lunes, 18 de octubre de 2010

El corazón de Angelines Merkel, las razones de Sagkó, los malabarismos de Berlusca y los premios Nobel

Esta vez los bárbaros no han venido de tierras lejanas y tercermundistas. Como en la época del imperio romano. En esta luctuosa ocasión, los bárbaros son aborígenes, autóctonos. Nacidos, criados y alimentados por la espléndida civilización occidental. Tan culta y tan preocupada por los derechos humanos,por el arte, el conocimiento, la belleza, la ciencia y la religión. Católica, claro. O protestante. Por esa desfiguración sectaria y descuartizadora del evangelio de Jesucristo que han dado en llamar cristianismo como si se tratase de un movimiento pictórico paleoimpresionista. Un viejo árbol bimilenario de raíces contaminadas, tronco podrido y frutos enfermos. Tanto, que han enfermado todo el paisaje y el paisanaje, han cubierto de sombra maléfica la bondad original que el Creador ha derramado en su obra, hasta convertirla en pecado original, en malversación de fondos humanos y divinos. Y de esos polvos mixtificadores y despiadados se han ido destilando el jugo y el lodo de la bestia. Su metabolismo. Si idiosincrasia. Su aberración. Su sustancia contranatura, antibiótica, anticrística. Para los bárbaros de portafolios neocon, de nomenclaturas matrix y vaciado espíritu-cerebral, sólo cuenta la pasta. El pastón. Le sacrifican todo. La salud, la paz mundial, los sentimientos,el equilibrio ecológico, la supervivencia de la especie, la cultura, la familia, la profesión, el clima, los recursos, las energías, las materias primas, el bienestar verdadero,las relaciones interpersonales, el amor...

Voilà, una prueba más del conjunto inconmensurable. Las palabras de Merkel no tienen desperdicio. Obviando la memeoria histórica del horror, sin complejos ni remordimiento alguno y sin pensárselo dos veces, ha retomado el hilo racista y xenófobo de su antepasado Adolf Hitler y su cuadrilla exterminadora. Los inmigrantes son un incordio que impide el bienestar y el progreso. No son rubios. Usan turbantes y pañuelos en la cabeza, que pueden ser un arsenal de armas apocalípticas de destrucción, masiva -¿o más -IVA?- . Ya lo confirmó aquel profeta clarividente, tan mal tratado por la prensa internacional : Georges Bush Jr. Usan aceite de oliva y no comen salchichas de frankfurt, no beben cerveza a litros y no han nacido hablando alemán. Y para remate, además de ser pobres como ratas, tienen una religión fanática. Que excomulga escritores que no le gustan, que prohibe todo lo que nos gusta a nosotros, que margina a los que no creen en ella y que monta cruzadas para obligar a los no creyentes a convertirse, porque se cree poseedora de la única verdad, cuando la única verdad es que Dios es cristiano, blanco y riquísimo. No hay más que ver la diferencia entre sus clérigos y los nuestros, entre sus muchos jefes religiosos y el papa católico, que es un jefe de estado serio e importante, poseedor de un imperio de poder e influencia económica y política, reconocido en el mundo entero. Por favor, ¿cómo se podría comparar una civilización tan brillante,con ese cutrerío ruidoso e insociable, incapaz de integrarse en este espléndido desfile de logros al paso de la oca?

Y para confirmar las elucubraciones y propuestas de Angelines Merkel, ahí está Nicó Sargkò, el hijo de emigrantes magiares, incorporado totalmente a la occidentalidad y dando pruebas admirables de su capacidad de integración. De un plumazo ha mando a freir espárragos a los gitanos franceses que quizás le recordaban demasiado sus raíces húngaras. Le molestaba su nomadismo y no le apetecía investigar sus causas. Intuyó que seguramente son nómadas porque se agobian bajo un techo fijo y prefieren el romanticismo de dormir a cielo raso, sobre el barro de los caminos, sin más agua corriente que la lluvia ni más comida que los frutos del campo que roban al pasar, sin seguridad social, sin colegio para sus hijos, que ya nacen con la excentricidad nómada y rebelde en los genes. Que se vayan a Rumanía que es mucho más romántica y legendaria que la douce France.

Otro implacable y silenciado elemento del comité internacional del destierro y desalojo es Berlusca, el multimillonario italiano que se sacrificó entrando en política para aumentar y proteger los bienes de su patrimonio familiar. Es un hombre de firmes valores católicos. Un mini fauno generoso, un padre y un marido responsable, que quiere proporcionar las mejores condiciones de futuro a sus velinas protegidas y concelebradas con los mandatarios y jerifaltes internacionales, a sus ex-mujeres y a sus retoños, hijos de varias camadas y emparejamientos. Socios y colaboradores de papi en el imperio de la pasta, no la de los fetuccini ni tagliatelle, no. La pasta que se almacena en bancos y bancas. A él también le molestaba el mal ejemplo de los nomadas rumanos, mezclándose con las basuras amontonadas y amotinadas, en las calles del Sur, agitanados, guarretones y pringosos que se iban afincando alrededor de las grandes periferias urbanas, que infestaban todo con el humo de sus hogueras campestres, sus piojos y sus músicas pedigüeñas. Unos padres irresponsables y pésimos gestores de las limosnas recibidas, que no son capaces de ahorrar su patrimonio mendicante para llevar a la escuela a sus niños ni obligarlos a soportar que los incluyan en las listas de "personas non gratas de origen incierto y peligroso". Sin embargo la redada de pobres, extrajeros y sin techo, la suele hacer con mucha discreción. Como es el amo de los medios de comunicación de su pais, que para eso se ha gastado una multimillonada en adquirirlos, no tiene problema alguno. Lo que no puede comprar lo aplasta. Lo calumnia, lo desautoriza. Se lo carga directamente. Y así el mundo no se entera de nada. Ni su pais, tampoco.

