viernes, 25 de marzo de 2022

Un nuevo regalo de Tony de Mello, para despertar, crecer y aprender a llamar a las cosas por su nombre. Por ejemplo al amor, que no es lo que parece y por eso produce tantos disgustos al confundirlo con el ap.ego, sí, exactamente, la AP del ego, así como suena. Que lo disfrutéis, familia!

 Meditación 25
«Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtatela: más vale entrar manco en la Vida que con las dos manos ir
a la gehenna... Y si tu ojo te es ocasión de pecado, arráncatelo; más vale entrar ciego en el Reino de Dios
que con los dos ojos ser arrojado al fuego»
(Mc 9,43ss) 

 
Cuando tratas con personas ciegas, empiezas a comprender que sintonizan con unas realidades de las que tú no tienes ni idea. Su sensibilidad hacia el mundo del tacto,del olfato, del gusto y del oído es tal que, a su lado, el resto de los humanos parecemos torpes y desmañados patanes. Nos dan lástima las personas que han perdido la vista, pero rara vez tomamos en cuenta el enriquecimiento que les proporcionan los restantes sentidos. Por supuesto que es una pena el que dicho enriquecimiento se produzca al elevado precio de la ceguera, y es perfectamente concebible que se pueda tener la misma sensibilidad que tienen los ciegos hacia el mundo de los restantes sentidos sin necesidad de perder la vista. Lo que no es posible,ni siquiera concebible, es que despiertes jamás al mundo del amor sin desprenderte resueltamente de aquellas partes de tu ser psicológico que llamamos los «apegos».

Si te niegas a hacerlo, no experimentarás el amor, la única cosa que da sentido a la existencia humana, porque el amor es el pasaporte para el gozo, la paz y la libertad permanentes. Hay una sola cosa que te impide acceder a ese mundo, y esa cosa es el apego, producido por el ojo codicioso, que provoca el ansia en tu corazón, y por la mano avarienta, que intenta aferrar, poseer y hacer suyo lo que el ojo ve, y se niega a soltarlo. Ese ojo ha de ser extirpado, y esa mano cortada, si se quiere que nazca el amor. Con esos muñones por manos, no podrás apoderarte de nada más. Con esas cuencas vacías por ojos, no tardarás en hacerte sensible a ciertas realidades cuya existencia jamás habrías sospechado.

 Ahora, por fin, ya puedes amar. Hasta ahora, todo lo que tenías era una cierta cordialidad y benevolencia, una cierta simpatía e interés por los demás, que erróneamente considerabas que era amor, pero que tiene tan poco en común con el amor como la mortecina luz de una vela con la luz del sol.

¿Qué es amar? Es ser sensible a cada porción de la realidad dentro y fuera de ti y, al mismo tiempo, reaccionar con entusiasmo hacia dicha realidad, unas veces para abrazarla, otras para atacarla, otras para ignorarla, y otras para prestarle toda tu atención, pero siempre respondiendo a ella, no por necesidad, sino por sensibilidad.

¿Y qué es un apego? Es una necesidad compulsiva que embota tu sensibilidad,una droga que enturbia tu percepción. Por eso, mientras tengas el más mínimo apego hacia cualquier cosa o persona, no puede nacer el amor. Porque el amor es sensibilidad, y la sensibilidad se destruye cuando resulta dañada, aunque sea mínimamente. Del mismo modo que el funcionamiento defectuoso de una pieza esencial de un sistema de radar distorsiona la recepción y falsea tu respuesta a lo que percibes.


No existe el amor defectuoso, incompleto o parcial. El amor, como la sensibilidad, o lo es en plenitud o, simplemente, no es. O lo tienes íntegro o no lo tienes. Por eso, sólo cuando desaparecen los apegos accede uno al reino ilimitado de esa libertad espiritual que llamamos «amor» y queda libre para ver y responder. Pero no hay que confundir esta libertad con la indiferencia de quienes jamás han conocido la fase del apego. ¿Cómo vas a arrancarte un ojo o cortarte una mano que no tienes?

Esa indiferencia, que tantas personas confunden con el amor (como no están apegados a nadie, piensan que aman a todo el mundo), no es sensibilidad, sino unendurecimiento de corazón originado por un rechazo, por una desilusión o por la práctica de la renuncia.

Es preciso atravesar las procelosas aguas de los apegos si se desea arribar a la tierra del amor. Sin embargo, hay personas que, sin haber zarpado jamás, están convencidas de haber arribado. Pero lo cierto es que hay que estar muy sano y ser muy perspicaz para que el bisturí amputador pueda hacer su labor y el mundo del amor pueda brotar en la conciencia. Y no te engañes: eso sólo se logra con violencia.

Sólo los violentos arrebatan el Reino. ¿Por qué la violencia? Porque, por sí sola, la vida jamás podría producir el amor, sino únicamente conducir a la atracción, de la atracción al placer, y más tarde al apego y a la satisfacción, que finalmente conduce al cansancio y al aburrimiento.

Viene a continuación una fase neutra o «de meseta»... y vuelta a empezar: la atracción, el placer, el apego, la satisfacción... Todo ello mezclado de ansiedades, celos, posesividad, tristeza, dolor, etc lo cual convierte el ciclo en una especie de«montaña rusa».

Cuando se ha repetido una y otra vez el ciclo, llega un momento en que acabas harto y quisieras poner fin a todo el proceso. Si tienes la suerte de no topar con
ninguna otra cosa o persona que atraiga tu atención, podrás al fin obtener una paz un tanto frágil y precaria. Eso es lo más que la vida puede darte, aunque es posible que lo confundas con la libertad y, consiguientemente, acabes muriéndote sin haber conocido jamás lo que significa ser realmente libre y amar.

No. Si deseas liberarte del ciclo y acceder al mundo del amor, deberás atacar mientras el apego siga vivito y coleando, no una vez que lo hayas superado. Y deberás atacar, no con el bisturí de la renuncia, porque esa clase de mutilación no hace más que endurecer, sino con el bisturí de la conciencia.

¿Y de qué debes ser consciente? De tres cosas: en primer lugar, debes ver el sufrimiento que esa «droga» te está ocasionando, los altibajos, los estremecimientos, las ansiedades, las decepciones y el aburrimiento a que inevitablemente te conduce.

En segundo lugar, debes darte cuenta de que esa «droga» está escamoteándote algo, a saber, la libertad de amar y disfrutar de cada minuto y cada cosa de la vida. En tercer lugar, debes comprender que, debido a tu adicción y a tu programación, has atribuido al objeto de tu apego una belleza y un valor que, sencillamente, no posee: aquello de lo que estás tan enamorado tan sólo está en tu mente, no en la cosa o persona amada.

Si logras ver esto, el bisturí de la conciencia deshará el hechizo.
Suele afirmarse que sólo cuando te sientes profundamente amado puedes abrirte
con amor a los demás. Pero eso no es cierto. Un hombre enamorado se abre realmente al mundo, pero no con amor, sino con euforia. Para él, el mundo adquiere un irreal color de rosa que se desvanece en cuanto desparece la euforia. Su presunto amor no se debe a que perciba claramente la realidad, sino a que está convencido, acertada o equivocadamente, de que es amado por alguien; un convencimiento peligrosamente frágil, porque se basa en la persona por la que cree ser amado, que es voluble y tornadiza por naturaleza y que en cualquier momento puede pulsar el interruptor y acabar con su euforia. No es de extrañar que quienes así proceden no consigan jamás perder su inseguridad.

(Cuando te abres al mundo por causa del amor que otra persona siente por ti, estás radiante; pero lo que irradias no es tu percepción de la realidad, sino el amor que has recibido de esa otra persona, la cual controla el «interruptor», de tal manera que, cuando lo pulsa, hace que tu brillo o irradiación se desvanezca).

Cuando uses el bisturí de la conciencia para pasar del apego al amor, hay algo que debes tener en cuenta: no seas severo ni impaciente ni te detestes a ti mismo.

