Stanley Kubrick lo dejó cristalino cuando filmó "2001: Una odisea en el espacio". Los profetas son los imprescindibles médicos del futuro. Es una pena que la "listeza" sacamantecas del ego enfermo y la pasta enloquecida de la mediocridad nunca los escuche porque no son rentables, y por ello los prohíba, los margine y hasta los elimine y los quite de la circulación. Son los únicos que pueden avisar con acierto acerca de las verdades inevitables como consecuencias aseguradas de las peores conductas humanas, valoradas indefectiblemente como proezas, que no se quieren ver como la enfermedad/basura que son, pero que están ahí como productos interior y exterior brutísimos, cavernícolas remasterizados.
¿Por qué no se repone esta peli en las tvs y se hace un amplio debate social a niveles de estado, con quedada internacional, como Eurovisión, por ejemplo, tipo La Clave pero globalizada, sobre el inocultable paralelismo con el día de hoy, con científicos, pensadoras, pedagogos, políticos, sociólogas, economistas, trabajadores sociales, refugiadas y exiliados en la Naturaleza y las tierras vacías...?
Quizás con menos frivolidad y más ocupación seria sobre lo que tenemos entre manos y estamos olvidando, puede que se nos pasasen antes las neuras y las fatigas del Covid mutante, y sobre todo, quizás, y por una vez en la Historia, el concepto Humanidad consiguiera escribirse con mayúscula y en color violeta por verdaderos motivos, ya imposibles de camuflar con pijadas, horterismos tontos, ocurrencias de dudoso ingenio que maldita la gracia que tienen y jueguecitos on line para matar un tiempo que podría ser nuestro salvavidas y no solo la ocasión para quejarnos y aburririnos de tanta queja.
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