miércoles, 21 de septiembre de 2011

Es posible

Sí. Aún es posible. Podemos remontar esta cuesta de otoño si abrimos los ojos y miramos serenamente y sin prejuicios ideológicos el panorama nacional.
No soy socialista. No lo he sido nunca. Tampoco del PP. Ni de ningún partido nacionalista. Soy libre ideológica,mental y emocional. En cada legislatura procuro elegir las listas menos corruptas, menos perjudiciales para la convivencia, antes que las que ofrecen seguridad ciudadana y dinero fácil a base de recortes en lo bajo y ampliaciones en lo alto -pensemos qué sucedería en un edificio sin cimientos y con ochenta pisos encima- pleno empleo precario e ignorancia total sobre los abusos contra la naturaleza, la salud y el respeto a la vida, que no se reduzca solamente a las campañas contra el aborto. Busco los programas que valoran sobre todo, la educación. Porque sin ella, los hombres y los pueblos se quedan reducidos a ganado y a rebaños. Una ciudadanía que se educa puede afrontarlo todo. Problemas, crisis, ajustes, soluciones innovadoras, apertura y flexibilidad. Convivencia, inmigración, reconversiones. Todo. Pero una ciudadanía sin educar no existe. Es simplemente una masa manipulable y engañable por la primera secta política que tome el poder engañosamente democrático. Porque, ¿acaso un pueblo sin educar puede ser verdaderamente una democracia? ¿qué valor real y constructivo tiene el voto de una mayoría de idiotizados por el miedo, la costumbre, el pensamiento zafio y egoísta que sólo vota el pan para hoy y el hambre para mañana? Pues eso el lo que ocurre cuando la educación está ausente del programa social que los políticos más carcas intentan aplicar más como negocio y catequesis que como herramienta para despertar y crecer.

Aterroriza encontrar una Esperanza Aguirre y escucharla hablar de la escuela como si fuese un dividendo en bolsa. ¿Rentable o no rentable? ¿Desde cuándo la educación se mide en dividendos, en horas a pagar, en puestos a "subvencionar"? La señora Aguirre tiene una sensibilidad social de lija del 5. No he visto en mi vida, salvo en el caso de Bush, personajes como presenta el muestrario del PP. Inútiles. Vacíos. Paletos. Mediocres. Chulos. Teledirigidos como las muñecas de famosa que se dirigen al portal del desastre sin un gesto de inteligencia ni con la intención de preguntarse qué consecuencias tendrá su ruinosa gestión. No pueden pensar. Toda la fuerza la dedican al toreo, al rejoneo por sistema, a los banderillazos al "enemigo",que es todo lo que no les vota o les supera en algo. Y por supuesto a la estocada final que les permita llegar al poder como único objetivo. En realidad cuando llegan al gobierno no saben como gobernar. No tienen ideas que procuren el bien común y el progreso de la sociedad. Repiten lo que aprendieron en el franquismo: dinerete y facilidades para los que ya los tienen y olvido del resto. Una clase esclava que mantenga la caldera encendida con su trabajo inestable y malpagado. Trabajo sin alicientes, sin formación. Sin progreso personal. Sólo competitivo y aniqulador. Que estudien sólo los que se lo pueden pagar, aunque no tengan cualidades para desarrollar después una profesión digna. Porque si puedes pagarte una universidad privada, que no te exige nada más que dinero a cambio de aprobados a tutiplén y masters que nunca suspenderás aunque seas una acémila, tendrás un futuro estelar entre la élite que manda, auque sea para diseñar el apocalipsis de las nucleares o de las industrias contaminantes, o de las empresas-tiburón, o de los bancos-piraña.
Por eso conviene no invertir en educación pública, que no es nada "subvencionable"ni limosnero, que se está regalando, sino un derecho fundamental y básico para que la manada se convierta en ciudadanía. Para que las oportunidades lleguen a todos por igual, para que un talento nacido en un medio rural no acabe de pastor o de temporero para el resto de su vida, sino que pueda ser un buen médico, un buen maestro, un buen empresario, un profesional bien preparado, un buen gestor con ética y con ideas creativas, capaz de mejorar una parcela de la sociedad. Pero el PP no lo ve así. El PP tiene miedo a que quienes nacen en un sector sencillo y sin recursos, estudien, se formen y en ese proceso despierten, miren y vean lo que hay. Y lo quieran cambiar a mejor. Miedo ancestral a perder privilegios que deberían avergonzarles si tuviesen un mínimo de inteligencia. El peor terrorismo no es el que pone bombas, sino el que frustra la educación y el crecimiento de los seres humanos. La mentalidad social del PP es la misma pandemia beata y amoral, que ha hecho llegar al mundo al estado en que se encuentra. Y, ojo, que no sólo es propia de los que votan al ese partido. Que también está repartida en todos los demás. Y entodos aquellos "desencantados" que creen que cambiar de siglas arregla las cosas.

