La luz, el sonido y la imagen son los tres pilares de la comunicación. La luz que permite ver todo, desde fuera y desde dentro, el sonido que permite escuchar la vibración acústica y la imagen que permite la representación material de las sensaciones. La imagen sin luz no se ve y no existe para nadie. El sonido sin imagen ni luz intelectiva para asumirlo y descodificarlo, es solamente ruido. En cambio la luz en sí misma encierra todas las capacidades: con su fuerza podemos crear la música, la palabra y las artes plásticas y gráficas . Luz es el esplendor de la vida y de la inteligencia. La sombra es su espalda, para poder descansar en ella. Pero las tinieblas son su carencia. La nada. La disolución. Lo que no existe. Lo informe. La energía sin esencia ni reconocimiento de sí. La potencia caótica sin el acto cosmológico, cosmogónico e inteligente de la creación. La masa antes de ser el pan o el bizcocho. Incomestible, indigesta e inútil si la luz del trabajo no la dispone para tener sentido y poder realizar su función alimenticia.
Hay quienes son farola, hay quienes son cencerro, y quienes son imagen; hay quien es masa y hay quien es pan o bizcocho.
Podemos elegir en qué estado deseamos funcionar. Y de esa elección depende el mundo que construimos.
Hay quienes son farola, hay quienes son cencerro, y quienes son imagen; hay quien es masa y hay quien es pan o bizcocho.
Podemos elegir en qué estado deseamos funcionar. Y de esa elección depende el mundo que construimos.
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