Estas tres joyas de la corona del sacro imperio cremato-fasci-germánico han conseguido rentabilizar la crisis y sus miedos histéricos. Han hecho escuela en los lodos básicos del horror vacui intraeuropeo. Imprimen carácter como los sacramentos de su única religión: El poderismo o el podridismo, que también suena igual. Y viene a ser la misma cosa.

Para dar brillo y esplendor a su gestión, las dictaduras tienen siempre un empeño especial en rodearse de una pátina culta y civilizada que les lave la cara, peine sus greñas en marañadas y maquille sus rostros sombríos para tratar de parecer medianamente humanos. Para dar un contenido intelectual y refinado a sus tropelías. Saben que hay que ganarse la aprobación de las masas por medio de la publicidad mediática y comprar intelectuales con prebendas, fomentar la falsa percepción de la libertad y del respeto a los derechos fundamentales del hombre. Al menos en la teoría y mientras el hombre presente rasgos étnicos aceptables y docilidad al sistema. Para eso también están las campañas de apoyo a los rebeldes disidentes de las dictaduras declaradas, como las que proceden de otras culturas herederas de los fascismos de izquierdas, como los chinos o los afganos, por ejemplo. A esos disidentes se les exulta, mientras sean disidentes allí., en su tierra. En cambio los disidentes de aquí no son disidentes, sino terroristas contra el sistema. A esos se les margina. Se les cierran las puertas. Se les aísla si ya no combinan con el modus operandi del imperio de la cutreidad. Porque su conocimiento es un peligro para sus negocios. Por ejemplo, a Nikola Tesla nunca le habrían dado un Nobel. Tampoco a Galileo. A Chomsky, tampoco. Y maravilla que aún no se lo hayan concedido a Umberto Eco. El Nobel es un arma de propaganda y se concede por el gran capital a los elementos que pueden favorecer el sistema imperante. Cuando Europa era demócrata y sociamente viva, los premios Nobel se concedían a Rigoberta Menchú, a García Márquez, a Juan Ramón Jiménez , a Nelson Mandela, a Paternak o a Dario Fo. Cuando el mercado cambia de rumbo la "cultura" también gira y se premia a Cela o a Vargas Llosa, que con una técnica espléndida de escritura introducen unas ideas propias del Cromagnon. Insolidarias. Nada constructivas. Obras que son un canto al ego envueltas, como un caramelo envenenado, en papel de plata y oro. Y por supuesto, al cabo de años y años de aislamiento y mobbing al profesor chino galardonado en esta ocasión con el Nobel de la Paz, se le concede el galardón en un momento crítico para presionar a la opinión pública, dentro y fuera de China, justo, cuando este pais y su gigantesca máquina de hacer dinero y negocio, amenaza los pronósticos comerciales y monetarios del mundo neocon.
Han conseguido lavarse la cara mundial permitiendo que un negro represente el símbolo de su metrópoli dineraria para levantar los ánímos después del boder-line terminator que lió las dos guerras mundiales del siglo XXI. Iraq y Afaganistán. El templo de Moloc donde el becerro del dólar tiene su altar mayor. Y cuando el negro, Obama, ha querido blanquear las conciencias animadas por el triunfo de la decencia, ha intentado realizar el sueño de la justicia para todos, le boicotean, le inundan de petroleo las costas del Sur -como no-. Le arrebatan a los colaboradores que van dejando de apoyarle en ristra,como los ajos. O los chorizos. Que es más propio. Le anulan las decisones enn el congreso y en el senado, le rebajan las encuestas a niveles ínfimos en caída libre.

Este es el panorama que tenemos delante. Esto es lo que nos quieren hacer creer que es omnipotente. Esto es pura basura que opera al margen de la conciencia humana. Un nivel paralelo de destrucción implacable, que comercia con lo que destruye, aunque ellos mismos acaben autodetruídos por lo que hacen. Actúan desde sus propias pesadillas y con ellas quieren mantener en ósmosis, la pesadilla de todos. Sólo tenemos que empezar a ignorarles. A ocuparnos de vivir y hacer vivir. Pasar de sus productos. Ignirarf sus discursos. Desobedecer sus indicaciones. Desvelar sus logros falsos. Sin público ni seguidores ellos y su mundo, no existen.
Abramos el interior. Y entremos. Seleccionemos lo que nos hace estar bien y desterremos lo que nos oscurece. Empecemos a curarnos por dentro y los medicamentos tóxicos dejarán de ser un negocio. Empecemos a gestionar la felicidad desde dentro y la droga no tendrá clientes. Pongámonos en paz interna y los desniveles de criterio y opinón no tendrán la menor importancia; las guerras desaparecerán de la mapamundi. Tenemos que salir urgentemente del imperio del Gran Hermano, que no es un programa de televisión sino el Show de Truman planetario.

Y sobre todo, seamos críticos con nosotros mismos. Así aumentará nuestra honestidad y la capacidad para ser autónomos, inasequibles al dominio y al poder de un monstruo al que todos hemos concedido el poder y la fuerza de condenarnos a la miseria psicomoral y a la destrucción psicofísica.

No hay comentarios: