese agua. "Dios" somos tod@s. 

Es la semilla de vida y luz que nos hace posibles y libres cada día para elegir como asumir las realidades que nos salen al paso y que tantas veces son consecuencia de nuestra forma de ver, elegir y decidir como y en qué modo  asumir o no cada instante de vida, cada oportunidad de respirar algo más que aire. Espíritu que nos sostiene si le permitimos que lo haga. Nada que ver con religiones, que tantas veces son más un impedimento que un camino, una carga y una atadura que condenan más que un alivio que regenera y salva. 

Jesús o Buda, no vinieron al mundo para que la gente les adore y se refugie en dogmas que les cuentan sus peripecias y dormir tan a gusto, sin responsabilidad alguna, confiando en que ya estamos a salvo por saber de qué va ese dios y tener fe en que otros vinieron a este mundo para hacer lo que nosotros no estamos dispuestos a asumir. Y por ello acabaron fatal. Eso sí, luego se les subió a todos los altares...Ains!

Vinieron y nos siguen acompañando en el camino que elegimos, están en nuestro interior para cuando decidamos despertar, de una puñetera vez, encender la luz y ver lo que hay en los adentros. Entonces vemos y comprendemos una realidad que nunca nos predicó nadie. Porque cada un@ es un microcosmos y al mismo tiempo es universal, repartido en ondas que se comunican constantemente. Un whifi infinito sin fallos en la conexión. ¡Y gratis! Una divina y humanísima paradoja. 

Libre como el viento, dinámica como las aguas, estable como las rocas, fértil como la tierra, danzarina e intensa como el fuego, hospitalaria y nutritiva como la vegetación, dura y resistente como los desiertos, generosa y sorprendente como las selvas, hermética y helada pero también frágil ante la calamidad climática, como los polos, compañera y maestra como los animales...Somos nuestra casa planetaria y cósmica. Todo lo que hacemos a favor o en contra de lo que Somos, es nuestro patrimonio. Nuestra libertad y nuestra voluntad se cumple en  la tierra como en el cielo. Nosotros damos o quitamos a los necesitados el pan de cada día, perdonamos o no, las deudas a nuestros deudores o elegimos hundirlos para sentirnos por encima de quienes nos llevan la contraria. Podemos elegir entre hacer un paraíso en la tierra como en el cielo o hacer un infierno en ambos planos. Somo átomos de "dios" en prácticas, por eso damos la vida o la quitamos. Somos luz o tinieblas, según elegimos. 

No sé si estas evidencias a lo largo de la evolución no se han querido ver o se han visto pero se han ocultado por miedo a las consecuencias sociales y económicas del poder. A la vista está que la misma realidad nos está revelando, uno por una y en común, lo que los credos devotísimos, enrollados en sus liturgias escénicas, nunca supieron o no quisieron explicarnos. No hace falta ser cristianos ni creer en ese "dios" formateado a imagen y semejanza del poder y la gloria imperial y capitalista, para comprender y reconocer en la visión ultratemporal del Apocalipsis, el retrato completo de nuestra historia, que unido al prólogo del Evangelio de Juan, es lo más cercano a lo nuestro como especie en el camino de la evolución. 

Algo que, según mi modesta experiencia personal, se acerca en nuestros tiempos a ese relato amplísimo y lleno de alegorías con ciertas  resonancias magnéticas, es la obra de Pierre Teilhard de Chardin. "El fenómeno humano" y "El medio divino". Dos libros estupendos para acabar de encajar piezas. Y si entre lectura y lectura, escuchamos las canciones de Pedro Guerra, y ésta en especial, iremos descubriendo maravillas, el tesoro escondido en la tierra necesita que cavemos y profundicemos a tope en el interior para poder descubrirlo en todas partes. Y ya libres por fin, de ataduras y dogmas disparatados, que ya no tienen valor y en vez de ayudar, bloquean e impiden el camino de la Luz inextinguible. Que así sea, y seguramente será, para tod@s l@s que lo intenten y lo busquen

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