domingo, 31 de agosto de 2014

Utopías realizables ¿por qué no, si Podemos?

                                          


Esta evolución política que estamos viviendo puede ser el cambio verdadero de paradigma institucional con el que tantas generaciones de españoles han soñado desde siempre, desde Viriato, El Cid, los Comuneros, las Germanías, las dos tímidas repúblicas que hemos tenido y los movimientos anarquistas y ácratas. 

¿Hemos pensado en lo que puede significar un Estado libre de parasitismo intermediario, verdaderamente democrático con una ciudadanía capaz de autogestionarse? Una ciudadanía implicada, comprometida, culta, preparada, capaz de asumir su responsabilidad, reduciría la dependencia de un aparato de poder enorme, reduciría también los gastos públicos representativos a más de la mitad de lo que ahora nos cuesta administrarnos y gobernarnos, sin perder ni un solo derecho de los que ahora nos está privando este régimen obsoleto e incluso con la incorporación de más derechos aún. La libertad responsable y solidaria simplifica la economía y la hace ecológica, racional, sostenible. Cuando el bien común pasa a ser patrimonio de la soberanía ciudadana se tiene la conciencia de que todo es digno de ser cuidado, administrado, distribuído, creado y protegido por todos, eso reduce policía, prisiones, reformatorios, ejército, etc, etc...fuerzas y recursos que pasarían a funcionar de distinta forma, por ejemplo los militares de carrera tienen un nivel equiparable a la ingeniería y son grandes técnicos y ejecutivos en estrategias, informática, renovables, aeronáutica, marina, podrían hacer mil cosas constructivas y el ejército quedar como una UME para salvamento, cooperación solidaria, rescates, cuidado del patrimonio natural,  y ayudas internacionales en emergencias, etc...Con este cambio se reconvertiría la fabricación y el comercio de armamento en técnica de vanguardia para otros fines mucho más constructivos y enriquecedores.

Las Asambleas populares como herramienta y órgano consultivo, básico, horizontal, organizadas en consejos ciudadanos y portavocías, y consejo coordinador de intervención especial, elegirían a sus delegados/as, por ejemplo, anualmente, para que nadie tuviese la ocasión de apegarse al poder, harían que todos los ciudadanos tuviesen a lo largo de la vida períodos de servicio político y social, y que las autonomías se financiasen a sí mismas pero con criterio  solidario para que las menos favorecidas o más problemáticas dispusiesen de recursos dignos para desarrollarse al máximo de sus posibilidades. Todo se decidiría en una Asamblea Ciudadana anual en cada autonomía y una estatal en en la sede del gobierno federal. Asumiendo los ciudadanos responsabilidades gestoras de servicio y cooperando con los consejos de Ayuntamientos y departamentos ministeriales, el Parlamento quedaría reducido como mucho a media docena de representantes por autonomía, lógicamente proporcionales a los habitantes y extensión del territorio autonómico.Y el Senado sería innecesario dado que los mismos ciudadanos se gestionarían el territorio. Los Poderes Judicial, Legislativo y Ejecutivo los elegirían y supervisarían los ciudadanos, por medio de sus sus comisiones de Justicia, Derechos Humanos, de Ética, de Ciudadanía, Salud Pública, Transportes, Agricultura, Ciencia, Investigación, Educación y Servicios a la Comunidad en las distintas áreas, también se votaría en lista abierta la Jefatura del Estado, que, evidentemente, a esas alturas de civismo ya no podría ser otra cosa que una República Federal, cuyo Portavoz sería elegido cada tres años, por ejemplo, si la ciudadanía está conforme con la gestión que se revisaría en periodos anuales, por ejemplo a fij de año, con un refrendo telemático por parte de la ciudadanía, aprobador o revocador en vez del mensajito tradicional del fantoche de turnom programado por una casta con la que nadie se identifica. Nadie viviría 'profesionalmente' de la política, sino que los servicios anuales prestados se remunerarían con sueldos dignos que permitan vivir con dignidad y en una residencia normal, nada depalacios en usufructo, en una calle normal y con el uso de transportes públicos como todo el mundo. Como vive Pepe Mujica en Uruguay, por ejemplo, lo que demuestra que 'Sí se puede!' transformar un pasado lumpen en un presente y un futuro dignos. 
La normalización financiera de la gestión  política procuraría un ahorro enorme que haría posible una optimización de los impuestos para la inversión privada y las pymes, creación de empleo, microcréditos estatales sin usura, mejores servicios públicos, mejor enseñanza, mejor sanidad, mejores infraestructuras para el cuidado de la naturaleza y el fomento de las energías limpias. Más cultura y de mejor calidad. Una renta básica y un empleo justo, un techo asegurado, y un sustento digno, un amor de hermanos a los que ninguna diferencia pude separar con olvido, sufrimiento e injusticia.
La banca deberá en ese tiempo tal vez no tan lejano como parece hoy, firmar un compromiso ético  y un código deontológico para el manejo limpio del dinero y la aceptación de líneas rojas imprescindibles para ser autorizada a trabajar en este país. Y todo el conjunto a cargo de la ciudadanía trabajando en su propio bienestar. Ocupándose de sí misma, adultamente, sin caciques ni "aparatos" de partido. Cumpliremos los sueños de los más luchadores, de los más lúcidos, cuya conciencia hecha energía nos acompaña y nos ayuda desde lo invisible, pero real. En la belleza, en la poesía, en la música, en el buen humor y en la creatividad. La ley básica y practicamente única, será la Ética. Así podremos alcanzar por primera vez en nuestra historia el Estado de las Naciones Cosncientes, de una  hermandad federal, donde acabarán los piques tipo Valencia versus Catalunya, los complejos de rico o de pobre, de Norte o de Sur, de vago o de trabajador, porque por fin la oligocracia se habrá convertido también en ciudadanía y con un alto sentido ético se habrá descubierto que la verdadera aristocracia (del griego, aristós-crathía 'poder de los mejores') somos todas las personas que cuando alcanzamos solidariamente la capacidad de ser libres, sanas de mente y corazón, y conseguimos desarrollar lo mejor de cada uno/una nos convertimos de verdad en Humanidad .

España será entonces una eco-Marinaleda-Tagamanent libre, asamblearia y fraternal. Contenta, por fin, de haber encontrado su justo lugar en el mundo.
  


                                  




 VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN

Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.

Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.

Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.




Miguel Hernández

                                      

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