viernes, 29 de octubre de 2010

Tolerancia cero

Hay barbaridades frente a las que la tolerancia es un delito. Cuando la dignidad de las personas es objeto de abuso, de especulación, de juego y de lucro. No sé si, como dice Dragó, todo fue un juego literario y una fantasmada entre amiguetes que se ha convertido en libro. Muchas veces el falso intelectual,el erudito sin ideas, se refugia en la grosería y en la depravación para "inspirarse" mejor. Para hacer de rídiculo y sobrepasado enfant terrible con el patético resultado de convertirse en un aciano decrépito,teñido hasta en el DNI, y sin pizca de ingenio, ni talento, ni vergüenza, contando historias morbosas con adolescentes marginales y dañadas por una parte de la sociedad tan absurda como él.
Y por otra parte es estupendo comprobar que en el entorno en que vives, hay libertad suficiente para que se publique cualquier basura sin que existan organismos oficiales que impidan la difusión de la inmundicia y que sea la salud mental y emotiva de los ciudadanos, entre ellos el gremio de los libreros, las permitan expresar su repulsión por la barbarie y la suciedad mental e instintiva que, por arte de negocio, se habría puesto a la venta en todos los establecimientos del pais.
Esto es una prueba de valores y de madurez social. No se trata de un escándalo sexual. El sexo para los individuos equilibrados y sanos nunca es motivo de escándalo,sino de normalidad y equilibrio. No es por ese motivo por lo que se toma la decisión de no leer o eliminar de las estanterías un engendro patológico, sino por ética,por decencia solidaria, por respeto a las víctimas. Y a uno mismo.
¿Qué le pasa por la cabeza a un macho salvaje y degenarado -degeneración es el uso de las facultades humanas puestas a disposición de la animalidad- cuándo ve a unas niñas prostituyéndose en las calles de cualquier país? Dragó lo sabe, por lo visto.
¿Qué le pasa por la cabeza a un hombre sano y limpio de mente y de corazón cuando se encuentra en el mismo trance? La compasión. La solidaridad con los abandonados, con los abusados,con los olvidados y oprimidos.Con los heridos por un mundo atroz. Es muy triste llegar al ocaso de la existencia en semejantes condiciones de irresponsabilidad autojustificada. Creo que Dragó habrá tenido madre, que tendrá hijas y creo que hasta está casado con una japonesa...y que además andaba por ahí experimentando una especie de misticismo ecléctico y variopinto con inclinaciones ecuménicas, en fin, ¿cómo es posible que esa amplia cultura, erudición y experiencia, aun no le hayan hecho comprender que lo que uno no desea para las mujeres de su familia no lo debe experimentar con otras. O está tan perdido que ni siquiera distingue la noche del día y flota en un nirvana a la deriva de las primeras pulsiones que le llegan del entorno y que no sabe si son suyas o inoculadas. Y que en ese gazpacho líquido su inteligencia, su voluntad y su primitivismo se diluyen como sal y vinagre. Sin que una conciencia despierta sea capaz de organizar las cantidades de cada ingrediente. Sea lo que sea, el resultado en este caso es ignominioso. Un maltrato descarado que además se intenta rentabilizar en un relato escabroso y repugnante. Un machismo a lo Nabokov, desfasado de época y de sensibilidad. Ya basta con el sambenito de la mujer concebida por siempre en pecado original, que provoca al hombre inocente que puede ser su abuelo. Y basta con la justificación animalesca de que los hombres son "así". Y la burrada de que la mujeres lo "saben" y se ponen a la altura para sacarles lo que sea. Y qu eso dé lugar a abusos y delitos de toda especie. Qué asco. Qué porquería.
Creo que despuésde todo, Dragó es un pobre hombre, que camina de puntillas por la vida, intentando aparentar que tiene una altura que le falta. Cree ser un gigante y sin embargo es un enenano de circo, pero en el peor de los aspectos . Porque un enano físico puede ser un gigante intelectual y moral. Pero un enano mental y ético, es enano en todo, aunque mida dos metros y venda libros como salchichas, escritos, según dice, por negros esclavos de editorial.
Cada uno al final, se gana lo que merece.

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