lunes, 25 de agosto de 2014

Hay que ir más lejos y ver más claro


Los conservadores desviarán el tema a la sesión de control de septiembre. Los grupos de la oposición han solicitado 43 peticiones de comparecencia a los ministros del Gobierno.::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::



Este titular de Público confirma la sospecha certera de lo que se está tramando en el bando de la casta más agresiva. Creo que debemos analizar muy seriamente lo que este estado de desigualdad y de disparate pseudodemocrático está perpetrando contra los ciudadanos/as amparado en una 'legalidad', que por el mismo uso abusivo y tremendamente injusto del poder que han recibido en las urnas, utiliza la democracia para hacerla desaparecer. Está desligitimando y vaciando de contenido al propio Estado. Más que un ppartido, esto es una pplaga de termitas.
La consecuencia de este proceso de deterioro en picado, es que la ciudadanía se ha despertado y no está dispuesta a ir en plan rebaño por esos derroteros. Hemos hecho acto de presencia, hemos entrado en las Instituciones con una fuerza que no se esperaba y ahora nos toca ejercer lo que nunca nos hemos permitido por miedo y complejos de impotencia y de carencia. Nos toca responder al reto. Y no nos lo están poniendo fácil, ni siquiera los partidos de izquierda nos entienden, somos parte de su "estrategia" para ir contra el pp.
Si esos partidos comprendiesen lo que predican, en vez de imponernos una confluencia apremiante frente al peligro sobre todo de sus aparatos y supervivencia, lo primero que harían sería consultarnos antes de convocarnos a apoyarles. Pero no se enteran, nos ven como otro partido más que puede restarles votos. Es una torpeza enorme. Lo que llaman Podemos, no es un partido, no ha nacido para eso. Es CIUDADANÍA en estado esencial. Organizándose y creciendo para defender sus derechos fundamentales.
Que ahora tenga un brazo institucional no impide su fuerza resolutiva ni limita su capacidad de intervención mediante acciones cívicas de oposición frontal a la barbarie. Nuestro estado actual es de asedio por parte del poder a dos bandas: 1) el poder estatal y 2) el poder de los partidos políticos del viejo sistema o régimen que aún no ha conseguido hacer una verdadera transición, de la mentalidad de casta a la nueva apertura ciudadana. ¿Qué PODEMOS hacer? ¿Aislarnos? ¿Confluir sin más? ¿Entrar en juegos de estrategia elitista para marear la perdiz volviendo a "delegar" en unos pocos para que nos saquen del fuego unas castañas que nosotros pelamos y ellos se comen?

No se trata ya de una tensión entre opiniones o ambiciones diversas. La solución es la disolución de esos esos viejos parámetros y esquemas y la refundación de otros nuevos, en los que la ciudadanía es el árbitro y no los jugadores. Esta vez son los partidos que pretenden ser democráticos los que, para seguir vigentes, deben transformar sus viejas programaciones sin rodeos y sin temor, si es que quieren seguir en pie. Los ciudadanos no quieren seguir como hasta ahora, la prueba es la tremenda desafección y desprecio hacia "la clase política" de cualquier color, que se explica en una abstención desesperada que ahora se está recuperando gracias a este empuje de esperanza cívica y ganas de cambio verdadero del andamiaje ruinoso. Y hay que aprender a jugar limpio. No es fácil cuando se está acostumbrado a los rodeos y al tejemaneje. Pero ya no cuela más opacidad ni más enredos de falsa política. Las conciencias son otras y los métodos deben adaptarse a ellas porque los métodos son inercias y las conciencias son vida. Tropezamos con ideología asociadas para las que la conciencia no existe y todo es aparato. Esa concepción es el viejo tejido necrosado que impide sanar a la sociedad porque priva a los ciudadanos de posibilidades para encontrar nuevas vías de crecimiento y expansión, limitados por corsés dogmáticos que impiden a su vez el desarrollo de una nueva sensibilidad social e individual. En este nuevo tramo de la Historia, no será la ideología la protagonista sino la Ética. El homo ethicus es el nuevo prototipo, el eslabón perdido, que le faltaba encontrar al homo habilis para llegar a homo sapiens de verdad, no teóricamente eufemístico como ha venido sucediendo hasta ahora.

