jueves, 8 de septiembre de 2011

Diálogo para besugo y periodista al borde del shock

Si podeis no os perdais una estrevista reveladora en Catalunya Radio, donde Manel Fuentes ha entrevistado a Vicenç Navarro sobre la reforma de la Constitución y el déficit. El enlace está en El País de hoy. No tiene desperdicio. Los twitteros anti reforma -sin la menor reflexión al respecto y estoy segura que sin haber oído el inútil y vacío empeño del periodista y la verborrea igualmente vacía e inútil del "profesor"- se han tirado a la yugular del entrevistador, hasta tal punto que Fuentes se ha visto obligado a retractarse, no de lo que ha dicho, sino de cómo lo ha dicho. Es cierto que le ha faltado aplomo para lidiar con el morlaco del embrollo, es cierto que la paciencia se le ha agotado en el intento, pero es cierto también que ha tenido motivos más que suficientes para perder los papeles y la paciencia. Don Navarro es un peso pesado, pesadísimo, mamotrético, y mamotétrico, engolado, pomposo e inhábil retruecanista del leguaje, aburre y repite más que una cena a base de fabada con guindillas y para colmo se dice y se desdice constantemente. No sé si la cosa es así de nacimiento o ha sido un vicio adquirido en los EEUU, donde afirman que ha sido profesor y asesor de la Clinton in illo tempore. Tan illo tempore que ya casi sea imposible que existan documentos reales y no inventados, que corroboren tal asesoría. Aunque vistos los existosos resultados, es muy posible que fuese cierta.

No tengo ni idea de por qué la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona ha podido contratar a semejante elemento como profesor de economía. Incapaz de responder concretamente a lo que se le pregunta, sin pasar por la repetición de la misma frase inentendible, un mantra en el que el orden de factores altera el producto constantemente e impide que el conjunto de palabras construyan el contexto fónico de un sólo pensamiento, de una sola idea coherente que trasponga el umbral del propio mantra persistente e inconexo, como si se hubiese rallado el vinilo antiguo de un discurso absolutamente imposible hasta en su sintaxis-ficción.
Don Navarro es un plasta profesional y además nos deja patidifusos en cada intervención virtual -¿por qué no acude in person a las entrevistas?- lo mismo que en sus textos on line, donde sólo repite los titulares de la prensa como argumento y cada vez que le preguntan, se sale por la misma tangente. Cero ideas. Cero aportaciones útiles. Y sólo el mantra pseudo indignado, que no sabe ni qué significa. Como un Fray Gerundio de Campazas despendolado, al mismo tiempo que afirma, niega lo afirmado y viceversa. O sea, no quiere que haya déficit, pero tampoco quiere que se suban los impuestos a las empresas más fuertes, ni que se pierda el estado de bienestar. Aunque afirma que quien tenga más pague más. Quiere que no disminuya el gasto público pero que no haya control del déficit, es decir, que la democracia signifique el derecho de pernada del gasto público y privado. Y que el sector privado se prive del todo y no se compre ni una gominola para no aumentar el déficit del Estado, que por otra parte no debe tener déficit, sino todo lo contrario. El desmadre. El circo de Manolita Chen acompañado por la Banda del Tío Honorio, unido al sermón del párroco que pide donativos para el altar de San Roque y su perro, a las puertas de la sede del PSOE y haciéndole pedorretas al PP desde la acera de enfrente y todo eso, por supuesto, llevado a referéndum, porque para eso somos demócratas y pagamos tanto como los suecos y poco menos que los del Kurdistán, que están la mar de puestos en eso de la democracia. Vaya tela. Y encima el pobre Fuentes teniendo que disculparse por perder la paciencia y el buen tono. Francamente, yo le condecoraría por haber resistido hasta el fin del desbarre telefónico y no haberle dicho desde el primer patinazo, que quién le había dado la cátedra y en qué concurso de DEC le concedieron la licenciatura un viernes de dolores, en la madrugá de las pesadillas.

Don Vincenç, porfa, vuélvase al Circo Americano de los USA y deje de usarnos como trapecio de sus saltos mortales sin red. Usted tiene de experto en economía lo que la belleza viril de Rajoy tiene de Paul Newmann o lo que el cerebro de Cospedal tiene de Rita Levi Montalcini. O sea, nada. Y no deje para mañana el viaje transoceánico que pueda hacer hoy.

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