¿Cómo puede nacer el amor de semejantes actitudes? Mejor será que te muestres compasivo contigo mismo y conserves la flema con que el cirujano maneja el bisturí.

Puede que entonces descubras que eres maravillosamente capaz de amar el objeto detu apego y disfrutar de él aún más que antes y, al mismo tiempo, disfrutar igualmente de cualquier otra cosa o persona.

Ésta es la piedra de toque para averiguar si lo que tienes es amor. Lejos de hacerte indiferente, ahora puedes disfrutar de todo y de todos como antes disfrutabas del objeto de tu apego. Ahora ya no hay más estremecimientos ni, consiguientemente, más sufrimiento ni incertidumbre. De hecho, podría decirse que disfrutas de todo y no disfrutas de nada, porque has hecho el gran descubrimiento de que aquello de lo que disfrutas, con ocasión de cualesquiera cosas y personas, es algo que está en tu propio interior. La orquesta está dentro de ti, y la llevas contigo adondequiera que vayas. Las cosas y las personas exteriores a ti no hacen sino determinar la melodía concreta que la orquesta debe interpretar. Y cuando no hay nada ni nadie que atraiga tu atención, la orquesta tocará su propia música, porque no necesita ningún estímulo externo. Ahora llevas en tu corazón una felicidad que nada ajeno a ti puede darte ni arrebatarte.

Y aquí radica la otra prueba del amor: eres feliz sin saber por qué. Pero ¿es duradero ese amor? La verdad es que no hay garantía alguna de que lo sea, porque,aun cuando el amor no puede ser parcial, sí puede ser de duración limitada. El amor viene y se va en la medida en que tu mente está despierta y consciente o, por el contrario, se ha vuelto a dormir. Ahora bien, aun así, una vez que has probado eso que llaman «amor», sabrás que ningún precio es demasiado elevado y ningún sacrificio demasiado grande, ni siquiera la pérdida de ambos ojos o la amputación de una mano, cuando a cambio se puede obtener la única cosa en el mundo por la que merece la pena vivir.  


              Certificación y Maestría de Reiki Universal - Usui - Magia ...  


Comentario del blogg:

Cortarse manos, arrancarse ojos y potenciar la violencia para distinguir el amor del apego, ahora mismo no resulta una metáfora muy aceptable para la sensibilidad humana y sus dobletes, que anda  permitiendo guerras, exterminios, hambrunas, desigualdades atroces en todo el planeta más pobre y mirando para otro lado, haciendo de la violencia homicida un derecho y casi un deber, pero que con los siglos se ha vuelto muy exquisita en formas y vocabulario, aunque sigue siendo la misma, "culturalmente" resulta más retorcida y compleja, refinando lo más cenutrio y encallecido: la falta de conciencia, que es la causa de tantísimo dolor como descalabro en crecimiento exponencial. 

Estas palabras de Jesús, de hace dos mil añazos, equivalen a una invitación sanísima a dejar de ser tiquismiquis y ñoñ@s para quitarnos de encima lo que nos impide vivir plenamente mientras nos va requemando por dentro, en un infierno íntimo constante, como una barbacoa en los adentros, donde nos achicharra todo lo que no somos capaces de reconocer, de vivir plenamente, por miedo, por "ilusión" que nunca se cumple, por dependencia de lo que nos ata y no reconocemos como atadura, por esperar recoger peras del olmo o uvas y fresas de las ortigas y los cardos. Porque sencillamente aun no nos hemos enterado de qué va eso de amar y confundirlo con sentirse amados e ilusionados por lo que en realidad no es amor, solo deseo y apego bastante pegajoso y agobiante, por cierto. Por eso se acaba agotando siempre, porque no es amor. 

O sea, que si tu mano se empeña en hacer esa cosecha y tu ojo es incapaz de ver el panorama, pues que cambies de onda, carinyet , porque estás más perdid@ que el alambre del pan de molde, bambando por el territorio de los apegos contemplados como "única realidad amorosa", ya que es el único modo de afrontar la vida, el vacío y la imposible felicidad que hasta ahora vienes experimentando. 

Una vez más nuestro querido Tony de Mello canta las cuarenta, las cien y las mil. Hále, venga, vamos a disfrutar la experiencia en la cueva platónica de lo ancestral, que con la linterna encendida de la búsqueda nos hará encontrar la salida del esperpento tenebroso hacia la claridad de la luz natural, esa que nunca se apaga y no depende de la electricidad ni del negocio, porque ella misma es Amor, sí, del de verdad, no el de las pelis, las series y las novelas, sino ese que carece de obsolescencia programada y se regenera por sí mismo -o sea, capaz de resucitar constantemente sin pedir permiso a las autoridades del egocontrol- y es que no hay tiempo que lo controle...

No, no  es un episodio que pasa, se acaba y solo deja melancolía; es un estado de conciencia evolutiva constante, un presente cualitativo continuo y energéticamente inagotable en medio de lo que caduca en tiempo y en cantidades, pase lo que pase y sea como sea, en ese nolugar donde nada ni nadie se pierde aunque se cambie de espacio o de plano existencial.Y solo se descubre cuando se experimenta. Cuando se es capaz de dar el salto esencial. Así que, no lo dejéis para mañana y ¡Saltad hoy! Vais a flipar divinamente.

Ah, casi se me olvida aclarar algo fundamental en la parábola: lo que Jesús califica como "violencia" -es posible que sea cosa de la traducción más antigua- ahora podemos traducirlo y asimilarlo como "valor, decisión irrevocable, determinación, fuerza y contundencia" para cortar por lo sano los enredos de lo que no queremos ver para manipularlo mejor y que nada cambie. 

Jesús nunca aconsejaría el uso de la violencia en ninguna situación, si hubiese sido así, cuando le apresaron en el Huerto de los Olivos se habría defendido con uñas y dientes y no le habría dicho a Simón que guardase en la vaina la espada con la que atacó a los enviados por el sanedrín para detener al Maestro, que le recordó algo básico: ' quien a hierro mata a hierro muere', y antes de llegar a esa situación un Jesús que viese la violencia como normalidad se habría convertido en el jefe de los zelotes, cuando éstos,- a través de Judas que por su negativa le traicionó vendiéndole por 30 monedas- , lo intentaron convencer para que fuese su caudillo, si Jesús hubiese aceptado la propuesta,  habría combatido a los romanos con armas y revueltas, tan patrióticas y justificadas como ahora lo están los ucranianos combatiendo al imperio de  Putin y sus hijos. Pero Jesús se negó y no lo hizo. Todo lo contrario: rechazó el plan entrando en Jerusalén como el antídoto de "rey de los judíos" y hasta con sentido del humor, montado en un burro en vez de un caballo, que entonces era como ahora ir en bici o patinete cuando debería ir en un descapotable, y con sus tropas alrededor, pero eligió  ir 'armado' con la paz, entre palmas y ramas de olivo, rodeado de niños, de familias, hombres y mujeres sencillos, pobres y nada violentos que le acompañaban por todas partes bendiciéndole con un hosanna constante para el que viene en nombre de los cielos para cambiar el panorama. Por si su actitud no bastase, y para que nadie dudase del valor total de la noviolencia, previamente, lo dejó bien claro en el Sermón de la Montaña: "bienaventurados los constructores de la paz porque ellos heredarán la tierra". 

O sea, family, que de violencia ná de ná. ¡Amén y aleluya! Y que no se nos olvide por más que la violencia se nos presente como el derecho humano a convertirnos en asesinos y forrarnos fabricando y vendiendo armas, antes de que nos maten. Pues eso mismo, carinyets! Si los seguidores del evangelio no hubiesen hecho lo mismo que Jesús, en los tres primeros siglos de esta Era, ahora mismo no habría nada en el mundo occidental que ayudase a cambiar y a mejorar como especie.

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