martes, 30 de noviembre de 2021

Ahí le has dado, querida Ana: la buena educación, la buena pedagogía es fundamental para que nos despierte la conciencia, y dejemos de ser etern@s cliks de Famóbil con los que jugaban los niños hace más cuarenta años. Por desgracia la sociedad española tiene esa especie de vocación nefasta: ser carne fanática de manipulación perenne, reclamando libertad ayusera y cerril, para seguir en ello con verdadero empeño incorregible. El aberrante encanto de andar a la greña por todo, hasta el límite de no considerar oportuno acompañar en el sentimiento a nuestros hermanos de especie cuando no piensan o no funcionan a nuestro aire. Sentir la pérdida de Almudena no tiene nada que ver con que se esté o no de acuerdo con los temas de su obra. Su vida, su energía, su humanidad y su empeño está por encima de cualquier valoración. Si Almudena, por circunstancias diversas a las que vivió no hubiese escrito nada y hubiese muerto en el anonimato de Vallecas o de Orcasitas, ella y su familia merecerían el mismo cariño y atención de todo su entorno. En realidad toda su obra narrativa se centra en esos valores del lado más necesitado y castigado de la historia española. Por eso es admirable y tan cercana. No entenderlo y no valorarlo, es en efecto, el resultado de una total deseducación en valores humanos que genera a su vez una discapacidad para integrar la vida y la comprensión mediante el sano convivir con lo diverso, valorando las virtudes y las capacidades de lo diferente. Pero España es muy dura de pelar y muy floja para comprender lo que no le da la razón mayoritaria a un solo rebaño. Por supuesto que hay distintas tendencias a la hora de las opiniones y que no a todo el mundo le gustan ni le interesan las mismas lecturas ni las mismas ideologías. Más bien se trata de que haya valores humanizantes que por delante de las fobias y las filias , sinceramente y de todo corazón, con auténtica empatía, valoren a cada ser humano, no solo por lo que hace o representa públicamente, sino porque es parte de nosotros mismos, de la misma energía y de la misma vida. Hagan lo que hagan -que todos nos equivocamos y merecemos comprensión- por encima de los roles sociales. Los fachas son nuestros hermanos chungos, pero hermanos. sí. Su autismo "político" es una enfermedad racionalemotiva provocada por la ausencia total de valores éticos y espirituales auténticos. Por una deformación histórica convertida en "normalidad" Hay que tratarles, no como a rivales o enemigos, sino como a deficientes sociales, que se pierden por el camino de la noconciencia. ¿No queremos igualdad?, pues, si es cierto que estamos mejor y más despiertos que ellos, intentemos comprender lo que les pasa si queremos acabar de una vez por todas con esta mierda desastrosa que termina por atascarlo todo. Tal vez convocar en los parques y plazas públicas sesiones de lectura de los libros de Almudena, de Galdós, de Unamuno, de Azorín o de Baroja, de Machado y Rosalía de Castro, por ejemplo, seguramente sería una terapia social definitiva y mucho más fértil que limitarse a las lamentaciones de un funeral. Sobre todo y nada menos,que con un García Montero a cargo del Instituto Cervantes. La pobreza plítico/cenutria de España -especialmente, en el Madrid más carca y precario cultural- se merece ya una revolución terapéutica de las bases del corral para salir del ya crónico "ytumasismo" tan inútil y gafante como tóxico. No hay mejor homenaje para alguien como Almudena y nuestros clásicos noventayochistas, que conseguir que sus obras dejen de ser cuanto antes el presente constante y pesadísimo de un pasado que nos desmorona cuanto más lo contemplamos sin hacer nada para cambiarlo por algo mejor para tod@s, no solo para la mitad de este país de países, en Babia desde que acabó la Reconquista y empezó su farisaica estela residual, se descubrió el chollo de ultramar y se inventó la "santa" Inquisición para conservar el cotarro calentito. Y ahí nos hemos quedado en todo cuanto se refiere al inconsciente colectivo y su a irresponsabilidad, convertda en gresca y farándula imparables por los siglos de los siglos. Ya vale, porfis. Que los muertos, al menos, descansen en paz, que se lo han ganado, como Almudena. Ains!!!

 

Dominio público

La buena educación

Madrileñas alzan libros de Almudena Grandes durante su entierro. - Fernando Villar, EFE
Madrileñas alzan libros de Almudena Grandes durante su entierro.- Fernando Villar, EFE

Es posible, y así quiero creerlo, que ni Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ni José Luis Martínez Almeida, alcalde de la capital, fueran conscientes de la dimensión humana, literaria y madrileña de Almudena Grandes cuando decidieron pasar por su muerte temprana sin mirarla siquiera. También puede deberse a que ni Ayuso ni Almeida, como apuntaba el periodista Manuel Rico, hayan leído nunca a Almudena. Ellos se lo pierden, aunque ese vacío aún puede llenarse y créanme que es un regalo para el alma, además de una conexión inmediata con el Madrid que ambos han declarado no representar desde el momento en que negaron sus condolencias a tantos ciudadanos/as de Madrid que acudieron a despedir a Almudena Grandes cargados con sus libros al cementerio civil de la capital, ése donde la jerarquía católica mandaba a enterrar a "comunistas, socialistas, masones, protestantes, judíos, agnósticos, librepensadores, suicidas…" y Almudena quiso ser enou

Después de Galdós, Almudena. Después de Benito, Grandes. Nunca entenderán ni querrán a Madrid quienes ignoren su obra y le den la espalda.

Por todo el cariño y el respeto infinito que tengo a Luis García Montero, viudo inconsolable que ha pedido que no se haga batalla política con la despedida de Almudena, voy a subrayar con la institucionalidad debida y la buena educación, la torpeza o la bajeza -quién sabe- de estos dos altos cargos que representan a todos los madrileños y madrileñas y que están obligados a rendir homenaje y agradecer infinitamente a quienes hacen de Madrid un lugar mejor con sus libros, su música, su cine o su teatro. Precisamente, quienes se jactan de valedores de la "libertad" olvidan que es la cultura la que nos hace libres y no la ignorancia y el desprecio por ella.

Lo que no hicieron Ayuso y Almeida, desde el sábado que conocimos la tragedia de la muerte de Almudena, lo hicieron, sí, Pablo Casado, presidente del PP; Andrea Levy, Delegada de Cultura, Turismo y Deporte del ayuntamiento madrileño, y Marta Rivera de la Cruz, consejera de Cultura, Turismo y Deportes de la Comunidad de Madrid. Si leen estos mensajes, los de dos dirigentes del Partido Popular (PP) y una exfundadora de Ciudadanos, comprobarán cuánto de evidente y patético resulta el silencio de sus compañeros de partido, pero sobre todo, de dos gobernantes, alcalde y presidenta regional, que deben a todo el pueblo de Madrid su sueldo y el honor de servirle. Madrid, que son muchas, pero que es una con Almudena y ya la llora para siempre.

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