viernes, 8 de octubre de 2010

El síndrome de la librería basura

No salgo de mi asombro. Cada vez que dedico un rato a curiosear por las tiendas de libros mi pasmo aumenta. Es practicamente imposible encontrar un libro de Platón, de Spinoza, de Descartes, de Aristóles o de Bergson, de Frances Bacon o de Shakespeare, de Lope de Vega o de Tirso de Molina, de Juan de la Cruz o de Fray Luis de León. Buero Vallejo, Luis Cernuda, Pardo Bazán, Saint-Exupery o Valleinclán o Unamuno...Nadie conoce a Dante ni a Petrarca ni a Pirandello ni a Sciascia, ni a Tabucchi ni a Valery, ni a Leopardi. O a García Márquez , Michael Ende o Juan Rulfo. Ni les suenan. Mientras se preguntan quién será ese señor tan simpático que ha recibido el Nobel de Literatura, que debe ser andaluz por el acento..."¿Vargas Llosa?, qué raro, nunca lo había oído. Y mira que me gusta leer, ¿eh? Porque yo leo muchísimo". Y así es. Se lee muchísimo, es cierto. Más bien se deglute, se engulle, se trasiega. El espíritu de la hamburguesa y los refrescos de burbujas border-line es ya un modo de vivir(!). Dice Baricco que son la morralla de los bárbaros fashion, pero en realidad no llegan ni a eso. No es. No hay. No están. No son.
Sólo tienes que ir en metro o en autobús,en tren o en avión para comprobar que casi todos llevan algún libro encima. "Los esqueletos en la despensa"de Rudolf Planchasky, "Trilogía de un psicópata megalómano" de Berta Ruffianof, "Mujeres hipocondríacas y hombres ninfómanos", de Ludwig Ansiosini,"Vacaciones en el Limbo", de Godofreda Frikyssen, "Alucinando en la ratonera", de Melanio Ahítepudras, "Templarios en salsa verde" de Karl Straffalary, "Amor al pil pil" de Zenobia Nulidovich o "Los muertos pintan bastos" de Emerency Truffarhej o "Como hacerse una foto sin el móvil" de Maka-Khito Shakamoto, en fin, un sin fin de alucinógenos in vitro. Creados en laboratorios escondidos como el top-manta, pero con una clandestinidad menos clara y menos comprobable. Y sin que la policía los persiga por copiar y reproducir ideas desfiguradas de otros, posiblemente chorizadas via internet, ni los deporte al pais de Nuncajmásamen, por falta de credenciales y sobre todo por hipertrofia del malgusto, de la vulgaridad más cutre que se pueda imaginar y por analfabetismo creativo cum des-laude y acumulación fraudulenta de formas sin contenido. De patetismo absuluto y de penapenapenitapena. Mucha pena. Una lástima de vidas que pasan como nubes o silbidos, sin nada más que nada.
Las letras se han convertido en charcutería. Ya es un fenómeno imparable. Los sabios, los que pensaban, los que hablaron para hacer pensar y hacer crecer, para inspirar y abrir caminos de desarrollo humano en todos los sentidos han desaparecido de los anaqueles. Para que no se note la diferencia con lo "moderno", no vaya a ser que por error alguien coja un libro verdadero y empiece a pensar, a preguntarse cosas y a pasar del producto exterior brutísmo que está en oferta. Ojalá las viejas historias de anticipación hubiesen sido ciertas. Ojalá encontrar la sabiduría escondida en los libros "primitivos" se hubiese convertido en un afán y en una aventura de riesgo para el rescate de la civilización. No. No ha habido suerte. Los siervos del espanto se han infiltrado en el negocio. No han necesitado quemar los libros ni matar judíos ni invadir con carros blindados los países que resisten. Ha sido suficiente con la publicidad y la mente obtusa que se contagia como el peor de los virus. Conseguir un mundo de cretinos "cultos" e "iniciados", es mucho más letal que cualquier catástrofe material. Porque ante una guerra declarada los individuos reaccionan, se despiertan y ponen en marcha las defensas, la inteligencia, la cooperación, la fuerza de todos. Pero así, gota a gota, estupidez a estupidez, memez a memez, en el anoni-mato, se hace un tejido de imebecilidad compartida y contagiada sin hacer aspavientos, sin ruido. Hasta que el cretinismo comienza a ser un modo de vida. Y se convierte en profesión, en oficio remunerado, en espectáculo de masas, en atracción de parque temático. Hasta que ya ni siquiera el alma da señales de vida porque la hiopertrofia del vacío se ha apoderado de todos y el pobre desgraciado que aún contiene suficiente lucidez como para comprender el estado general, es un marginado, un fuera de tiesto y un idiota reconocido que no sabe sacar provecho del "progreso", de la "cultura bárbara" y reptiliana que ha ido tomando posesión de las masas enajenadas en fantasías delirantes mientras las tres cuartas partes del palneta se deshacen ante la indiferencia de este analfabetismo troglodita disfrazado de "intelectual", de cuántico y esotérico. Y me pregunto, si el alma ya no está y detrás de la máscara o debajo del retrato vacío no queda nadie ¿qué sentido tiene el negocio?

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