lunes, 22 de noviembre de 2021

A MODO DE POÉTICA REMODELADA AD HOC

 

 

Si has llegado a este blogg  para pasar el rato,

solamente,

para llenar tu mente de palabras

y dormirte después entre expertas milongas

al abrigo entrañable de los reality show,

yo misma te adelanto

que no vas a encontrar lo que tanto te mola;

sólo quiero decirte que me empuja la vida

y su fidelidad hecha presente,

que me lanza sin red y sin pedir permiso, 

a este tiempo de tod@s

l@s que somos ahora como ceniza pulcra

en suspensión del volcán de La Palma,

que atraviesa las calles de este mundo

en rebajas de Covid-19

y se filtra en los bares, 

se sienta en las terrazas de la niebla 

convocando  la nada 

a un raro picoteo de carbonilla

con salsa original de piroclastos. 

 

En este plan absurdo y un mucho estrafalario, 

 sin embargo,

hay una incertidumbre que respira

y no sé si estas letras y estos versos

son lágrimas rebeldes

o espectros de la sombra

que se rompen de noche y levedades

varias.

 

Solo sé que he nacido con vocación

de asombro, con textura de versos

y de búsqueda;

sé que he venido a ser , como tú y como tod@s,

testigo presencial de la llama que arde 

en el hogar sin fin del universo.

Que hemos llegado aquí para levantar acta

de que vale la pena y la alegría

abrazarse a la tierra sin renunciar al cielo,

para encontrar el alma y su alfabeto

donde la carne rasga su espesura

en medio de la noche, 

y despertar de pronto una mañana

en el núcleo sutil de la consciencia.


Voy a correr el riesgo inevitable

de lanzar estos versos

en las cuencas vacías y resecas 

de un agujero negro, lleno a su vez

-¡con vocación de oximoron!-

de mentiras sin rumbo que cruzan bulevares

flotando entre los libros y la fugacidad de

de los escaparates, 

la prisa incontinente de  los coches,

como si todo fuera un estertor de nieve pasajero

bajo el párpado gris de la costumbre 

envuelta y resguardada de cualquier tentación

que signifique cambio de una bendita vez,

en su capa perenne y resistente 

de humos demoledores  y CO2 .


Hoy quiero sospechar que no estoy sola

al contemplar el reino del vacío

y sus marrones, que existen muchos ojos

distintos a los míos: ojos de hierba y bosques,

de cansancio, de valles y montañas,

de duda y titubeos, ojos de libertad

no secuestrada, ojos que no se duermen

si no llega el amor para cerrarlos,

ojos que son la llave y cerradura  

de mil mundos posibles, incontables,

que de nosotros nacen, cuando somos Nosotros.


Hoy prefiero sentir y comprobar

que ya es recuperable 

el pleno territorio de la esencia

y apuesto lo que soy y lo que encuentro

por el canto sutil que enciende y endereza

las curvas invisibles de la noche perpetua

y por eso propongo otra jugada

quizás más peligrosa y con más riesgo

para el sistem in failure que nos rompe:

Que el cielo se convoque en la palabra.


Comenzaré pelando y haciendo mermelada

los gajos más cañeros del dolor inhumano

que oscila en el abismo de cada no saber,

de cada no existir si no se Es.

Perdonad si os araña este lenguaje,

no quiero más dolor, más culpas ni más miedos,

ni la satisfacción(¿?) de vuestro llanto,

solo busco fundir en un nuevo  Nosotros

oscuridad con luz,  calma con brisa,

cerebro y corazón, problemas y esperanza,

materia y energía,  miedo y valor, 

dudas enfermas 

con la sana certeza  que nace del amor,

no del apego ansioso que perpetra en el ego

su mundo más atroz. 


Podéis venir conmigo

si es que lo deseáis y es oportuno, 

a inventaros el mar en las alcantarillas,

a diseñar galaxias en el supermercado,

a pintar corazones 

en los labios helados de internet.

Iremos recortando montañas virtuales

o dibujos de Escher,

nos morderá la duda, la tentación de huir,

de regresar al valle de la comodidad demoledora

y terminator

para seguir durmiendo mientras todo se ahoga

en el mar de la mierda universal

con su cutre diseño de plástico y basura...

 

Pero si resistimos caminando en la brisa

de adentros compartidos, en presente constante,

-por eso, siempre nuevos-, aunque sean reciclados

mano a mano, 

pronto descubriremos  el rastro de la luz

que no se agota ni se paga ni se cobra.

Un viaje sin maletas ni mochilas pesadas. 

Sin más móvil que el alma, 

ni  más ordenador que la conciencia.

Sin más redes sociales 

que solidaridad y compasión;

la nueva inteligencia imprescindible:

esa que simplifica y se comparte, 

en vez de complicar

y que nunca le teme 

a su socia más sana y poderosa: 

La verdad.

Un viaje al infinito inevitable 

dadas las circunstancias del fregado actual,

si queremos salir de lo execrable.


No rebusques aquí metáforas e ingenio 

ni imágenes adjuntas para rizar el rizo del poema,

que dejen evidente 

el estilo gremial de la tendencia, 

la clasificación y el veredicto,

(tod@s somos el texto, yo tan solo una voz)

Ya no nos queda tiempo para tejer tapices

e inventar trabalenguas de estética aparente,

donde clasificarnos en apartados varios

o ser distribuidos con gusto y sobriedad

por las estanterías del rol consumidor. 

 

Y por esa razón insisto y te repito:

Si has abierto ese libro que me nombra

o entrado en este blogg tan solo 

para pasar el rato y distraerte 

huyendo de la mugre y la pandemia,

esquivando las honduras del Ser

que sin saberlo, Eres,

yo misma te adelanto y te aseguro, 

despistad@ y querid@ lector@,

que un sacrificio así no merece la pena.

Y por esa razón, si no buscas más luz

que el cigarrillo y los razonamientos de cajón

del ego repartido en tripas somnolientas,

si ya tienes bastante con lo que te maneja,

te controla y te encierra en ese chiringuito

de pufos sin fronteras, mejor que no te canses,

¡déjalo!  

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