Para que nazca algo nuevo hay que cambiar de estado. Un gusano necesita disolverse, "morir"  como tal, para ser mariposa. Un feto para ser niño, necesita nacer, o sea "morir" al estado anterior que es el fetal. Y para crecer va "muriendo" a la lactancia, al gateo, al balbuceo, al parvulario... y así de etapa en etapa va eligiendo la forma y el talante con que aceptar el cambio. Cuando llega a la madurez física entra en un estado de transformación en el que la energía física se transmuta en energía esencial, intelectiva, experiencial, asimiladora, frente a la dinámica productiva material anterior, algo que se juzga como decadencia siendo en realidad renacimiento y plenitud en una nueva etapa ascendente, como todas, que llega a su culminación con otra "muerte", el abandono del vehículo físico, el paso del estado liquido al gaseoso, que es el comienzo del apogeo de la conciencia que se ha venido construyendo a lo largo del tiempo y del aprendizaje. Si se sabe integrar el tiempo en su crecimiento, la  vida será armónica, no se aferrará nunca al pasado para intentar reproducirlo constantemente, sino que, aprendiendo de él, se crearán nuevos espacios de vida en presente que proyectan el futuro, que a su vez se convierte en presente cuando se realiza.
Ese mismo proceso se repite en la sociedad, sin embargo no se atina a encajarlo porque se hace de la estructura de poder, para simplemente crecer en humanidad, un arma de supervivencia sin comprender el sentido de la evolución, en la que por cierto la izquierda más virulenta no cree; piensa que todo se repite en las mismas condiciones y no es cierto, los ciclos evolutivos parecen repetirse porque no tienen cambios radicales, sino paulatinos y ascendentes, de menos a más en todo. Ese impulso de crecimiento infinito, si no hay conciencia desarrollada que lo sitúe, se transforma en angustia por la supervivencia, por medrar, por ser importantes, por tener razón, por prevalecer, por dirigir, por poseer y acumular, por ser imprescindibles. Avidez insaciable de todo, sin que nada logre aplacarla. Y de esa cepa nace el poder político y el financiero. Por eso es casta. Porque no logra abrirse a lo universal sino que vive blindada y enrocada sobre sí misma y utilizando la sociedad y sus problemas para prevalecer. Nuestro bajo nivel de desarrollo evolutivo fomenta los problemas y la dependencia de ellos se convierte en negocio rentabilísimo y en ese andamiaje se construye el capitalismo. Que no es un sistema. Es una enfermedad que nos impide crecer como seres humanos aunque nos deforma acromegálicamente como autómatas acumuladores u oprimidos sin más solución que deformarnos para ser "como todos". Pero, ojo, que no se nos escape que el capitalismo es necesario para que haya comunismo, que sin él no tendría sentido ni existiría. Luego, esas fuerzas se retroalimentan y subsisten por medio de ideologías y partidos que justifican y sistematizan su patología mediante el intento de resolver el problema que han creado sus propias existencias. Y en ese mogollón la sociedad es el terreno que pisan y que aplastan. La existencia de "las masas" es la excusa que alegan para prevalecer. Impidiendo que los pueblos se conviertan en ciudadanía, por medio de una educación mecánica y, como todo, acumuladora de datos mucho más que de inteligencia para emplear esos datos a favor de los valores y derechos humanos y no en su contra y que así los esclavos sociales alcancen la esencia primordial de ciudadanos libres y responsables de sí mismos en solidaridad compartida entre todos; un estado social que ya no necesitaría "padres espirituales" predicando lo de siempre y vendiéndoles la cabra del miedo a la pobreza y el afán por acumular cuanto más mejor.
Solo la ciudadanía puede conseguir ese estatuto de normalidad a través de la democracia consciente y respetuosa, plural e igualitaria en oportunidades, regida por una única fuerza motriz expresa de muchos modos, pero siempre ajustado a la legitimidad de lo humanamente lícito que conduce al bien común: la ética, que en el proceso natural empapa la  educación, la salud, la legalidad, los derechos, las libertades, los vínculos, etc, etc...
 

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