Esta crisis se ha escapado ya de las posibilidades de arreglo a que estábamos acostumbrados. Esta crisis no tiene más arreglo que la participación de todos en crear un cambio hacia lo que todavía está por hacer yq ue la mentalidad vieja nunca hará porque no ve la necesidad de mejorar nada. Sólo quiere llegar al dominio de las masas, para freírlas y cocerlas a fuego lento y alimentarse de ellas.
La educación impide que nos convirtamos en masa. Nos enseña a pensar, a comparar, a tener una escala de valores universales y solidarios. Cultura real, no sólo a ser un almacén de datos. Nos hace ser individuos y ciudadanos. No pueblos reunidos en mogollón que sólo se valoran un domingo en las urnas, cada cuatro años y lo demás no importa. Cuanto menos sepan y más miedo tengan a los cambios y al progreso real, mejor.
Cuando veo y escucho a Aguirre desbarrar y meter la pata hasta el cuello, me avergüenzo de que la transición haya producido votantes capaces de elegir algo así. Como en su día me avergoncé de haber votado a Felipe González. Y echo de menos, cada vez con más intensidad, un sistema educativo que no produzca más presidentes como Camps, Aznar, Cospedal, Fabra, Aguirrre...y este etcétera de inútiles subvencionados -estos sí, que los son- a precio de oro con los impuestos de todos.

Espero y confío que los españoles no voten semejante vergüenza social y política, después del espectáculo bochornoso que están dando, convencidos de que ya son los amos territoriales. Que aprendamos todos a distinguir que no es lo mismo equivocarse en algo importante cuando se gobierna, que ser una equivocación que intenta gobernar y que jamás conseguirá mejorar algo más que los negocietes de los amigos y compadres de ideas y estorbar el progreso, bloqueando todo aquello que no viene de su ideología vetusta y ya obsoleta para un tiempo de retos y de vanguardia, de ideas atrevidas y de giro copernicano en la supervivencia del planeta.

Un dato importante a valorar: mirar los programas electorales que incluyan la reforma de la constitución, la supresión del senado, la participación ciudadana en el parlamento, la escucha a las necesidades reales, el recorte de cargos políticos y de sueldos oficiales, de prebendas hacia los gobernantes ya fuera de sus cargos. Partidos que valoren por encima de toda la energía, aquella que es renovable, sostenible y sana para la Tierra y el hombre. Que propongan una reforma de la banca y de la ética fiscal hacia el equilibrio, en donde pague más quién más tiene. Y quienes tienen menos o más descubran que no todo es dinero para ser felices y sostenibles. Que un gobierno adecuado debe procurar una vida más que rica en dinero, rica en calidad y en bienestar personal, laboral, familiar y social. Y recordar que lo último es la abstención, el voto nulo y el voto en blanco. Que si ves un PP inútil y al PSOE sin ideas, aunque con buena voluntad, no te abstengas, porque hay pequeños partidos con muy buenas ideas y mucha ética para levantar de las ruinas la esperanza y las ganas de ir adelante. Esos partidos pueden hacer de bisagra y ayudar muchísimo al cambio de mentalidad, obligar a pactar acuerdos beneficiosos y sobre todo, impedir que un rodillo ideológico con poder absoluto, planche y aplaste las ganas de vivir y de crecer de los ciudadanos. Recordando que ese poder que emplean para subirse los sueldos y no crear empleos, se lo damos con nuestros votos.

Y sobre todo, recordemos cada día que es posible un gran cambio social, si se produce un cambio personal en valores y en valentía para vivirlos.

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