jueves, 7 de octubre de 2010

Un crimen que alimenta con chocolate al Norte ególatra

INVESTIGACIÓN / POBREZA Y ESCLAVITUD: EL TRÁFICO DE CHICOS EN ÁFRICA

El amargo chocolate de los niños esclavos de Costa de Marfil

Miles de chicos son obligados a trabajar en las plantaciones de cacao
Les pagan apenas 4 centavos de dólar al día

Por NORIMITSU ONISHI. New York Times. Especial para Clarín.

Tiempo estimado de lectura 4'40''

Una semana después de abandonar su pueblo en el vecino Mali por primera vez, Yacouba Diarra, de por entonces 14 años, cayó en manos de un traficante de niños y fue trasladado de contrabando al otro lado de la frontera, hasta la región productora de cacao de Costa de Marfil.

Yacouba no estaba solo, sino con otro chico de su edad. Los dos fueron trasladados hasta allí con la promesa de recibir 135 dólares por año de trabajo. "Ignoraba qué trabajo iba a realizar. Ni siquiera sabía que estábamos yendo hacia Costa de Marfil" admitió Yacouba.

Una vez en Costa de Marfil, Yacouba fue llevado hasta un pueblo de casas de barro, ubicado a kilómetros de distancia del camino pavimentado más cercano, en donde él trabajaba todos los días en una plantación de cacao. Su trabajo consistía en arrancar arbustos con un machete y cortar de los árboles las vainas de cacao maduras.

Pero luego de un año en el pueblo de Petit Tiémé, el dueño sólo le pagó 13 dólares. Es decir que había ganado unos 4 centavos de dólar por cada día de trabajo.

La historia de Yacouba es similar a la de muchos chicos y chicas de África Occidental y Central, que abandonan sus hogares para trabajar en el extranjero y no ven a sus familias durante años.

Algunos chicos caen en manos de bandas de contrabandistas y terminan siendo explotados. Otros terminan en una situación de esclavitud, lisa y llanamente. Pero la mayoría de las veces son los padres los que envían a sus chicos a ganar dinero en otro sitio o a aprender un oficio, en consonancia con una antigua tradición.

El trabajo infantil tiene profundas raíces pero es difícil de medir y además la línea entre comercio de esclavos y la esclavitud de la pobreza es poco clara, a veces. Las denuncias de abuso generalizado en Costa de Marfil, principal exportador de cacao del mundo, generaron varias acusaciones y mucho enojo en Europa y Estados Unidos.

En Gran Bretaña son varios los grupos que intentaron organizar un boicot al chocolate de parte de los consumidores. En Washington, mientras tanto, el Congreso aprobó un proyecto de ley que propone un sistema voluntario de etiquetas que identifiquen el origen del cacao en el chocolate. Esta etiqueta diría "No al trabajo esclavo infantil".

Según un informe de 1998 de la oficina Costa de Marfil de la UNICEF, chicos de Mali y Burkina Faso fueron llevados a trabajar allí de forma sistemática por traficantes. Se calcula que hay 15.000 chicos extranjeros trabajando en Costa de Marfil.

El gobierno de Costa de Marfil admite el tráfico de niños pero niega airadamente que sea algo generalizado. "Existen casos aislados de niños sometidos a este tipo de tráfico a los que estamos tratando de proteger arrestando a los responsables", explicó Henriette Lagou, ministra de Familia, Mujer y Niños, al ser entrevistada en su oficina de la ciudad de Abidjan.

Buena parte de la confusión tiene su origen en las condiciones de trabajo que prevalecen aquí a diario. En muchas partes del continente africano, se trabaja de forma agobiante por nada más que 50 centavos de dólar diarios.

Según UNICEF, 200 mil chicos son víctimas todos los años de este tipo de traficantes que los obligan a trabajar bajo condiciones de brutalidad.

De la misma forma que los factores económicos son los que empujan a los mexicanos a emigrar a Estados Unidos, los trabajadores de Mali y Burkina Faso, dos países sin salida al mar, invaden Costa de Marfil.

El hecho de que este fenómeno incluya a chicos es un reflejo de la constante pobreza de la región, en opinión de Lagou. "La gente que no vive aquí no puede entender nuestra realidad. Piensen en cualquier pareja de Europa o Estados Unidos. Tienen uno o dos hijos y no pueden entender por qué la gente trafica niños. Pero cuando uno vive aquí lo entiende enseguida. En Burkina Faso, un padre puede llegar a tener 40 hijos, tranquilamente".

Según las leyes de Costa de Marfil, los menores de 14 años están autorizados a trabajar, siempre que la tarea no sea peligrosa y cuenten con el consentimiento de los padres.

Los chicos que traen los traficantes no son autorizados a trabajar pero la tentación es por lo general muy grande ya que les pagan —o les prometen pagar— alrededor de 165 dólares anuales. En Mali, los más pobres sólo podrían reunir esa suma al cabo de cinco años.

En Katiénou, un pueblo al norte de aquí, Ibrahim Konaté, un chico de Mali de 18 años, cuenta que hace dos años, trabajó en Costa de Marfil durante 20 meses y ganó alrededor de 350 dólares, una suma muy abultada para él. "Me alcanzó para mantener a mi familia en Mali durante un año", reveló Ibrahim, que es el mayor de 10 hermanos.

La mayoría de las plantaciones de cacao son negocios familiares. Compradores de pueblos y localidades vecinas envían en camiones a sus representantes para que compren el cacao a los granjeros. Estos, a su vez, lo venden a exportadores de Abidjan.

Los exportadores son por lo general libaneses, franceses o africanos ricos, que venden el producto a Occidente, en donde compañías como Nestlé y Hershey lo convierten en chocolate.

En Sédoudougou, una localidad de la zona productora de cacao, Drissa Diarrassouba, un residente de 57 años de Costa de Marfil, vive en un complejo habitacional de austeras viviendas sin luz ni agua corriente. Es agricultor de cacao desde hace 33 años y en ese tiempo sus 19 hectáreas produjeron lo suficiente como para que se comprara un tractor y enviara a 8 de sus 20 hijos a la escuela durante algún tiempo al menos.

Hace algunos años, cuando los precios y la cosecha de cacao eran fuertes, tenía contratados a siete u ocho trabajadores de Mali. Hoy sólo tiene a dos hermanos de 18 y 14 años respectivamente, Madou y Siaka Traoré. "Vinimos aquí a ganar dinero", confesó Siaka. Y admitió ignorar que el cacao sea convertido después en chocolate. En Mali sólo lo comió en una o dos oportunidades.

Fueron algunos conocidos los que presentaron a Diarrassouba a los hermanos Siaka y Madou. "Nunca discutimos con sus padres cuál iba a ser el sueldo", dijo el arrugado agricultor. "Lo que les pagamos depende del precio que paguen por el cacao. Si esto sigue así, este año no van a obtener más que unos pocos dólares".

No hay comentarios: